EL MUNDO • SUBNOTA › CUENTAS LIBIAS MULTIMILLONARIAS
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Poco después de que Italia comunicara oficialmente que había congelado bienes de Muammar Khadafi o de entidades libias por valor de casi 7000 millones de euros, despegaban los primeros aviones italianos destinados a apoyar las tareas de control de la “No fly zone” decidida por Naciones Unidas.
Durante todo el día se tuvo la impresión de que Italia estaba finalmente tomando una posición clara frente a la crisis libia. La indecisión, las dudas del gobierno de Silvio Berlusconi desde que comenzaron los problemas en el país nordafricano habían sido objeto de muchas críticas de parte de la oposición, que lo acusaba de querer mantener buenas relaciones con el líder libio por intereses personales y por haber firmado un tratado con Khadafi en 2008, nefasto para Italia. El gobierno, en cambio, sostuvo todo el tiempo que había que ser prudente. Tan prudente, recordó la prensa italiana, que parecía que el gobierno quería estar bien con Dios y con el diablo. Se hablaba de incautar los bienes libios, pero nada se concretaba. Se hablaba de la coalición, pero se ofrecía tímidamente sólo bases militares de apoyo logístico.
Pero ayer las cosas parecieron comenzar a aclararse.
Fue el embajador italiano ante la ONU, Cesare Maria Ragaglini, quien informó oficialmente sobre el secuestro de los bienes libios, indicándolo como una consecuencia de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad del 17 de marzo.
Del secuestro de los bienes libios se venía hablando en la Unión Europea desde hacía tiempo. España, Suiza y otros países lo pusieron en práctica ya a principios de marzo. Pero Italia, dudosa por lo que eso podía traer aparejado para las relaciones con Libia, había esquivado el bulto. Qué podrá significar la incautación de estos bienes a mediano o largo plazo para la economía italiana todavía está por verse. Basta recordar que Libia es accionista de uno de los bancos privados más importantes, Unicredit, de Fiat, de Finmecánica (conglomerado de industrias aeroespacial, militar, etc.) y del ENI, ente petrolífero italiano, entre otros.
De dos bases de Sicilia puestas a disposición de la coalición, partieron en la tarde de ayer los primeros ocho aviones italianos, cuatro Tornados –algunos cazabombarderos y otros preparados para suprimir las defensas aéreas con misiles Harm– y cuatro F16. Pero poco después Khadafi declaró el cese del fuego y Tornados y F16 volvieron a la base.
No obstante, la noticia de la partida de los aviones italianos se difundió como reguero de pólvora y no hizo más que aumentar la tensión que se percibe en la población italiana –especialmente al sur de la península–, que no quiere verse inmiscuida en una guerra con un vecino tan cercano y que considera peligroso.
“No estamos en guerra, sino dentro de una coalición”, dice el presidente Giorgio Napolitano. “Nuestras fuerzas armadas han hecho un análisis minucioso y han llegado a la conclusión de que Libia no tiene armas con la potencia cono para llegar al territorio italiano. La población puede estar tranquila”, dice Silvio Berlusconi. “Creo que no tienen capacidad militar suficiente, pero de todas maneras hay que estar atentos y actuar con prudencia”, dice por su parte uno de los dirigentes de la oposición. Massimo D’Alema, del Partido Democrático.
Khadafi, a su vez, ha prometido venganza, especialmente contra Italia, a la que acusa de “traición”.
La pregunta que se hacen todos ahora es cuáles son los verdaderos riesgos que corre Italia si la batalla –ya que por ahora no es una verdadera guerra– sigue adelante. ¿Cuál es la real potencia militar de Khadafi al que todos consideraban terminado hace poco más de un mes y perduró y reconquistó terreno? Además de las armas convencionales, ¿tiene armas químicas o de otro tipo en su poder? ¿Puede cambiar la correlación de fuerzas el hecho de que la Liga Arabe haya cuestionado los bombardeos de la coalición aunque al principio estaba de acuerdo con la resolución de la ONU?
Nadie, ni siquiera los países que le han vendido armas como Italia, está en condiciones de contestar con certeza estas preguntas, aseguran algunos analistas.
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