ECONOMíA › DOS ECONOMISTAS RADICALES ANALIZAN EL PELIGRO DEL REGRESO
“Menem es el festival de la nostalgia”
Por Julio Nudler
”Carlos Menem parece soñar que con algunas medidas financieras la Argentina podrá recuperar el crédito. El y Elisa Carrió –ella a su manera– son el festival de la nostalgia.” Lo dice ante Página/12 un economista radical, experto en finanzas, que jugó un papel clave en el gobierno de la Alianza y se atiene, desde la caída, a un estricto bajo perfil, en tributo del cual pide anonimato. En su visión, corrientes como la de Lilita y la de Ricardo López Murphy no son otra cosa que una interna de la Unión Cívica Radical que, como no pudo darse dentro del partido, se está dirimiendo por fuera de él. En cuanto a Menem, otro economista radical –que tampoco quiere ser nombrado y formó parte del equipo de José Luis Machinea– siente que tiene alta probabilidad de reconquistar el poder, mientras que ve a Carrió como “un salto a lo desconocido, pero malo”.
De la entrevista con la primera fuente se extrae una visión incierta. “Esto es la jabonería de Vieytes –dice–. Por ahora las ideas no aparecen, pero en algún momento alguien empezará a sintetizarlas y se ofrecerá a llevarnos a través del desierto.” Insiste en que no hay atajos financieros, que la Argentina deberá encontrar la manera de acumular capital a partir de los propios recursos, porque por algún tiempo no habrá financiación de fuera ni capitales.
Menem, sostiene, no lee bien la situación actual del mercado internacional, y ya no tiene activos para vender, sino al revés. La dolarización no sirve para recuperar el financiamiento externo, como lo demuestra Ecuador, y la offshoreización de la banca no va a proveer crédito en el país. Además, “quizá pueda dolarizar Buenos Aires, ¿pero cómo van a hacer con la puna? El país se desintegraría, rompería con la historia y con la geografía.”
A Carrió le pregunta cómo podrá afrontarse un shock de demanda sin haber renegociado la deuda externa ni arreglado el sistema bancario. “La salida -asegura- pasa por reconocer que la reconstrucción será ardua. Las instituciones argentinas son tan malas que desde 1930 el país sólo logró vivir un período de crecimiento sostenido entre 1964 y 1974, a una tasa del 4 por ciento anual acumulativo.”
La segunda fuente siente, de todas formas, que la idea de que “con Menem vivíamos mejor” pesará decisivamente, y que la depresión económica y el hambre cambiaron drásticamente las prioridades. “La inmoralidad, la corrupción no estarán en el centro del debate. Y para los estadounidenses, Menem será un villano, pero es `nuestro villano’. El es quien más fácilmente logrará negociar, abrir puertas.” Pero no es su única ventaja, según este interlocutor.
“Nosotros (la Alianza) nos pasamos discutiendo si Mercosur o Alca –se burla–. Menem no duda: opta por Estados Unidos. Será ilusorio, ¿pero el Mercosur no lo es? Tiene además mucha plata para la campaña, una propuesta compacta y un buen equipo técnico.” Pero incógnitas no faltan: “¿Menem será consciente de que esta década es diferente de la anterior? La alianza de grandes empresarios y sindicalistas con que contó se basó en el ingreso de capitales. Esto ya no es posible. Sin embargo, esta pregunta no vale sólo para Menem”.