EL MUNDO › EE.UU. ADMITIO HABER ATACADO UN CONVOY BUSCANDO A SADDAM
Un misterio rumbo a la frontera siria
La busca de Saddam Hussein y sus hijos llevó a EE.UU. a un confuso ataque que puede significar una crisis con Damasco.
El ataque estadounidense del miércoles pasado contra un convoy que se dirigía hacia la frontera siria estaba dirigido contra ex dirigentes del régimen. Pero nada indica que Saddam Hussein y su hijo estuvieran en los autos destruidos por los misiles norteamericanos. Según el diario Washington Post, se están analizando muestras de ADN de las víctimas para compararlas con el de Saddam, pero el Pentágono no confirmó esta versión. Sí admitió que el ataque pudo haber ocurrido en territorio sirio y confirmó que cinco guardias fronterizos sirios habían sido heridos, lo que podría complicar la difícil relación de Washington con Siria luego del final de la guerra de Irak.
La Casa Blanca está tratando el tema con mucha cautela. Su vocero, Ari Fleischer, confirmó ayer que el miércoles pasado hubo operativos contra “personas que pensamos estaban vinculadas al antiguo régimen” en Irak, pero se negó a decir si Saddam o personas cercanas a él estaban en el convoy. Philip Reeker, vocero del Departamento de Estado, tampoco quiso hablar del ataque y de una posible crisis diplomática con Siria. El enfrentamiento ocurrió el miércoles cerca de Qaim, en el oeste de Irak, junto a la frontera siria. La Fuerza Aérea norteamericana detectó un convoy de seis o siete autos que se dirigía hacia la frontera, y que se dividió en dos al ser sorprendido. El teniente coronel Gary Keck, vocero del Pentágono, admitió que en el ataque “hubo ciudadanos sirios involucrados”. Otro funcionario del Pentágono que no quiso dar su nombre dijo que no está al tanto de los análisis de ADN de las víctimas del ataque para compararlo con el de Saddam, como publicó ayer el Post. “Mucho de lo que se ha dicho no es exacto. Atacamos un convoy en una ruta y pensábamos que personalidades del antiguo régimen podían estar a bordo. Pero no sabemos quiénes”, declaró. El domingo, The Observer publicó que el ataque con misiles había sido lanzado después de que los estadounidenses interceptaran una conversación telefónica en la que supuestamente hablaba Saddam o uno de sus hijos.
Las esperanzas de Washington de atrapar a Saddam se acrecentaron luego de la detención de su secretario personal, Abed Hamid Mahmud Al Tikriti, el pasado 16 de junio. Este declaró que Saddam y sus dos hijos habían sobrevivido a los bombardeos y huido a Siria, pero poco después fueron obligados a volver a Irak. El Pentágono dijo no saber “si ésa es la verdad”. De todas formas, el misterio alrededor de Saddam puede complicar la ocupación de Irak, cuya duración comienza a preocupar a Washington. Varios senadores han asegurado que la ocupación puede extenderse hasta cinco años y han pedido a George W. Bush que explique la situación. Pero la Casa Blanca volvió a insistir con que “estaremos allá todo lo que haga falta, pero ni un día más”, según declaró ayer Fleischer.
Desde que el 1 de mayo Bush anunció el final de la guerra, 56 soldados estadounidenses han muerto en Irak por accidentes o ataques perpetrados por iraquíes. El domingo, una explosión destruyó un tramo del oleoducto que abastece de petróleo de Bagdad. Fuentes norteamericanas indicaron que se está investigando el incidente, pero no descartaron que haya sido un sabotaje a las exportaciones de crudo que se habían reanudado ese mismo día. Por otro lado, anoche explotó un depósito de basura en el centro de Bagdad. No hubo víctimas ni heridos. Mientras, la Autoridad Provisional para Irak (CPA) anunció ayer que en los próximos días se pagarán los sueldos atrasados de los ex militares iraquíes y que cerca de 250.000 de ellos recibirán una pensión mensual. Con esta medida, las fuerzas de ocupación buscan amainar la ola de protestas de los iraquíes, que se quejan de falta de seguridad y trabajo. El miércoles pasado, dos oficiales del desmantelado ejército de Hussein murieron en una manifestación donde los ex militares exigían el pago de sus salarios.