EL MUNDO › ESTADOS UNIDOS, FRANCIA Y GRAN BRETAñA SE CONGRATULARON POR EL éXITO DE LOS OPERATIVOS
Aunque el Pentágono aseguró que el líder libio está cada vez más aislado, las tropas khadafistas volvieron a la ofensiva y ayer por la tarde ocuparon la zona central de una ciudad que estaba en manos de los rebeldes, Misrata.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La encogida coalición internacional que el sábado lanzó sus primeros ataques contra las fuerzas del coronel Khadafi volvió a pasar a la acción este domingo con una nueva ofensiva, esta vez contra la capital libia, Trípoli. La arremetida de anoche comenzó a las 19 horas GMT y pocos minutos después un portavoz del ejército libio anunció que había dado la orden a todas las unidades militares de acatar un alto el fuego inmediato. Contrariamente al anterior alto fuego, no respetado, éste no fue comunicado por Muammar Khadafi. El portavoz militar libio explicó anoche que la decisión de decretar un alto el fuego responde a “la muerte de civiles” y a los daños causados en edificios civiles y militares.
Las imágenes transmitidas por dos canales árabes, Al Jazeera y Al Arabiya, muestran a la defensa antiaérea de Trípoli en acción cuando uno de los aviones de la coalición sobrevolaba el sector donde se encuentra el cuartel en que reside Khadafi, Bab al Aziziyah, al sur de la capital. Fuentes francesas confirmaron por otra parte que ninguno de los aparatos de la coalición fueron alcanzados por los disparos. Poco después, el canal Al Arabiya aseguró que una densa columna de humo salía del complejo militar de Al Aziziyah.
Los aliados, en realidad, hasta ahora, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, se congratularon por el éxito de los operativos. William Gortney, un responsable del Pentágono, dijo que las fuerzas leales a Khadafi están cada vez más aisladas y que los operativos llevados a cabo hasta ahora “disminuyeron significativamente” tanto las capacidades aéreas como el alcance de los radares.
Sin embargo, las tropas khadafistas volvieron a la ofensiva y ayer por la tarde ocuparon la zona central de una ciudad que estaba en manos de los rebeldes, Misrata. Esta localidad fue uno de los blancos de la coalición en los ataques que inauguraron el operativo Odisea del amanecer. Entre tanto, Khadafi salió una vez más a escena y anunció que entregaría armas a todos los libios a fin de defender el país, prometió que la guerra “será larga” y reiteró que la derrota de Occidente era “inevitable”.
Los partes optimistas de los aliados no ocultaron lo que es una evidencia desde el principio, es decir, las profundas desavenencias en el seno de la coalición. Se anunció con reiterada insistencia que los países árabes estaban plenamente dentro de la coalición, pero la afirmación dista de ser exacta. Sólo uno de ellos proporcionó aviones, Qatar. La Liga Arabe, que había pedido de manera oficial que la ONU definiera una zona de exclusión aérea, salió el domingo a poner en tela de juicio con virulencia el inicio de la ofensiva. El secretario general de Liga Arabe, Amr Musa, estuvo en París en la cumbre organizada el sábado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y a la cual asistieron tres organismos, la ONU, la UA, Unión Africana, la misma Liga Arabe y 17 países. La cumbre precedió la intervención de la aviación francesa, que inauguró el operativo. Ayer, Amr Musa se desmarcó de las acciones militares. El responsable del organismo panárabe declaró que lo que estaba ocurriendo en Libia “difiere del objetivo que consistió en imponer una zona de exclusión aérea. Nosotros queremos la protección de los civiles y no que se bombardee a más civiles”. Amr Musa adelantó que convocaría con carácter de urgencia una reunión de la Liga. Los aliados le respondieron a través del portavoz de Barack Obama, quien hizo una interpretación amplia de la resolución de la ONU que autorizó la implementación de una zona de exclusión aérea. “La resolución aprobada por los árabes y el Consejo de Seguridad de la ONU incluye ‘todas las medidas necesarias’ para proteger a los civiles. Y ello, como ya lo hemos dicho, incluye una zona de exclusión aérea y también lo que va más allá”.
Este domingo trascendieron algunas informaciones importantes sobre la forma en que está configurada la coalición. Ello, con todo, no despega las dudas sobre qué ocurrirá en el futuro ni cuál es el verdadero propósito de la intervención occidental. En primer lugar, la misión Odisea del Amanecer no está actualmente bajo mando europeo sino norteamericano. El operativo está a cargo del general Carter F. Ham, jefe del US Africa Command (Africom) basado en Stuttgart, Alemania. Las fuerzas navales que intervienen en Odisea del amanecer, la Task Force Odyssey Dawn, también responden a los manos de Washington.
La Task está a cargo del almirante Samuel J Locklear, quien dirige el estado mayor a bordo del USS Mount Whitney. Nada parece realmente claro en este operativo. Londres declaró ayer que esperaba que en los próximos días la OTAN tome el control del operativo. “Espero que pasemos bajo el comando y control de la OTAN, aunque no sea una misión de la OTAN”, dijo el ministro británico de Defensa, Liam Fox. La OTAN todavía no tomó ninguna decisión, pero esta propuesta contrasta con la aberración manifestada por París ante la idea de ver acercarse la sombra de la Alianza Atlántica, una eventualidad que tornaría aún más compleja y tensa la relación y las reacciones de los países árabes. Menos la eficacia de las armas, todo parece montado con papel picado y pegado con broches sobre un hilo agitado por el viento.
Mientras tanto, en Libia, la guerra ha aglutinado a una dispar alianza que se ha dado en llamar “los rebeldes libios”, Los rebeldes, a quienes se los identifica con los “buenos” en oposición a los partidarios de Khadafi, son un cóctel de defensores de los derechos humanos; de jóvenes hartados de la dictadura de Khadafi que lanzaron la coalición Revolucionaria del 17 de febrero; de ministros de Khadafi que renunciaron a su cargo a raíz de los primeros bombardeos contra los civiles, como el ex titular de Justicia Mustafá Abdel Jalil; de ex aliados de los primeros tiempos de Khadafi caídos luego en desgracia, como el responsable del comité militar del gobierno de transición Omar el Jariri; de desertores del ejército, de voluntarios sin experiencia y, también, una curiosa cofradía de grupos por demás paradójicos.
Aunque resulte asombroso, entre quienes se llaman “los rebeldes” y que hoy están siendo ayudados por Occidente a derrocar a Khadafi, hay fervientes militantes del antiimperialismo. Uno de ellos es el Islamic Libyan Fighting Group. Se trata de un grupo fundado a mediados de los años ’90 por combatientes que habían ido a pelear a Afganistán junto a los talibán contra las tropas ocupantes de la desaparecida Unión Soviética. El Islamic Li-byan Fighting Group se implantó y prosperó en el este de Libia, la región “rebelde” por excelencia, y está considerado por el Departamento de Estado norteamericano como una “organización terrorista”. Esos combatientes que viajaron a Afganistán a desalojar al ejército rojo fueron, en esos años de la Guerra Fría, financiados y llevados por Washington a través de Osama bin Laden. Todos esos grupos, al igual que el jefe de Al Qaida, se convirtieron luego a un fervoroso antiimperialismo.
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