Miércoles, 24 de junio de 2015 | Hoy
EL MUNDO › LAS CONSECUENCIAS DE LA OFENSIVA DEL ESTADO ISLáMICO DESDE JUNIO DEL AñO PASADO
La Organización Internacional de Migraciones (OIM) estima que la cifra de desplazados iraquíes llegará a los 10 millones, casi un tercio de la población de ese país hacia fin de año. El panorama humanitario en Irak es dramático.
Más de tres millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares en Irak desde que la organización jihadista Estado Islámico (EI) inició su ofensiva en el país, en junio de 2014. Más grave aún, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) estima que esa cifra llegará a los 10 millones, casi un tercio de la población de ese país hacia fin de año. El responsable de programas de Médicos sin Fronteras (MSF), el argentino Gustavo Fernández, dialogó en exclusiva con Página/12 y relató el dramático panorama humanitario que vive la población en Irak, cuyo territorio fue reorganizado a partir de las disputa armadas que se libran a diario entre el Ejército y el EI.
Fernández expresó que la existencia de poblaciones desplazadas no se trata de una situación nueva, sino que es una cuestión que viene gestándose desde hace varios meses. “En el país veníamos operando desde hace ya muchos años, pero cuando observamos que cada vez más gente comenzó a llegar masivamente al norte en busca de refugio nos dimos cuenta de la gravedad de la situación”, dijo. Según relató Fernández, el norte iraquí es una de las zonas que están bajo control total y absoluto de las autoridades. “Allí, los desplazados que provienen de Mosul, por ejemplo, encuentran una cantidad importante de recursos y organizaciones disponibles que les brindarán asistencia.” La contracara son aquellas zonas que están bajo dominio total de los jihadistas. “Después del incidente de 2014, en el que durante una de nuestras operaciones en Siria cinco de nuestros colegas fueron secuestrados, nos vimos obligados a cortar contacto con esa entidad, ya que no tenemos las garantías de seguridad mínimas para poder acceder y actuar en esas zonas”, dijo. En aquellos lugares, MSF supo a través de los sobrevivientes, que las poblaciones quedaron parcialmente destruidas. “Los habitantes no tienen la certeza respecto de si van a poder volver a sus hogares en algún momento, y en qué condiciones los encontrarán”, dijo.
Fernández explicó que entre las zonas bajo control gubernamental y aquellas sobre las cuales pesa la influencia terrorista existen “zonas grises”, tales como el sur de Kirkuk, la zona oeste de Bagdad, en los alrededores de Fallujah y al norte de Mosul. “Se trata de las zonas que tienen que atravesar aquellos que pudieron escapar de las áreas dominadas totalmente por el EI. Son territorios bajo influencia del gobierno, pero cuyo control no es tan sólido o constante como lo es en el norte. Por tratarse de lugares como a 15 o 20 kilómetros del área de conflicto, son zonas muy peligrosas”, detalló. El responsable de MSF expresó que la urgencia por encontrar una zona segura logra que los desplazados “salgan sólo con lo puesto” de sus hogares. “Las estructuras de salud y el sistema que antes existía en estas zonas grises, como ha sido una zona que recientemente pasó por conflicto, quedó totalmente destruida. Entonces se acumula gente, pero no hay centros de salud ni hospitales de referencia. Tampoco hay organizaciones que se acerquen a proveer asistencia humanitaria”, denunció. “Este conflicto demuestra cómo las instituciones civiles se ven involucradas en los conflictos bélicos, ya que resultaron gravemente afectadas por los bombardeos.”
Los combates se intensificaron desde hace unos meses, mientras el ejército iraquí, apoyado por los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos, trata de arrebatar el territorio que actualmente domina el grupo extremista, especialmente en la provincia de Al Anbar, en el oeste del país.
Los conflictos entre las tropas iraquíes y los jihadistas no sólo lograron los desplazamientos masivos de la población de aquel país, sino también causaron graves daños a su salud física y mental. “Aquellos que tienen enfermedades crónicas, tales como hipertensión o diabetes, se vieron impedidos de continuar sus tratamientos. Se volvieron muy comunes las enfermedades respiratorias y aquellas relacionadas con una situación de vida precaria y falta de higiene, como daños en la piel o diarreas”, dijo. Además señaló la necesidad de tratar rápidamente a los afectados, ya que hay que evitar que los casos aislados se transformen en epidemias. Fernández advirtió también sobre los problemas a nivel psíquico que sufren los habitantes que se ven forzados a abandonar su hogar. “Los trastornos psicológicos producto de los desplazamientos son algo común, especialmente en los niños. Ellos son los más vulnerables, suelen presentar ansiedad, depresión y hasta llegan a orinarse en sus camas por la noche”, relató.
La semana pasada, más de 1500 habitantes de Tikrit, capital de la provincia de Saladino y a 130 kilómetros al norte de Bagdad, regresaron a su casa una vez que las fuerzas de seguridad iraquíes y milicias aliadas arrebataron la ciudad a los extremistas. Sin embargo, esa cifra palicede cuando se la compara con los 150.000 que habitaban la ciudad antes de la llegada de los jihadistas. Autoridades iraquíes advirtieron que aun cuando las operaciones militares contra los islamitas en Tikrit finalizaron, se requieren enormes trabajos para reconstruir la infraestructura y las casas destruidas, así como asegurarse que el suministro de agua y electricidad funcionen adecuadamente. Fernández afirmó que el gobierno de Bagdad colabora activamente con las labores de MSF. Sin embargo, reconoció la falta de compromiso de la comunidad internacional para asistir a los nuevos desplazados. “Ese es nuestro gran llamamiento: les pedimos que salgan de su zona de confort, porque hay mucha gente que está sufriendo las consecuencias del conflicto”.
Informe: Gustavo Gerrtner.
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