El presidente de Guatemala, Alvaro Colom, anunció el relevo de los cinco integrantes de la cúpula militar, encabezada por el ahora ex ministro de Defensa Marco Tulio García Franco, informó el propio mandatario en rueda de prensa. “Es un cambio necesario que realizo en mi calidad de comandante general del ejército”, dijo Colom, a la vez que esto supone que los relevos le permitirán cumplir el compromiso que mantiene desde el inicio de su administración con respecto al fortalecimiento del Ministerio de Defensa. En su decisión habría pesado la negativa de García Franco a entregar los archivos militares a la Secretaría de la Paz.

Esta es la primera vez en lo que va del gobierno socialdemócrata de Colom, que se inició en enero del 2008, que se produce un relevo completo en la cúpula de las Fuerzas Armadas. Según él, su determinación también le permitirá “armonizar, fortalecer y evolucionar” la relación del alto mando militar con su persona. “Se mantienen los mismos lineamientos de continuidad y cumplimiento a los acuerdos de paz y modernización de la institución armada, que es un compromiso de los acuerdos de paz, así como la subordinación al poder civil y el hecho de conformar una institución apolítica obediente y no deliberante”, subrayó el mandatario.

El gobernante guatemalteco eligió como nuevo ministro de la Defensa Nacional al general Abraham Valenzuela González. Entre otras designaciones, nombró al vicealmirante Roberto Campos viceministro de la Defensa; al general Juan José Ruiz, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, y al coronel Aníbal Flores España, inspector general del Ejército.

Colom descartó que su decisión se deba a algún tipo de insubordinación por parte de los cesados y aseguró que las Fuerzas Armadas son una institución obediente, que mantiene su completa subordinación al poder civil. En este sentido, el mandatario añadió que el ejército continuará con su proceso de modernización en pleno cumplimiento de los acuerdos de paz suscritos en diciembre de 1996 entre el gobierno y la antigua guerrilla izquierdista, los cuales pusieron fin a una guerra interna de 36 años que se cobró la vida de 200.000 personas. Además, se hacía más imperativo el cambio en vistas al plan de lucha contra el narcotráfico que el gobierno planea comenzar a partir de enero en las zonas norte y noroeste del país.

Sin embargo, según una fuente del Poder Ejecutivo, el objetivo de la medida sería garantizar la “fidelidad” del ejército guatemalteco para con su gobierno. “El presidente necesita de un ejército fiel, dispuesto a cumplir con sus planes de seguridad y combate al narcotráfico, que colabore con las fuerzas civiles y no obstaculicen el trabajo”, dijo a la prensa un asesor de Colom en materia de seguridad y defensa, que pidió reserva de su identidad. Aunque la fuente insiste en que “en ningún momento hubo actitudes de insubordinación” por parte de los militares relevados, sostiene que el gobernante “prefirió contar con interlocutores de mayor confianza y disposición”. En la misma línea, funcionarios cercanos al presidente descartaron que existiera una mala relación con los militares relevados, aunque se admite que los antiguos jefes castrenses, de alguna manera boicoteaban los planes de seguridad del gobierno, “al tratar de debilitar aún más a la Policía Nacional Civil (PNC)”.

La supuesta desobediencia del general García de no entregar los archivos militares a la Secretaría de la Paz de la Presidencia para recabar información sobre la suerte que corrieron miles de opositores al gobierno durante la guerra interna de 36 años que padeció Guatemala entre 1960 y 1996, también habría pesado en la decisión de Colom.