Dom 05.10.2003

EL MUNDO  › UNA KAMIMAZE MATO A 18
ISRAELIES E HIRIO A 60 EN LA VISPERA DEL DIA DEL PERDON

Así empieza la nueva guerra de Yom Kippur

Diecinueve personas murieron, incluida la atacante kamikaze, y unas 60 fueron heridas, ocho de gravedad, en un atentado contra un restaurant atestado de familias en el norte de Israel, en vísperas de Yom Kippur, la fecha más santa del calendario religioso judío. El gobierno israelí estudia las represalias y ayer lanzó dos andanadas de ataques aéreos contra posiciones palestinas en la Franja de Gaza.

Por Justin Huggler
Desde Jerusalén

Al menos 19 personas fueron muertas ayer cuando una mujer entró a un restaurant playero atestado de familias en Haifa, en la costa norte de Israel, y detonó explosivos atados a su cuerpo. Entre los muertos hubo al menos cinco niños, algunos de ellos bebés. El ataque, el primero en más de tres semanas, pareció sincronizado para lograr el máximo impacto de horror mientras los israelíes se preparaban para Yom Kippur, o Día del Perdón -la fecha más santa del calendario religioso judío–, que empieza esta noche. Inmediatamente surgieron preocupaciones anoche de que el gobierno israelí podría concretar su amenaza de expulsar al presidente palestino Yasser Arafat: la seguridad en torno a su residencia en Ramalá fue reforzada, mientras el ministro de Salud Danny Naveh reclamaba la expulsión, y el vicepremier Ehud Olmert afirmaba que Israel tenía la “obligación” de exterminar las infraestructuras terroristas en donde éstas se encuentren.
La policía dijo haber encontrado, lo que cree que es, el cuerpo sin cabeza de la atacante, una mujer de entre 20 y 30 años, en las ruinas del restaurant Maxim. La mujer entró al restaurant, cerca de las playas del sur de Haifa, poco después de las 2 de la tarde hora local y activó una bomba que la policía cree que estaba repleta de clavos para causar la mayor carnicería posible. Al menos 60 personas resultaron heridas, y ocho de ellas estaban anoche en condición crítica. “Súbitamente escuchamos una tremenda explosión”, dijo un testigo, Navon Hai, que estaba fuera del restaurant cuando la bomba estalló. “Vimos humo saliendo del restaurant y las ventanas estallaron. No había mucho que pudiéramos hacer. Familias enteras estaban muertas en torno a las mesas”. Maxim es un restaurant favorito de las familias el sábado, el sabbath judío, y la atacante debe haber visto a los niños antes de activar sus explosivos.
Itamar Chizik, titular del club de fútbol Maccabi de Haifa, estaba en el restaurant en ese momento, y varios de los jugadores del equipo se encuentran entre los heridos. “Estábamos sentados de perfil a la puerta, y no veíamos quién entraba –relató–. Sentimos una explosión y de repente todo el mundo en torno nuestro estaba muerto o herido... El lugar estaba repleto, como todos los sábados”.
El restaurant tenía un guardia de seguridad, y no es claro cómo la mujer logró pasar al lado suyo. Los guardias han tenido un considerable éxito en interceptar atacantes, a veces al costo de sus propias vidas, y hubo informes sin confirmar de que la atacante puede haber matado de un tiro al guardia antes de entrar, lo que sería una nueva táctica. En las ventanas podían verse lo que parecía agujeros de bala, cerca del cadáver del hombre con chaleco de guardia de seguridad caído boca abajo en la entrada. Pero otros informes desde el lugar del hecho dijeron que no había habido disparos y que los agujeros en las ventanas habían sido causados por clavos de la bomba.
Entre los muertos hubo cinco árabes. Haifa es una de las ciudades más mixtas de Israel, con una gran población de “árabe-israelíes” –palestinos con ciudadanía israelí–. Es uno de los pocos lugares del país donde árabes e israelíes alternan socialmente, y muchas de las familias en Maxim cuando la bomba explotó eran árabes. El restaurant, que es propiedad de socios árabes e israelíes, era un símbolo de la atmósfera más distendida de Haifa, y algunos vieron el atentado como un ataque contra la sola idea de que árabes e israelíes puedan convivir en paz. El propietario del lugar, un árabe cristiano, dijo ayer que estaba demasiado shockeado para hablar.
La organización fundamentalista Jihad Islámica se reivindicó el atentado e identificó a la atacante como Anadi Yaradat, de la ciudad cisjordana de Jenín, una abogada de profesión que habría querido vengar la muerte de dos de sus familiares a manos del Ejército israelí. La atacante llegó a Haifapese a un cierre total de los territorios ocupados en los días previos a Yom Kippur y la polémica “valla de seguridad”, construida para detener ataques suicidas.
La oficina del primer ministro palestino Ahmed reia emitió anoche una declaración pidiendo un fin a los atentados suicidas y otros ataques. Posteriormente, Yasser Arafat condenó el atentado y volvió a pedir un cese del fuego. Pero un vocero de la Cancillería israelí, Jonathan Peled, minimizó estas declaraciones como “demasiado poco, demasiado tarde”. Y reclamó a la Autoridad Palestina reprimir a los militantes, lo que los palestinos dicen temer que causaría una guerra civil. A todo esto, decenas de pacifistas israelíes y extranjeros llegaron anoche a la Mukata, el cuartel general de Arafat en Ramalá, para impedir un atentado contra el jefe palestino o su deportación.
La Fuerza Aérea israelí, durante la noche del sábado al domingo, lanzó dos serie de ataques con helicópteros Apache contra campos de refugiados en la Franja de Gaza. Y el gabinete de seguridad israelí se hallaba reunido para considerar cuál será la respuesta al atentado.

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.

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