Miércoles, 27 de mayo de 2009 | Hoy
EL MUNDO › DESPUéS DEL ENSAYO NUCLEAR, PYONGYANG VOLVIó A LA CARGA CON UNA NUEVA MUESTRA DE PODERíO BéLICO
Después de su segunda prueba nuclear en tres años –con apenas 25 minutos de preaviso a Estados Unidos–, el régimen norcoreano ayer echó sal a la herida diplomática disparando a título de prueba tres misiles de corto alcance.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
El presidente Barack Obama está sopesando un posible cordón naval sanitario alrededor de Corea del Norte como forma de endurecer las sanciones, en medio de una gran crisis global de las pruebas nucleares y misilísticas hechas por el reclusivo país comunista. Después de su segunda prueba nuclear en tres años –con apenas 25 minutos de preaviso a Estados Unidos–, el régimen ayer echó sal a la herida diplomática disparando a título de prueba tres misiles de corto alcance.
La actitud de Corea del Norte de desafío fue “provocativa, desestabilizadora y amenazante”, dijo Susan Rice, la embajadora de Washington a las Naciones Unidas, subrayando que la administración Obama no permitiría que Pyongyang tuviera su propia capacidad para fabricar armas nucleares, o que exportara tecnología nuclear o materiales. Dijo que, al llevar a cabo las pruebas, el régimen había logrado aislarse aún más, como lo demostró la rápida y unánime respuesta del Consejo de Seguridad el lunes, condenando las acciones como una violación a la resolución de 2006, prohibiendo a Corea del Norte que hiciera más pruebas nucleares.
Todas las opciones estaban sobre la mesa, declaró Rice, repitiendo la formulación de Estados Unidos en momentos previos de impasse. Pero advirtió específicamente que Washington estaba preparada para “apurar” los esfuerzos “para interceptar y destruir la carga prohibida desde Corea del Norte”.
Pero tales declaraciones duras sólo ponen de manifiesto el dilema para el gobierno de Estados Unidos –como lo hacen los consejos que llueven sobre la administración de todos lados–. Algunos especialistas en política exterior instan a la Casa Blanca a prestar más atención a Pyongyang, diciendo que la prueba fue simplemente una expresión de su frustración por ser ignorados hasta ahora en los cuatro meses de la administración Obama. Otros consejeros tienen la opinión contraria, sosteniendo que la respuesta más efectiva es precisamente ignorar el régimen. Esta escuela dice que Corea del Norte desea sólo atención, y ser reconocida como un alto miembro del club nuclear.
Algunos observadores de Corea del Norte ponen su fe en China y hasta en menor grado en Rusia, respaldados en las condenas inusualmente duras a la prueba emitidas por Beijing y Moscú. Otros sin embargo, advierten que China, el socio clave de Corea del Norte, desea sobre todo prevenir un Estado pro Estados Unidos unificado en la península coreana. La preocupación de Beijing es evitar una caída desestabilizadora de un Estado vecino. Algunos expertos defienden la resurrección de las empantanadas conversaciones de las seis naciones que involucran a Corea del Norte, Estados Unidos, Rusia, China, Japón y Corea del Sur, pero otros insisten en que la mejor opción son las conversaciones bilaterales directas entre Estados Unidos y Corea del Norte.
En realidad, todos estos caminos han sido ya probados, y todos han fracasado en el pasado. La administración Clinton en 1994 ofreció ayuda y otros incentivos para persuadir a Pyongyang para que detenga su programa nuclear, sólo para que este último renegara del trato.
La siguiente administración Bush hablaba con dureza, incluyendo a Corea del Norte entre los miembros del “eje del mal”, pero no pudo evitar que echara a los inspectores de armas de la ONU a fines de 2002, y que llevara a cabo su primera prueba nuclear cuatro años más tarde. Para 2007, la Casa Blanca de Bush revirtió el curso y llegó a un acuerdo por el cual Corea del Norte desmantelaría su principal planta nuclear, pero Pyongyang renegó de ese trato también.
Los funcionarios de Estados Unidos dicen que la mayor amenaza no es el lanzamiento de un misil nuclear norcoreano sino las exportaciones a los Estados renegados o a grupos terroristas. La última prueba involucró un artefacto más o menos del tamaño de las bombas lanzadas en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki. Las inspecciones navales, autorizadas por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en 2006, ayudarían a contrarrestar esta amenaza. Pero no han sido efectivizadas en parte por preocupación por la respuesta de Pyongyang, que lo consideraría un “acto de guerra”. Sin embargo, “aparte de que los chinos les cortaran el petróleo, ésta podría ser la única medida que les mostraría que somos serios” dijo un alto funcionario estadounidense a The New York Times.
Una gran preocupación en Washington es que, si Corea del Norte logra hacer pruebas impunemente, Irán apurará sus esfuerzos por adquirir un arma nuclear.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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