EL MUNDO
El gato y el ratón, con la guerra como telón de fondo
Irak llegó a un acuerdo de 10 puntos con la ONU para mejorar su cooperación en la inspección de armas. Pero Estados Unidos y Gran Bretaña desconfían de que se trate de algo serio.
Por Julian Borger y
Helena Smith *
Desde Washington y Atenas
Irak y la ONU lograron ayer un acuerdo para lograr una mejor cooperación en la inspección de armas, pero hubo pocos indicios de que el trato satisficiera a Estados Unidos o Gran Bretaña y que detuviera el impulso hacia el conflicto. Según los 10 puntos acordados, Irak permitirá que sus científicos y sus funcionarios sean interrogados por los inspectores de la ONU sin un inspector del gobierno presente, aunque un alto funcionario del gobierno dijo que la gente entrevistada puede pedir un veedor. Mientras tanto, ayer comenzó el despliegue anunciado de 26.000 efectivos británicos hacia el Golfo y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas norteamericanas, general Richard Myers, se reunía con militares turcos en la base de Incirlik, cerca de Irak, para tratar la utilización de esa base para la ofensiva. Estados Unidos anunció la salida de 37.000 efectivos hacia la región, que estarían dentro de los 62.000 que ordenó desplegar el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, hace poco más de una semana.
En la reunión Irak-ONU no se habló de arreglos para las entrevistas llevadas a cabo fuera del país, como está pidiendo Estados Unidos, y tampoco hubo un acuerdo para que los aviones espías U2 norteamericanos puedan hacer misiones de reconocimiento para los inspectores. Bagdad dijo que no podía garantizar que los aviones no fueran derribados. Aunque el acuerdo fue bien recibido por el jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, es probable que lo no dicho en el tratado provea más municiones a las acusaciones de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre la no complacencia iraquí, cuando los inspectores presenten su informe el 27 de enero.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, trató ayer de persuadir a los miembros del Consejo de Seguridad de que se formen un juicio definitivo sobre la actitud iraquí inmediatamente después del informe. Sobre el tema de las entrevistas privadas con científicos iraquíes, un funcionario británico dijo: “Esto ya estaba acordado en una resolución de la ONU. No es cuestión que Irak acuerde o no. Es cuestión de que cumplan con ello”. Bajo otra cláusula del tratado, los iraquíes acordaron enviar sus propios equipos en busca de armas que pueden haber sido omitidas en un inventario entregado a la ONU en diciembre. Irak ya declaró la existencia de cuatro municiones químicas vacías más, después que los inspectores de la ONU se encontraron con 12 la semana pasada. Pero en dos días de conversaciones no se logró un acuerdo sobre el uso de los aviones espías U2.
Amir al Saadi, el consejero presidencial que dirigió la delegación iraquí en las conversaciones, dijo: “Es uno de los puntos urticantes. Tenemos reservas acerca de tener un avión espía. Nos dicen que estará volando con los colores de la ONU, pero igual será un avión espía. Entrar a Irak y moverse alrededor del país durante seis horas nos presenta una dificultad con respecto a nuestras capacidades de defensa aérea. Por lo tanto no podemos responsabilizarnos por la seguridad del avión de la ONU y de su tripulación”.
Anoche, en Atenas, de regreso a Estados Unidos, Blix dijo que pensaba que Irak mantendría los términos del acuerdo, pero que dejaba muchos temas del desarme sin resolver. “Por supuesto que no discutimos los temas abiertos del pasado, las armas de destrucción masiva que se suponen que están incluidas en la declaración de 12.000 páginas y que nosotros no creemos que lo estén”, dijo Blix. “Les dijimos a los iraquíes que deberían darnos más información o por lo menos decirle a la gente dónde es que creen que hay información relevante.”
La clave al acuerdo era la aceptación por primera vez de Irak para que los científicos y otros funcionarios pudieran someterse a entrevistas privadas por los inspectores de la ONU sin funcionarios del gobierno en la habitación. Sin embargo, Al Saadi dijo que los científicos podrían pedir un veedor. “Siempre hemos alentado este acuerdo pero los mismoscientíficos siempre pidieron alguna salvaguarda para ellos mismos y para la información, para que no sea malinterpretada”, dijo. “De manera que este asunto sigue siendo prerrogativa de la persona misma.” Dijo que las conversaciones no tocaron el tema de la posibilidad de que esas entrevistas tuvieran lugar fuera de Irak, como se permite por la resolución 1441 de la ONU.
Powell se reunió con su colega británico, Jack Straw, y una docena de otros ministros extranjeros de las naciones del Consejo de Seguridad, para persuadirlos de que trataran el informe del 27 de enero de Blix y Mohammed El Baradei como la prueba clave sobre la falta de cooperación iraquí y de que no esperaran un informe subsecuente el 27 de marzo. Powell dijo: “No debemos huir de nuestros deberes y nuestras responsabilidades cuando llegue ante nosotros el material antes de la semana que viene. No podemos dejar de tomar la acción que pueda ser necesaria por temor a lo que otros puedan hacer”.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère