Jueves, 22 de noviembre de 2012 | Hoy
EL MUNDO › UN POPULISTA XENóFOBO GANó LAS PRIMARIAS DE UMP, EL PARTIDO DE SARKOZY
Oficialmente, Jean-François Copé ganó las internas por apenas 98 votos. Pero el ex premier Fillon cuestionó la legitimidad de la victoria de su rival. Copé no tiene reparos en atacar públicamente a los musulmanes.
Por Eduardo Febbro
Desde París
La derecha francesa se muerde la cola y el corazón. La primera elección interna en el seno del partido del ex presidente Nicolas Sarkozy, la UMP (Unión por una Mayoría Popular), se convirtió en una farsa violenta que opuso a los dos contrincantes, el ex primer ministro de Sarkozy François Fillon y el heredero de los valores del sarkozismo, JeanFrançois Copé, en un pugilato que roza lo patético. Fundada en el año 2002 por el ex presidente conservador Jacques Chirac y el ex canciller Alain Juppé con la meta de modernizar la derecha anclada en los valores legados por el general De Gaulle, la UMP se desgarra públicamente en el proceso de elegir un sucesor a Sarkozy. Oficialmente, la elección primaria fue ganada por Jean-François Copé por una diferencia de apenas 98 votos. Sin embargo, después de una épica batalla de acusaciones y denuncias, el campo de François Fillon cuestionó la legitimidad de la victoria de su rival con el argumento según el cual la comisión electoral de la UMP no contabilizó los votos de tres territorios franceses de ultramar, Nueva Caledonia, Wallis et Futuna y Mayotte. Hasta que no se resuelva el enredo –si es que se resuelve–, Copé es el nuevo jefe de una derecha que, con él a la cabeza, oficializó el retorno al primer plano de la versión más extremista e impúdica de la derecha francesa.
Jean-François Copé es un calco de Nicolas Sarkozy, una copia conforme en todo el sentido de la palabra: populista, oportunista, agresivo, capaz de decir cualquier barbaridad con tal de mantener las riendas del poder y de entonar discursos xenófobos para captar al electorado envejecido que vota por la extrema derecha del Frente Nacional. Teórico y militante de “una derecha sin complejos”, Copé no tiene reparos en atacar públicamente a los musulmanes o en llegar al extremo de acusar a los niños musulmanes de robarles las medialunas a los niños franceses durante el período del Ramadán (el ayuno musulmán). Copé evoca a los extranjeros y a los homosexuales como si fuesen objetos tóxicos que es preciso apartar. No por nada los medios locales lo han apodado “el pequeño Sarkozy”. Es en casi todo similar al presidente que dejó el poder en mayo pasado, luego de perder la elección presidencial ante el socialista François Hollande. El triunfo de Copé en estas primarias minadas por las irregularidades consagra la derrota de la llamada “derecha civilizada” encarnada por el liberal conservador Fillon.
El ascenso a la jefatura de Copé refuerza también al ala más extremista de la UMP, perfectamente a tono con la campaña electoral xenófoba y nacionalista que protagonizó Sarkozy. En la visión que expone Copé y la corriente que lo izó a la cumbre, Francia es un país expuesto a todas las amenazas posibles e imaginables –sobre todo las imaginarias–, asediado por enemigos extranjeros contaminantes que buscan aprovecharse de la riqueza del país y corromper su “esencia”. Por ello juran ante quien quiera escucharlos que están dispuestos a dejar la vida para defender a la Francia inmortal, ese país acorralado por los foráneos, los mercados y las malas intenciones de Alemania.
El hombre que hoy imita a Sarkozy fue, sin embargo, su enemigo más atento. Sarkozy lo detestaba y lo primero que hizo cuando llegó a la presidencia fue cortarle las alas para que no avanzara. Pero su simpatía natural, sus propuestas populistas contra los extranjeros y su prosa culta y afilada le valieron los votos de un sector considerable del electorado. Como suele ocurrir a menudo en Francia, Copé asentó su autoridad con un libro, Manifiesto para una derecha sin complejos, en el cual plasmó la ruptura con el ala social de los conservadores: sin complejos quiere decir sin barrera de contención con las ideas de la ultraderecha del Frente Nacional. Sin complejos y sin vergüenza. Con el correr del tiempo, Copé, aislado por Sarkozy, consiguió contar con sus propias divisiones dentro de la UMP como para negociar con el ex presidente la dirección del partido a cambio de su pleno apoyo en las presidenciales de abril y mayo pasado.
Copé es el brillo del dinero, el lujo ostentoso y el resplandor del populismo que juega con los extremos en nombre de la defensa territorial. Su triunfo es apenas la parte visible de un inmenso seísmo que sacudió a la derecha francesa: se trata del triunfo del sarkozismo, del ascenso de una corriente llamada “La derecha fuerte”, creada después de la elección presidencial. “La derecha fuerte” barrió con los moderados, con los liberales sociales, con los herederos del gaullismo decente, con los conservadores elegantes y aristocráticos. El podio les pertenece a los lobos modernos, híper nacionalistas, paranoicos con las amenazas de que sería objeto Francia, propulsores de una síntesis entre lo social y la identidad, pulcros y educados, pero con ideas que huelen a la cara menos presentable de la historia.
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