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En abril hizo falta buscar un poco más en los bolsillos para comprar alimentos y bienes considerados imprescindibles. Los costos de las canastas de pobreza e indigencia volvieron a aumentar, retomando la marcha ascendente que sólo se había interrumpido en marzo, luego de cinco meses de subas consecutivas.
Una familia tipo, compuesta por un hombre de 35 años, una mujer de 31, una hija de 8 y un hijo de 5, necesitó el mes pasado 720,87 pesos para quedar sobre la línea de pobreza y 329,15 pesos para no ser indigente. Los valores fueron los más altos desde abril del año pasado y se encuentran entre los máximos desde la devaluación.
La Canasta Básica Total (CBT) subió –en el ejemplo anterior– 3,43 pesos, o 0,47 por ciento, respecto de marzo. En lo que va del año se incrementó 0,67 por ciento. La CBT se compone de un conjunto de alimentos esenciales, pero también de bienes y servicios como vestimenta, transporte y educación. Las familias que no consiguen costearla son consideradas pobres. En esa condición se encuentra el 47,8 por ciento de los habitantes de los 28 principales aglomerados urbanos del país. Cada salto en los precios complica la situación social.
La Canasta Básica Alimentaria (CBA) está determinada en función de los hábitos de consumo de la población y se toman en cuenta los requerimientos calóricos y proteicos imprescindibles para que una persona cubra durante un mes esas necesidades. Es lo que marca la línea de indigencia. En abril subió 1,55 peso contra marzo para una familia tipo. Es indigente, de acuerdo con la última medición del Indec, el 20,5 por ciento de la población.