EL MUNDO › HABLA ROHAN KUMAR GUNARATNA, EXPERTO EN AL-QAIDA Y BIN LADEN
Primera multinacional terrorista
Detrás de los atentados de los que esta semana se cumplió un año hay una organización tentacular y ubicua, muy sofisticada y cambiante, que constituye el primer grupo terrorista multinacional de la historia. En este reportaje de Página/12, habla el principal experto en el tema.
Por Eduardo Febbro
Rohan Kumar Gunaratna es una suma enciclopédica. Investigador en el Centro de Estudios sobre el Terrorismo en la Universidad de St. Andrews, en Escocia, Gunaratna es el especialista mundial de la red Al-Qaida. No se trata de un teórico o de un pensador, sino de un hombre de terreno. Este srilanqués de 42 años pasó ocho años de su vida recorriendo Asia, Medio Oriente, Africa y Europa para recabar el testimonio de los principales protagonistas, es decir, más de 200 terroristas. Gunaratna tuvo acceso a miles de documentos y resúmenes internos pertenecientes a la organización de Osama bin Laden y estudió cada uno de sus gestos a fin de comprender la tentacular estructura de Al-Qaida. Para este experto fuera de lo común, Al-Qaida está lejos de haber sido desactivada, su dirección sigue intacta y, afirma, “el próximo atentado es una cuestión de tiempo”. Peor aún, para Gunaratna, a pesar de que la “base afgana” de Al-Qaida haya sido destruida, la organización mantiene viva su estructura terrorista internacional y es capaz de utilizar armas químicas, biológicas y nucleares para alcanzar sus fines. Gunaratna tiene una teoría que prueba en esta entrevista y que aparece perfectamente explayada en el libro que acaba de publicar en francés, Al-Qaida, en el corazón de la primera red terrorista mundial. Según el investigador, la red de Bin Laden es el primer grupo terrorista multinacional de la historia de la humanidad.
–Un año después del 11 de septiembre, ¿cómo se explica la osadía y la confianza que tuvo Bin Laden para perpetrar un acto semejante?
–No hay que olvidar que el estado mayor de Al-Qaida y Bin Laden tenían una inmensa confianza en sus capacidades militares porque fueron ellos quienes derrotaron a una de las grandes potencias del mundo, es decir, la ex Unión Soviética. Los mujaidines afganos junto a los combatientes extranjeros traídos y entrenados por Bin Laden vencieron al Ejército Rojo durante la invasión soviética de Afganistán. Es lícito reconocer que EE.UU. aportó fondos y armas, pero quienes pelearon en el terreno fueron ellos. Es preciso entender que Al-Qaida no es una mera organización terrorista como cualquier otra. La red, cuando actúa, lo hace con el objetivo de golpear en lugares estratégicos. Esa es la razón por la cual invierte sumas importantes y se toma su tiempo para preparar los atentados. Al-Qaida trabaja como un motor de inspiración para los otros grupos terroristas. ¿Acaso Bin Laden no definió a Al-Qaida como la punta de la flecha del Islam? Al-Qaida es un caso aparte. Se trata del primer grupo terrorista multinacional de toda la historia. Su ficha es elocuente: el primer grupo de Al-Qaida se formó con personas oriundas de 40 países distintos que terminaron operando en 94 países. Se trata de una suerte de conglomerado que nuclea muchas organizaciones. Por otra parte, Al-Qaida difiere de los demás grupos por sus soportes de operación. Es el único que le presta suma atención a las tecnologías, que se interesa en todo tipo de armas, las biológicas, las químicas y las nucleares.
–¿El 11 de septiembre fue entonces como un operativo ejemplo, como una suerte de misión fundadora?
–Sí. La dirección de Al-Qaida pensó que atacando objetivos como los del 11 de septiembre Estados Unidos entendería que lo mejor era no meterse con el mundo musulmán.
–¿Se puede decir que, en el caso de Al-Qaida, se trata de una guerra religiosa?
–El objetivo de Al-Qaida consistió en instaurar Estados islámicos en los países árabes de Medio Oriente. Pero como EE.UU. aparecía siempre como el protector de esos países, el grupo decidió cambiar su estrategia y atacar a EE.UU., cambiando la localización de los objetivos, es decir, llevando la guerra al corazón de Occidente o golpeando los emblemas de sus intereses para lograr que los norteamericanos evacuaran Medio Oriente.
–¿Se puede afirmar hoy que la red Al-Qaida ha sido destruida, que sus miembros más importantes, muertos o en la clandestinidad, perdieron la capacidad de volver a montar operaciones de gran alcance como la del 11 de septiembre o los atentados contras las embajadas de EE.UU. en Dar es Salaam y Nairobi?
–El sector de la red de Al-Qaida que estaba implantado en Afganistán fue efectivamente eliminado. Con la caída de los talibanes, Bin Laden perdió uno de sus pilares más sólidos. Si embargo, hay que saber que Al-Qaida consta de una estructura dividida en tres partes: la dirección, la organización militar que en un momento estuvo en Afganistán y toda la infraestructura terrorista, repartida en los cuatro puntos cardinales del planeta. Ahora bien, la dirección de Al-Qaida está intacta, la infraestructura terrorista que se encontraba fuera del territorio afgano resultó afectada, pero ésta conserva no obstante toda sus capacidades de acción y, sobre todo, aún constituye un polo de atracción entre los islamistas. La propaganda es muy fuerte. En lo que atañe al sector que operaba en Afganistán, efectivamente éste sufrió con los bombardeos. La mitad de la unidad especial de Al-Qaida, la brigada 055, fue destruida, pero, un año después, gracias a la capacidad que tiene el grupo, la brigada ha sido reconstruida. Las motivaciones ideológicas se mantienen siempre vigentes. Le puedo dar un dato: en Gran Bretaña, menos del 5 por ciento de las comunicaciones de la red son interceptadas. En cuanto al alcance de la lucha antiterrorista, debo decir que la red cuenta aún con fuentes de financiación importantes. Pese a los 120 millones de dólares de Al-Qaida bloqueados en Estados Unidos y Europa, la organización consigue siempre dinero. Al-Qaida controla varios circuitos de dinero ilícito en Europa y obtiene fondos de las organizaciones caritativas islámicas que infiltró. Por último, una buena parte de los fondos de Al-Qaida fueron transformados en piedras preciosas, en oro, en bienes inmobiliarios o invertidos en diversas industrias como la del papel. A esto hay que agregarle la fortuna personal de Bin Laden y el hecho de que, a pesar de todo, Bin Laden conservó los lazos con muchos de sus amigos, tanto en los países del Golfo como en Arabia Saudita. Asimismo, gracias a las garantías jurídicas que ofrecen los países europeos, los miembros de Al-Qaida siguen hablando en las mezquitas y buscando nuevos miembros. Creo que lo más esencial de los militantes de Al-Qaida es su motivación psicológica, no la formación militar. Eso hace de ellos terroristas temibles porque, como Mohammed Atta, pueden compenetrarse en las sociedades en que viven, deslizarse en ellas como lo hizo Atta en la sociedad norteamericana, sin perder por ello la motivación. Al-Qaida tiene muchos adeptos en Medio Oriente y en Asia Central, donde pueden reclutar miembros sin problemas. La cantidad de personas que son sensibles a su discurso es enorme. En realidad, Al-Qaida es un grupo no demasiado grande, cuenta con alrededor de 3000 miembros. Pero si se toma en cuenta la cantidad de musulmanes provenientes de todo el mundo que se entrenaron en los campos de Afganistán, la cifra sube a 110.000. Esto significa que hay células activas de Al-Qaida en Estados Unidos y otros lugares.
–Da la impresión de que tanto EE.UU. como los países de Europa descubrieron la existencia de Al-Qaida de pronto. Ahora circulan muchas informaciones sobre su historia, sus miembros, sus objetivos, su sistema de funcionamiento, etc., etc. Pero estas informaciones dan cuenta de una existencia muy previa al descubrimiento real de Al-Qaida.
–Efectivamente, es asombroso que los norteamericanos hayan esperado el 11 de septiembre para combatir a Al-Qaida y los atentados contra las embajadas de Tanzania y Kenia, en 1998, para tomar conciencia de su existencia. El grupo existía desde hacía 10 años.
–Durante la ofensiva norteamericana en Afganistán, Bin Laden apareció varias veces en la televisión interpelando a los musulmanes, llamándolos a protagonizar una guerra ampliada. Pero sus llamados no tuvieron ningún efecto. ¿Puede afirmarse hoy que, si está vivo, Bin Laden conserva todavía su influencia, su poder de convocatoria?
–Uno de los mayores fracasos de la campaña norteamericana en Afganistán consistió en no haberlo capturado. Mientras esté con vida, Bin Laden y Al-Qaida seguirán conquistando militantes. La organización es sólida y está bien implantada. Con todo, estoy convencido de que si Bin Laden apareciera muerto, la organización continuaría funcionando. Hay gente para remplazarlo, personas como Ahmed Zawahiri, que conocen perfectamente los meandros de la organización.
–La prensa occidental agita a menudo el espectro de las armas de destrucción masiva en poder de Al-Qaida. ¿Es cierto, no se trata de una mera especulación?
–Cuando la red funcionaba en Sudán trató de comprar uranio. Luego intentó comprar material a las mafias de la ex URSS y terminó estableciendo lazos con científicos paquistaníes. La red fue hasta crear empresas pantalla parar adquirir material sensible en el extranjero.
–Informaciones convergentes indican que, contrariamente a lo que se cree, Al-Qaida siguió en actividad luego del 11 de septiembre.
–Sí, en efecto, pero con algunos cambios. El 11 de septiembre significó un cambio de estrategia. Antes del 11 de septiembre, Al-Qaida elegía blancos estratégicos. Ahora, los blancos son tácticos, de menor escala. El intento de atentado contra la embajada de EE.UU. y el Centro Cultural norteamericano en París, el plan para envenenar el sistema de suministro de agua de la embajada norteamericana en Roma, el atentado contra una sinagoga en Túnez o la bomba que destruyó el autocar con los técnicos franceses en Karachi son elementos de esa estrategia donde los blancos son menores. Creo que el próximo ataque es una mera cuestión de tiempo. Al-Qaida está preparando otras operaciones pero éstas no serán de gran envergadura. Los operativos similares a los del 11 de septiembre requieren mucha preparación y la intervención de demasiada gente. Pero decir que Al-Qaida cambió sus planes para no perpetrar más que operativos limitados no significa que estos atentados no sean sangrientos. Por el momento, el estado de alerta mundial impide las acciones de gran envergadura.