EL MUNDO › LAS CIUDADES IRAQUíES DE FALUYA Y RAMADI, ESCENARIOS DE ENFRENTAMIENTOS

Tropas, tribus y Al Qaida

El ejército lanzó una ofensiva para recuperar Faluya y gran parte de Ramadi, ambas controladas por una filial de Al Qaida. Se trata del mayor avance de un grupo extremista desde los años posteriores a la invasión de EE.UU.

Las ciudades iraquíes de Faluya y Ramadi, ubicadas al oeste de Bagdad, fueron ayer el epicentro de una batalla que incluyó bombardeos aéreos del ejército, combates cuerpo a cuerpo entre milicianos tribales de la zona y militantes de Al Qaida, ante los ojos impávidos de una población civil aterrorizada y sitiada por una guerra sin cuartel. Mientras fuentes oficiales confirmaron ayer al menos 15 muertos y más de 40 heridos en una serie de atentados en Bagdad, las cifras de víctimas varían en el oeste del país y, dado que las organizaciones humanitarias no pueden acceder a esa zona, es imposible saber cuál es el saldo de muertos y heridos.

Después de una semana de combates, testigos y fuentes oficiales anunciaron anteanoche que la ciudad de Faluya había caído en manos del Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIL), una filial de Al Qaida, mientras que gran parte de Ramadi continuaba en poder de los mismos islamistas radicales. Se trata del mayor avance de un grupo fundamentalista desde los años posteriores a la invasión estadounidense de 2003, cuando la presencia norteamericana permitió el ingreso y la popularidad de Al Qaida en ese país árabe.

Por eso, el gobierno iraquí dio ayer la orden de lanzar una masiva ofensiva militar coordinada con las milicias tribales que controlan gran parte del oeste del país. Uno de los miembros del consejo provincial de Al Anbar, Falih Eisa, explicó que el ejército está conversando en las afueras de la ciudad (de Faluya) con estos grupos tribales “para averiguar cómo entramos sin involucrar a los soldados”. El comandante militar de la provincia de Al Anbar, el general Rasheed Fleih, confirmó la alianza con las milicias tribales en diálogo con la televisión pública iraquí y adelantó que tardarán entre dos y tres días en recuperar el control absoluto de las dos ciudades. Según explicó, algunos líderes tribales sunnitas se alinearon con el gobierno y están encabezando la ofensiva sobre el terreno, mientras que el ejército les provee cobertura aérea y asistencia logística desde las afueras de las dos ciudades. La escalada de violencia en Faluya y Ramadi comenzó el lunes pasado cuando el primer ministro iraquí, el líder chiíta Nuri al Maliki, anunció que, en un intento por contener la insurgencia sunnita en el oeste del país, había dado la orden de destruir el principal campamento de protesta de la oposición sunnita en la ciudad de Ramadi.

A fines de 2012, y siguiendo la ola de levantamientos populares en los países vecinos, miles de iraquíes sunnitas salieron a las calles en varias ciudades del país para pedir la liberación de los detenidos sin cargos y la anulación de la ley antiterrorista. Algunas de esas masivas protestas terminaron convirtiéndose en campamentos permanentes en las capitales de las provincias de mayoría sunnita, entre ellas Al Anbar. Al Maliki condenó las protestas y calificó los campamentos como “las sedes del liderazgo de Al Qaida”.

Las redadas del gobierno provocaron una ola de manifestaciones y ataques que, pese a la represión de la policía, el ejército y las propias milicias tribales, no pudieron detener el avance de los islamistas radicales. Durante su gira por Medio Oriente, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se refirió ayer a la escalada de violencia en Irak y adelantó que, aunque ayudarán a los iraquíes en esta pelea, no están pensando en volver a esa zona con una incursión armada. Faluya, luego de Vietnam, fue el lugar donde las fuerzas armadas norteamericanas recibieron mayor cantidad de bajas en los últimos conflictos armados.

“Esta es una pelea que les pertenece a los iraquíes”, sentenció el hombre de la Casa Blanca, pese a que la red de Bin Laden sólo logró instalarse y hacerse fuerte en Irak después de la invasión y ocupación norteamericanas. “Sí, tenemos interés en ayudar a que un gobierno elegido y legítimo sea capaz de expulsar a los terroristas”, dijo Kerry al abandonar Jerusalén rumbo a Arabia Saudí y Jordania.

Kerry consideró que los miembros de ISIL son los elementos más peligrosos de la región. “Su barbarie contra los civiles en Ramadi y Faluya, y contra las fuerzas de seguridad iraquíes, ha sido vista en todo el mundo”, dijo a la prensa.

La provincia de Al Anbar, uno de los bastiones de las milicias que resistieron a la ocupación estadounidense después de 2003, volvió a convertirse, diez años después, en uno de los epicentros de la insurgencia sunnita, en gran parte por el avance de combatientes vinculados con Al Qaida, impulsados por la escalada de la guerra civil en la vecina Siria.

Al Anbar es una de las provincias más grandes y deshabitadas del país, y comparte frontera con la convulsionada Siria y con Arabia Saudita, la potencia regional promotora de una de las versiones más conservadoras del Islam sunnita y aliada de Washington.

En Siria, pese al aislamiento internacional impulsado por Estados Unidos en la última década, los islamistas vinculados con Al Qaida volvieron a ganar fuerza en el último año, especialmente gracias al apoyo militar y financiero externo que obtienen para derrocar al gobierno de Bashar al Assad. ISIL no sólo es la milicia islamista más fuerte hoy, dentro del heterogéneo frente opositor sirio que apoyan las potencias occidentales, sino que está operando cada vez con más fuerza en el vecino territorio libanés. La filial de Al Qaida se adjudicó anteayer el atentado que el jueves pasado dejó cuatro muertos y cerca de 80 heridos en el sur de Beirut, en el bastión de la milicia chiíta libanesa, Hezbolá.

Según señaló ayer el líder tribal Ahmed Abu Risha en declaraciones al canal Al Arabiya, los terroristas fueron expulsados en un “90 por ciento” de Ramadi, la capital provincial, pero una amplia parte de la vecina Faluya continúa bajo su control.

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Algunos líderes tribales sunnitas se alinearon con el gobierno y están encabezando la ofensiva.
Imagen: AFP
 
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