Podría decirse que lo tenía en la mira. El juez federal Claudio Bonadío ordenó ayer la detención del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, tras procesarlo por un caso de presunta corrupción en la empresa Belgrano Cargas. La policía lo buscó hasta anoche sin encontrarlo en sus domicilios de Villa Carlos Paz, Córdoba, y de Puerto Madero. “Está en Argentina”, dijo a Página/12 su abogado, Andrés Marutian, sin dar más precisiones sobre el paradero del ex funcionario. Sin embargo, explicó que le recomendó que no se presente ante la Justicia porque “el procesamiento es nulo, es el lamentable signo de la mayor perversidad judicial, la última vez que un juez dictó una medida así, en el último minuto del último día antes de la feria judicial como para enloquecer a la defensa, fue durante la dictadura”. Y anticipó que el lunes a primera hora intentarán apelar el fallo ante la Cámara Federal, en el despacho que haya quedado habilitado durante el receso invernal.

Marutian –que se encuentra en Estados Unidos por un tratamiento médico– cuestionó que el juez Bonadío “cambió los principios de la presunción de inocencia” porque fundamentó el pedido de captura en las “múltiples causas” en las que está imputado su cliente, “que son dos y no están firmes”. En los hechos, el magistrado investiga a Jaime por presunto enriquecimiento ilícito, lo procesó en dos causas por dádivas (por recibir regalos de empresarios a los que debía controlar) y lo incluyó en la nómina de presuntos responsables de la tragedia que se cobró 51 vidas en la estación de Once, expediente ya elevado a juicio. Tras analizar la conducta del ex funcionario kirchnerista desde hace meses, en su resolución de ayer Bonadío ponderó que “por el cúmulo de investigaciones en su contra, cuatro ya elevadas a juicio oral, hay riesgo de que se fugue”. Entre los argumentos para detener a Jaime, Bonadío resaltó que “sus vínculos con altos funcionarios del Estado al haber formado parte del gobierno actual, de continuar en libertad podrían entorpecer el accionar judicial y en consecuencia el descubrimiento de la verdad”. Por eso resolvió rechazar el pedido de exención de prisión por parte de la defensa del ex funcionario, en un expediente en donde se lo investiga por obras ferroviarias supuestamente no hechas. “Tiene más de veinte causas abiertas”, argumentó Bonadío.

Jaime fue procesado ayer con prisión preventiva por el delito de defraudación por administración fraudulenta, cuya pena es de dos a seis años de prisión, por ordenar en 2003 el supuesto sobrepago de 2 millones 300 mil pesos para la rehabilitación del corredor ferroviario Tucumán-Concepción. Por el mismo delito también fueron procesados José Pedraza, el preso ex titular de la Unión Ferroviaria condenado por el asesinato de Mariano Ferreyra y director suplente de Belgrano Cargas; su esposa, Graciela Coria, ex presidenta de Belgrano Cargas; el ex vice de esa empresa Angel Staffaroni; el ex interventor de la Comisión Nacional de Regulación, Pedro Ochoa Romero, y el italiano Luigi Cappelli, presidente de la empresa SOE, que administraba el Belgrano Cargas. Cada uno de los imputados recibió un embargo de tres millones de pesos sobre sus bienes.

El abogado de Jaime cuestionó al juez en duros términos al enfatizar que “es conocido por su autoritarismo y falta de méritos académicos”, y dijo que se enteró del fallo por un periodista “que ofició de notificador, porque el oficial enviado por el juzgado sólo trajo una nota del juez para que viéramos la resolución por Internet, en el sitio de la Corte Suprema”. Y reiteró que cuando Jaime insistió con su intención de presentarse ante la Justicia le dijo que no lo hiciera porque “es un acto mediático de quienes buscan purificar su alma, un juego maquiavélico plasmado en un fallo mamarrachesco”.

Así, un escenario posible es que Jaime gane tiempo y obtenga una exención de prisión antes de que lo encuentre la policía. Aunque el propio Marutian admitió ante Página/12 que podría desoír su consejo y ponerse a derecho, aunque esto implique convertirse en el primer ex funcionario del Gobierno en ir preso.