Jueves, 27 de junio de 2013 | Hoy
EL MUNDO › LA PROTESTA ESTUDIANTIL SE RADICALIZA EN CHILE
La jornada se inició con una treintena de barricadas incendiarias instaladas en las afueras de colegios y universidades de Santiago, que generaron grandes embotellamientos temprano en la mañana.
Los estudiantes chilenos protagonizaron ayer una violenta jornada de protestas, con barricadas incendiarias que provocaron el caos en Santiago, enfrentamientos tras una multitudinaria marcha y bloqueos en el acceso a yacimientos mineros, radicalizando sus reclamos por una profunda reforma educativa. La jornada se inició con una treintena de barricadas incendiarias instaladas en las afueras de colegios y universidades de Santiago, que generaron grandes embotellamientos temprano en la mañana, justo en la hora punta de movilización de la capital chilena, de seis millones de habitantes.
Los desórdenes fueron una acción coordinada de los estudiantes previa a una masiva manifestación que horas más tarde, a tres columnas por el centro de Santiago, reunió a cerca de 100.000 personas, según los organizadores. A la manifestación adhirieron varios gremios de trabajadores, que marcharon junto a los estudiantes, pero que también bloquearon el acceso a algunos yacimientos mineros estatales en el norte y sur del país o retrasaron el ingreso a sus trabajos.
“Hemos visto una marcha con una transversalidad que nos deja sumamente contentos, porque la lucha por nuestros derechos dejó de ser sólo estudiantil”, dijo Andrés Fielbaum, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. “Son miles las personas que nos acompañan, que han salido a las calles y eso marca el precedente de que a nuestro movimiento de suman trabajadores para constituirnos en una fuerza social transformadora”, señaló Moisés Paredes, vocero de los estudiantes secundarios.
La marcha, que se inició en tres puntos distintos del centro de Santiago, se realizó de forma pacífica, con bailes y alegres cánticos a lo largo de todo su recorrido. “Todos somos parte de cambio, sí a la educación de calidad e igualdad”, proclamaba uno de los miles de carteles levantados por los manifestantes.
Pero al finalizar, tal como en otras ocasiones, volvieron a registrarse enfrentamientos entre encapuchados y la policía, que en gran número resguardaba la manifestación. Los manifestantes lograron cortar el tránsito en la céntrica avenida Alameda, atacaron locales comerciales –que debieron bajar sus cortinas– y destruyeron el mobiliario público.
La policía, que repelió los ataques con gran cantidad de gas lacrimógeno y chorros de agua, no entregó una cifra oficial de detenidos ni de manifestantes que asistieron a la marcha. Si se informó de 10 detenidos tras las barricadas.
El presidente Sebastián Piñera repudió los ataques y anunció el envío al Congreso de una nueva ley para hacer frente a los desórdenes públicos, que busca permitir a la policía la identificación preventiva de manifestantes sin que hayan cometido delitos. La medida anunciada por el presidente se suma a otras propuestas legales enviadas ya por su gobierno para detener a los encapuchados y calificar como delito el insulto a los policías, aún no aprobadas en el Congreso.
La nueva iniciativa, según Piñera, no quiere restringir las libertades individuales, sino “proteger mejor la libertad de la inmensa mayoría de chilenos, que queremos vivir en paz”.
El ministro del Interior y Seguridad, Andrés Chadwick, respaldó las declaraciones de Piñera. “No son estudiantes, son delincuentes, extremistas y violentistas y en esta oportunidad han actuado de forma simultánea, coordinada y preparada”, dijo .
La respuesta llegó de parte de la vocera de los estudiantes secundarios, Isabel Salgado, quien exigió además la renuncia de la ministra de Educación, Carolina Schmidt, que por estos días se encuentra de vacaciones. “Ya han sido años de movilizaciones en las que no hemos recibido respuesta alguna”, señaló la vocera.
La jornada de manifestación marca la radicalización de las protestas estudiantiles que se iniciaron en 2011, en favor de una profunda reforma del sistema educativo que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Los estudiantes exigen educación pública, gratuita y de calidad, una demanda que el gobierno ha acogido parcialmente, rebajando los créditos con los que se pagan los aranceles universitarios y aumentando las becas de gratuidad, pero sin comprometerse a cambiar el sistema.
La manifestación de ayer sigue a una masiva marcha de estudiantes que se registró la semana pasada en Santiago y que culminó también con enfrentamientos con la policía.
La protesta se suma a la ocupación de una cincuentena de colegios y universidades, alguno de los cuales deben servir como locales de votación para las primarias de este domingo, cuando las principales coaliciones políticas elegirán a sus únicos nominados a las elecciones generales del 17 de noviembre. El gobierno exigió a los estudiantes desalojar los colegios que mantienen ocupados, pero la mayoría se ha negado a entregar los recintos, en una pugna que debe resolverse antes del viernes, cuando las fuerzas armadas tomen el control de los locales de votación, según establece la legislación chilena.
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