EL MUNDO › MARCO AURELIO GARCIA, ASESOR DE LULA

“No se puede usar dos pesos y dos medidas”

De paso por Buenos Aires, el hombre de confianza de Lula para la política internacional dijo a Página/12 que Brasil mantendrá la abstención sobre Cuba porque “no se puede evaluar la situación de los derechos humanos” con distintos patrones de medida.

 Por Martín Granovsky

Marco Aurelio García tiene su oficina a metros de la de Luiz Inácio Da Silva, en el Planalto, la casa de gobierno de Brasil. En lugar de enviar a este historiador a la Cancillería, Lula prefirió tenerlo cerca. Es su hombre de confianza desde que ocupaba la Secretaría de Relaciones Internacionales del Partido de los Trabajadores.
–¿Brasil repetirá la abstención sobre la cuestión cubana?
–Sí. Es la posición tradicional.
–Pero el gobierno de Lula no mantiene todo lo que hizo Fernando Henrique Cardoso. ¿Por qué sí insiste en el voto abstencionista sobre Cuba?
–Porque es complicado evaluar la situación de los derechos humanos con dos pesos y dos medidas.
–Sin embargo, aunque finalmente la moción fue derrotada en la ONU, Brasil votó a favor de discutir si en la guerra de Irak se estaban violando los derechos humanos.
–Claro, porque había evidencias de que se estaban produciendo violaciones. Pero de ninguna manera anticipamos un voto en el problema de fondo. Queríamos discutir. No adelantábamos una acusación contra ninguna parte. No éramos anti-alguien.
–¿Washington castigará a Brasil por su posición contraria a la guerra?
–No. No lo creemos, no corresponde, y además no es ésa la percepción que tenemos a partir de la gran cantidad de conversaciones en Brasilia y en Washington con las secretarías de Estado o de Defensa. No creo que tengamos problemas, aunque es obvio que a los Estados Unidos les hubiera gustado otra posición y es obvio, también, en un plano más general, que las negociaciones internacionales están supeditadas al ritmo de la situación que se vivirá al final de la guerra. Por otra parte, Brasil no tuvo una posición aislada.
–¿De quiénes más habla?
–Tampoco la Argentina estuvo por la guerra. Chile, miembro del Consejo de Seguridad, tuvo el valor de no votar la posición norteamericana y elevó una propuesta propia. Lo mismo México. Y eso no significa que pasaron a ser enemigos para los Estados Unidos.
–Usted fue enviado por Lula a negociar a Venezuela...
–...y estoy satisfecho. Las partes se sentaron a conversar. Bajaron los decibeles. Antes había una presión de masas gigantesca y un rechazo de masas también fuerte. Ahora los espacios de negociación son mayores gracias a que todos participamos. Inclusive la Argentina, porque el Presidente Duhalde envió al ex presidente Alfonsín.
–¿Y en Colombia? ¿Brasil busca armar un grupo de negociación internacional?
–Lo primero fue despejar la ambigüedad. Tenemos una relación oficial con el presidente Ernesto Uribe. Queremos garantizar que la frontera entre Colombia y Brasil esté protegida de eventuales violaciones por parte de cualquier grupo armado. De todos modos, no nos parece bien internacionalizar el conflicto interno. Es obvio que si hay que hacerlo, debe ser por medios pacíficos. Pero no nos ofrecemos específicamente para nada especial. Estamos dispuestos a ayudar. Por ejemplo, Colombia nos pidió que les transmitiéramos datos tomados del sistema de vigilancia de la Amazonia.
–¿Ustedes reconocen a la guerrilla de las FARC como parte beligerante?
–No. Ni como parte beligerante, ni como terroristas ni como nada.
–García, ¿los primeros 100 días de Lula fueron como esperaban, mejores o peores?
–Positivos. No solo no se produjo la catástrofe que muchos pronosticaban sino que tuvimos buenos resultados macroeconómicos. El dólar bajó a 3,20 reales, después de haber llegado a casi 4, y el riesgo descendió por debajo de los 1000 puntos. Esta no es una condición suficiente, pero sí necesaria. En seguridad pública por primera vez setrazó un plan realista, dialogamos como ningún otro gobierno con los Estados y con el Congreso nacional. Fíjese que jamás antes un presidente había pronunciado su discurso sobre el estado de la nación ante el Congreso, como Lula. Y puedo decirle, modestamente, que la política exterior fue un éxito.
–¿Está definida la futura relación con el Movimiento de los Sin Tierra?
–Estamos analizando el desarrollo agrario. Cardoso permitió muchos asentamientos, pero después no los asistió, y ahora no tienen comida ni forma de producirla. Son, casi, campamentos, no asentamientos agrícolas. Nosotros les propusimos a los Sin Tierra avanzar en el desarrollo de los asentamientos que ya se produjeron.
–¿Es compatible el compromiso de un superávit fiscal de 4,25 por ciento del producto bruto con el crecimiento?
–En un principio sí. Pero no para siempre. Nuestro objetivo es crecer distribuyendo, y distribuir para crecer, no en etapas distintas sino al mismo tiempo. Los críticos serios, a izquierda y a derecha, dicen estos días: “Quizás esta política fiscal de hoy no sea buena, pero o hay otra”. Igual, tenemos claro que eso no puede eternizarse. No continuamos profundizando lo que hacía Fernando Henrique Cardoso sino que lo corregimos. Frenamos el dólar cuando se esperaba lo contrario y dinamizamos el comercio exterior. Y hasta superamos los efectos de la irresponsabilidad de algunas fuerzas políticas, que hicieron disparar el dólar para provocar un efecto miedo contra la candidatura de Lula. ¿Se acuerda de cuando decían que Lula sería una combinación de la Argentina con Venezuela?
–Lo decía José Serra, el candidato de Cardoso.
–Es paradójico, ¿no? La crisis de Venezuela se arregla y la economía argentina se está recuperando.

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