Miércoles, 29 de julio de 2009 | Hoy
EL MUNDO › WASHINGTON PRESIONA AL RéGIMEN GOLPISTA, PERO MICHELETTI NO ACEPTA TODAVíA EL PLAN DE ARIAS
Ayer el Departamento de Estado suspendió la visa de cuatro funcionarios del régimen de facto y puso en revisión al resto. Hace cinco días que Washington espera la respuesta del dictador Roberto Micheletti sobre el plan de Arias.
Al gobierno norteamericano se le acabó la paciencia con los golpistas hondureños. Ayer el Departamento de Estado suspendió la visa de cuatro funcionarios del régimen de facto y puso en revisión al resto. Hace cinco días que Washington espera la respuesta del dictador Roberto Micheletti sobre el plan presentado en Costa Rica para reinstalar al presidente Manuel Zelaya, y ayer Micheletti advirtió en un editorial en el Wall Street Journal que su decisión tomará unos días más. Por eso, explicó el vocero del Departamento de Estado, decidieron apretar un poco las tuercas, según sus propias palabras. De los cuatro funcionarios hondureños afectados, el régimen de facto de Tegucigalpa confirmó a dos: Tomás Arita, el juez que ordenó la detención de Zelaya, y Alfredo Saavedra, el diputado que reemplazó a Micheletti en la presidencia del Congreso después del golpe. Zelaya celebró la decisión, pero pidió seguir apretando las tuercas del régimen de facto.
“Es una medida correcta, pero debemos seguir insistiéndole a Estados Unidos para que apriete más a los golpistas y dé una demostración muy evidente de su repudio a este golpe de Estado”, aseguró Zelaya en una entrevista con Telesur desde su campamento en la frontera, a sólo unos kilómetros de Honduras. La suspensión de las visas a los golpistas era el gesto que el presidente hondureño y sus aliados le reclamaban a Washington desde hace semanas. Por eso ayer hasta el gobierno de Hugo Chávez celebró la decisión. El canciller venezolano Nicolás Maduro aprovechó la visita de su par español, Miguel Angel Moratinos, para felicitar a Washington. Su invitado, por su parte, prometió convencer a la Unión Europea para que siga los pasos del Departamento de Estado y suspenda las visas diplomáticas a todos los funcionarios del régimen de facto hondureño.
Mientras la decisión de Washington envalentonaba al resto de las potencias occidentales a aumentar la presión sobre el pequeño país centroamericano, en Tegucigalpa el régimen de facto no acusó recibo, o eso intentó demostrar. “No tengo ningún inconveniente que el señor embajador estadounidense Hugo Llorens nos quite, por lo menos a mí, la visa. No tiene un derecho justificado para hacerlo, pero Estados Unidos es Estados Unidos”, aseguró Micheletti anoche. Según dijo, nadie se comunicó con él, aunque algunas versiones periodísticas lo señalaban a él, a un general del Ejército y al presidente de la Corte Suprema como los otros posibles sancionados por Washington.
Uno de los que sí fueron afectados, el presidente de facto del Congreso, Saavedra, también le quitó dramatismo a la medida. “No es necesariamente que me quite el sueño, debo ser respetuoso de las decisiones de otros pueblos. Tenemos una excelente relación con el gobierno de Estados Unidos y su pueblo. Su servidor siempre ha tenido afinidad y mucha relación directa y nosotros no tenemos ningún inconveniente”, señaló y se confesó optimista para el futuro.
Saavedra sabe que el gobierno norteamericano aún está lejos de romper todo vínculo con el gobierno hondureño. Hasta ahora la Casa Blanca suspendió la ayuda militar y toda la asistencia financiera directa –como también lo hizo la Unión Europea, el Banco Mundial y el BID–, pero aún comparte programas multilaterales con el país centroamericano. Ayer Ian Kelly, el vocero del Departamento de Estado, anunció que estos últimos también están bajo revisión y podrían ser suspendidos si la dictadura no acepta el plan presentado en Costa Rica.
“Estamos tratando de hacer todo lo que puede para apoyar el proceso de mediación del presidente costarricense, Oscar Arias”, explicó Kelly. Desde Washington se niegan a dar por muerto el diálogo en San José y siguen reclamando una respuesta de la dictadura hondureña. Zelaya ya aceptó el plan, pero ayer Micheletti volvió a pedir más tiempo. “Estamos dispuestos a continuar las discusiones cuando la Corte Suprema, el fiscal general y el Congreso analicen la propuesta del presidente Arias”, señaló en un editorial que publicó ayer el diario The Wall Street Journal.
La negativa del presidente de facto irritó a Zelaya, quien había moderado sus palabras en los últimos días, especialmente con los militares hondureños y el gobierno norteamericano. Desde su campamento en la frontera, el presidente hondureño rechazó, enojado, la invitación para volver a Washington y reclamó a Washington más contundencia contra los golpistas. “Si Washington quiere hablar conmigo que envíe a un delegado aquí a Ocotal (Nicaragua) –sentenció y agregó, para explicar su decisión–, Clinton debe darse cuenta de que con la aprobación de muchos círculos de la derecha norteamericana en el poder, incluyéndose senadores, este golpe está manteniéndose allí.” El fin de semana un grupo de senadores norteamericanos conservadores visitaron Honduras para evaluar la situación política, pero sus conclusiones son aún un misterio.
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