ECONOMíA
No hay inflación, pero en la mesa igual se siente
El índice de precios al consumidor subió en febrero un imperceptible 0,1 por ciento, pero alimentos y bebidas subieron fuerte. Subas de hasta 240 por ciento en 26 meses.
Por Raúl Dellatorre
El cálculo de variación de precios en el mes de febrero no provocaría inquietud si el análisis se limitara al aumento general, que registró un imperceptible 0,1 por ciento sobre enero. El problema está en la composición de ese aumento: los rubros Alimentos y Bebidas y Viviendas y servicios básicos del hogar, los más sensibles para el bolsillo de la población, fueron los que más subieron. El 0,4 por ciento en el primero tampoco resultaría tan preocupante si no fuera que remarca una tendencia que se observa desde la devaluación (enero de 2002), ya que desde entonces el índice de Alimentos y Bebidas se incrementó en un 66,5 por ciento, por encima de todos los demás rubros del índice de precios al consumidor elaborado por el Indec.
El impulso al alza en pequeños escalones de los alimentos empujó hacia arriba la canasta básica, cuyo costo se elevó en febrero en un 0,3 por ciento. Otra vez, lo que asusta es la evolución desde sus niveles previos a la devaluación, ya que entre diciembre de 2001 y febrero de 2004 aumentó 75,6 por ciento.
Los precios testigo computados por el Indec para una extensa lista de alimentos y bebidas muestran otras señales de alarma. Las carnes rojas en casi todos los cortes (picada, paleta, bifes angostos, cuadril, nalga), con la única excepción del asado, se encareció en el último mes entre 1 y 1,6 por ciento, acumulando desde diciembre del 2001 un 90 por ciento en promedio. Las carnes preparadas (hamburguesas congeladas, salchichas tipo viena) también verificaron subas superiores al uno por ciento en el último mes y el 78 por ciento desde sus niveles previos a la devaluación de 2002. Los aceites comestibles (en lata y en botella) también se movieron hacia arriba entre 1,2 y 1,7 por ciento. En particular, el aceite de maíz en lata acumula un aumento del 241,3 por ciento desde diciembre del 2001.
El movimiento de precios de las bebidas también llamó la atención de los responsables de Economía, más allá de atendibles razones de aumento del consumo estacional. Las gaseosas (base cola) y el agua sin gas aumentaron en torno al uno y medio por ciento en el mes, pero el vino común y la cerveza sufrieron incrementos del 3,5 y 10,1 por ciento: algo más que un “acomodamiento” de valores en góndola, teniendo en cuenta que se trata de precios promedio.
Por razones estacionales, frutas y verduras suelen tener oscilaciones mucho más violentas. Es así que el tomate redondo y las naranjas verificaron alzas del 20 al 22 por ciento en febrero, mientras que la papa bajó 9 por ciento y el limón 13,8, movimientos que se moderan al tomar períodos más largos. Otros renglones sensibles para el consumo popular observan aumentos más moderados: el arroz blanco se encareció 1,6 por ciento y la yerba mate, 2,5 por ciento. En tanto, hubo rebajas en pollos enteros (-8,5 por ciento) y fideos secos (-0,6 a -0,9).
Pero no son los alimentos los únicos rubros con aumentos excesivos desde diciembre de 2001. Entre el aceite, las lentejas, el cacao en polvo y los alimentos en conserva (con incrementos del 155 al 240 por ciento), se cuela el gas en garrafas, con un incremento del 123,5 por ciento en estos 26 meses. La forma de calefacción típica de los hogares alejados de los centros urbanos está fuera de las regulaciones que sí alcanzan a la distribución de gas domiciliario y, por tanto, no está alcanzada por el congelamiento de tarifas. Las consecuencias de un mercado oligopólico con clientes cautivos están a la vista.
El movimiento que se verifica en los precios minoristas no llega a conmover a la “macro”, porque la inflación sigue siendo, por ahora, un recuerdo lejano. Distinto es el cuadro visto desde los presupuestos familiares. Rubros como Indumentaria, Esparcimiento o Educación verificaron bajas en febrero, dato particularmente llamativo en el último caso, tratándose del mes previo al inicio de las clases. Pero son los alimentos y los gastos de la vivienda los únicos que no pueden postergarse y, si aumentan, hay que pagarlos o dejar de consumir.
El costo de la construcción, en cambio, observó otra fuerte recuperación en febrero, del 1,9 por ciento, acumulando 4,1 por ciento de suba en el bimestre y 12,7 por ciento con respecto a doce meses atrás.