Lunes, 13 de octubre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA CON CARLOS OMINAMI, SENADOR DE LA CONCERTACIóN CHILENA
A menos de quince días de los comicios municipales y a un año de la elección presidencial, el socialista Ominami señala los problemas de la alianza oficialista. “La Concertación, hoy fragmentada, aparece mucho más como el pasado que el futuro”, afirma.
Por Mercedes López San Miguel
Está parado a las nueve en punto en el lobby del hotel en el centro porteño. Tiene puesto un saco con pitucones y una camisa sin corbata. Su rostro parece casi inmune al paso del tiempo y de los avatares de la política. Carlos Ominami, senador por el Partido Socialista en Chile, una de las formaciones medulares de la Concertación, habla sin rodeos no bien se acomoda. Señala que la alianza gobernante que hoy lidera la presidenta Michelle Bachelet tiene que resolver dos aspectos primordiales: diseñar un programa a futuro y elegir un candidato presidencial. Los tiempos corren. El próximo 26 se realizarán las elecciones municipales y en un año, el gran round electoral.
–El gobierno no hizo cambios estructurales y parece a contramano de otros procesos en la región. ¿Cuál es el balance de cara a las presidenciales?
–La Concertación ya lleva 18 años en el gobierno y tiene que enfrentar un desafío electoral de gran envergadura. Chile ofrece un ejemplo contradictorio de una transición reconocidamente exitosa: restableció las libertades básicas, instaló e hizo funcionar la instituciones democráticas clásicas y logró tener una economía bastante dinámica. El centroizquierda en el poder de-sarrolló una gestión fiscalmente responsable e hizo avances en la lucha contra la pobreza. Pero esta transición fue restringiendo las posibilidades de un cambio estructural. Y lo que se produjo es una gran atomización social en una democracia de baja intensidad.
–¿En qué sentido de baja intensidad?
–Con poca participación, con una gran desafección de la ciudadanía respecto de las instituciones. Los jóvenes no manifiestan interés en inscribirse para votar porque perciben algo que es cierto: la política ha venido mermando su capacidad de transformación. En Chile, a diferencia de otras transiciones, se traspasaron los límites entre una economía y una sociedad de mercado. Hoy día, el mercado invadió prácticamente todas las esferas de la actividad social, todos los servicios públicos se privatizaron (el agua, la luz, el teléfono) e incluso la gran reforma de este gobierno, la previsional, se hace sobre la base de mantener un sistema de cuenta manejada por instituciones privadas.
–Sigue pendiente la redistribución...
–Entre otras cosas. El proyecto de la Concertación perdió sus contornos y no se diferencie sustancialmente de lo que la gente interpreta como centroderecha en Chile. Se han hecho esfuerzos interesantes en materia de políticas sociales pero son esfuerzos que fueron a la par del crecimiento del PBI. Por esta razón, el gran desafío es generar una sociedad más igualitaria. Logró reducir la pobreza, pero no la desigualdad. Insisto, se produjeron transformaciones sociales. La paradoja es que la nueva ciudadanía se siente menos representada por la Concertación siendo que nació de ella. Después de 18 años, bajó la credibilidad de la Concertación como agente de cambio.
–¿Hay diferencias irreconciliables dentro de la coalición en el poder?
–La Concertación fue experimentando fracturas. En estas elecciones municipales esto se va a expresar en el hecho de que hay sectores pequeños que rompieron con sus partidos dentro de la alianza y no son más parte del bloque.
–¿Por ejemplo?
–El presidente del Senado, que era Adolfo Zaldívar (un senador histórico demócratacristiano), ahora se postula como candidato por fuera. Esto puede hacer daño. Después la otra disidencia fue por el lado del Partido por la Democracia; con el senador Fernando Flores, que también armó un referente pequeño que se llama Chile Primero. Todo eso genera erosión y está por verse si la Concertación pierde su mayoría. La mayoría que difícilmente construimos en la última elección en 2005 la perdimos en la Cámara de Diputados y en el Senado, porque salieron dos senadores y cinco diputados.
–¿Fue a partir del polémico sistema de transporte, el Transantiago, y por la reforma de la educación reclamada por los estudiantes secundarios?
–Los parlamentarios salieron por el Transantiago. Este gobierno fue demasiado lejos en llevar los mecanismos de mercado a ámbitos que no corresponde. Eso genera una gran desazón. La gente ve que es una Concertación muy tibia, hay sectores de la alianza que se fueron a la derecha y algunos serían más republicanos que demócratas en la política norteamericana. Este es un gobierno que le queda un poco más de un año. Se instaló con la promesa de que iniciaba un nuevo ciclo. Quizás el hecho más irrebatible es que hay una mujer presidenta y que Chile no se destruyó, no se vino abajo. Se demostró que una mujer podía conducir el país. Creo que a una mujer los chilenos le pueden perdonar más. Bachelet está protegida también por su carisma y por su biografía.
–¿Cómo está la situación con los “pingüinos”?
–En Chile había una educación pública razonablemente buena. Hoy día la educación básica y media están en crisis y desfinanciadas.
–¿Mejoró el transporte?
–El Transantiago fue la expresión neoliberal. El país tenía tradición de hacer buenas políticas públicas. Aquí se buscó hacer una reforma completa del sistema de transporte en la ciudad de Santiago, para cinco millones de habitantes, sobre la base de que debía ser un servicio que reportara una rentabilidad importante a operadores privados. Se puso por delante la rentabilidad de éstos y no la calidad del servicio. Fue un éxito para los operadores y una tragedia para la gente.
–Pero, ¿mejoró?
–Fue mejorando por la transferencia de recursos monumentales. El Transantiago es una bomba racimo, sigue estallando por la calidad del servicio, en su dimensión política (por la pérdida de mayoría en el Congreso) y ahora por la declaratoria de inconstitucionalidad del crédito del Banco Interamericano.
–¿Quiénes son los candidatos a suceder a Bachelet?
–Ahí están todos los problemas. La Concertación aparece mucho más como el pasado que el futuro, porque no tiene resueltos sus problemas hacia adelante. Hay puntos clave: primero, que no tiene un oferta de futuro –-sí un gran catálogo de todo lo que hizo–; segundo, que no tiene un líder natural: la Concertación está fragmentada. Hay quienes dicen Ricardo Lagos, y el ex mandatario dice que no, otros que dicen Soledad Alvear y ella acepta, pero a condición de llegar hasta el final. Está el ex presidente Eduardo Frei y también José Miguel Insulza, secretario general de la OEA. Otros candidatos posibles son el ex ministro de Educación, Jorge Arrate, y un senador del socialismo, Alejandro Navarro, que se caracteriza por ser el más defensor de Chávez. Entonces no tiene programa, no tiene mecanismo y no tiene candidato. Dijimos que íbamos a resolver esto después del 26 de octubre y la fecha la tenemos encima...
–¿Cómo será el desempeño en las municipales?
–Las municipales del 2004 fueron muy importantes porque la derecha generó una gran expectativa en torno de ganarlas y vivió una gran derrota. La sensación esta vez es distinta. Sebastián Piñera sabe que la Concertación sigue siendo fuerte en el ámbito local y aspira a reducir la diferencia.
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