Jueves, 30 de agosto de 2012 | Hoy
EL MUNDO › PAUL RYAN TIENE QUE AYUDAR AL CANDIDATO A CONECTARSE CON EL ALA MáS CONSERVADORA DEL PARTIDO REPUBLICANO
Católico, antiabortista y antimatrimonio entre personas del mismo sexo, Ryan se siente notoriamente más a gusto que su jefe Romney en campaña. Es congresista por Wisconsin, donde preside el Comité de Presupuesto de la Cámara baja.
El compañero de fórmula de Mitt Romney, el congresista conservador Paul Ryan, iba a ser la estrella en la convención republicana de Tampa, Florida, donde buscaría darle un empujón al partido a diez semanas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El discurso de Ryan, previsto para tarde en la noche local, fue antecedido por varios oradores, entre ellos la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice, el ex candidato a la presidencia John McCain, el gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño, y la gobernadora conservadora de Nuevo México, Susana Martínez. Fortuño apoya a Romney después de que éste, durante la campaña de las primarias, le prometiera convertir la isla en el estado 51 si así lo vota su población en un referéndum, que sin embargo no es vinculante en Estados Unidos.
Ryan, de 42 años, congresista por Wisconsin, donde preside el Comité de Presupuesto de la Cámara baja, tiene la tarea de hacer llegar a los militantes del partido y al país las ideas en materia de política económica del dúo republicano, ayudar a Romney a conectar con el ala conservadora del partido y conquistar a la juventud. Conocido por sus posturas conservadoras en asuntos sociales como el aborto y el matrimonio gay, Ryan es partidario de dar una lucha sin cuartel contra los déficit, especialmente a través de recortes drásticos en gastos sociales.
El discurso de Ryan es uno de los platos fuertes de la convención republicana que finaliza hoy con la intervención de Mitt Romney, durante la cual aceptará oficialmente la nominación como candidato presidencial de su partido. Ryan es un ultraconservador de 42 años con un discurso duro, dispuesto a acabar no solamente con la presidencia demócrata sino también con el modelo actual de Estado de bienestar en Estados Unidos. El momento de la verdad a este representante legislativo de Wisconsin le llegó ayer al pronunciar el discurso de aceptación de su nominación. Ryan es poco conocido por el público estadounidense. Su carrera ha transcurrido enteramente en la política, en Washington, desde sus inicios como asistente de un congresista hasta su primera elección al Congreso, que ganó a los 28 años. Desde entonces, logró siempre la victoria en su distrito de Wisconsin, con un discurso radical, dirigido precisamente a poner patas arriba al Congreso y al statu quo político en Washington.
Católico, contrario al aborto, apuesto y fanático del deporte, Ryan se siente notoriamente más a gusto que su jefe Romney en campaña. Cuando el ex gobernador y aspirante a la presidencia lo eligió el pasado 11 de agosto, el nombre de Ryan despertó el entusiasmo de la base más radical del Partido Republicano, el Tea Party. Su popularidad tiene largas raíces: Ryan presentó hace seis años un programa de gasto público que incluye nada menos que reformar el sistema de salud pública, cambiar el sistema de pensiones mediante bonos para que los jubilados contraten cobertura privada y profundos recortes en los programas sociales.
Ese programa pasó desapercibido, pero en 2010 la oleada conservadora que llevó a los republicanos a adueñarse de la Cámara de Representantes dio un vuelco a la situación política de Ryan. Ambicioso y con soltura en los pasillos del Congreso, Ryan consiguió convencer a la dirección de los republicanos de que valía la pena apostar por su propuesta. El representante por Wisconsin obtuvo la presidencia de la importante Comisión de Presupuesto de la Cámara. La mayoría republicana debatió y aprobó luego gran parte de sus propuestas en el pleno, un plan rechazado luego por los demócratas en el Senado.
Pero Ryan consiguió así que el debate llegara a primer plano en la escena política nacional, y luego a la carrera presidencial. Romney eligió a Ryan precisamente para alentar a las bases del partido, pero “históricamente, los candidatos a vicepresidente son una voz más en la campaña”, explicó Susan MacManus, experta en Ciencia Política de la Universidad del Sur de Florida.
Con su elección, Ryan parece que quiere evitar en todo caso el fracaso que supuso la candidata de 2008 y compañera de equipo del aspirante republicano John McCain, la gobernadora de Alaska Sarah Palin, que acumuló errores durante la campaña. Casado con una ex militante demócrata, padre de tres hijos, Ryan debía ayer presentar su lado más humano ante la convención de Tampa y la audiencia televisiva en todo el país, para convencer al electorado de que sus planes no alteran el contrato social vigente desde hace más de medio siglo.
Ayer Romney se encontraba haciendo campaña en Indiana ante veteranos del ejército y volvía nuevamente hoy a Tampa en la noche. En esta ciudad del golfo de Florida, la esposa de Romney, Ann, y su hijo Craig, asistieron a un evento de la Coalición Latina, organizado para acercarse al electorado hispano después de que el martes en la noche la aspirante a primera dama cautivara a la militancia con un discurso sobre amor, familia y exaltara las cualidades de su esposo. “Es muy importante que la comunidad latina se dé cuenta de cuán importante es esta elección para ellos”, dijo Ann Romney tras ser presentada por su hijo que habla español como la “estrella” del evento del martes. “La manera más simple de decirlo es, si Mitt Romney gana, gana Estados Unidos”, dijo la madre de cinco hijos y abuela de 18 nietos.
Condoleezza Rice se convertía ayer en la única integrante de la ex administración Bush en tener un papel visible en esta convención, que estuvo marcada por la ruptura de la campaña de Romney con la era del ex presidente texano.
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