¿El Presidente se salió con la suya? ¿A pesar de las dudas de Lavagna, contra las presiones de los gurúes de la city y las amenazas del establishment, logró plantarse frente a las desmedidas exigencias del Fondo Monetario? ¿Kirchner lo hizo?
Suponiendo que fuera aprobado, el borrador de la carta de intención que circuló ayer por Casa de Gobierno contiene una serie de elementos que podrían justificar una respuesta positiva a los interrogantes anteriores. Por ejemplo:
- No hay ningún compromiso explícito sobre el tema tarifas.
- Durante los próximos tres años el Gobierno pagaría al Fondo sólo intereses (700 millones al año), mientras que no cancelaría ni un dólar de capital. De otro modo: Kirchner-Lavagna habrían conseguido un período de gracia en el capital de la deuda de tres años, siendo que los burócratas de Washington, desde el primer momento, aspiraban a que la Argentina “se desendeudara” con el organismo en al menos unos 500 millones al año.
- Kirchner cumplió con su palabra, comprometida públicamente, de que no aceptaría ninguna meta de superávit fiscal que superara el 3 por ciento del PBI, porque eso atentaría contra la recuperación de la economía y quitaría recursos imprescindibles a la ayuda social.
Sin embargo, una interpretación diferente del asunto podría ser la siguiente:
- El tema tarifas nunca fue un tema de preocupación para la administración Bush. Lo miraban de reojo como una cuestión de lobby de los gobiernos europeos, pero en ningún momento el Tesoro norteamericano movió un dedo para que figurara como condición en un programa del Fondo Monetario.
- El reclamo de que la Argentina cancelara algo de capital sí era una condición consensuada en el Fondo. La razón es simple sentido común: si el organismo lograra reducir su exposición con la Argentina, mejoraría en el futuro su posición negociadora con el Gobierno. Ya se sabe: si se le debe 1 millón al banco el problema es de uno, pero cuando se le debe 100 millones el problema es del banco. Sin embargo, también es cierto que los países que soportaron grandes crisis siempre recibieron fondos frescos de los organismos internacionales. En cambio, la Argentina no recibirá ni un solo dólar más. Ahora bien, aspirar a recuperar capital de un país que apenas está saliendo suena ya groseramente ambicioso.
- La meta de superávit fiscal (casi 13 mil millones de pesos) no es la que el staff del Fondo pretendía. Sin embargo, al menos para el año próximo, alcanza –con lo justo– para pagar intereses a todos los acreedores. El FMI, el Banco Mundial y el BID podrán pasar por ventanilla y cobrar 1500 millones de dólares. Suponiendo una quita del 70 por ciento a valor actual de la deuda con acreedores privados, éstos podrían llevarse otros 1600 millones de dólares de renta. El resto quedaría para repartir entre los titulares locales de préstamos garantizados, Boden y otros bonos.