Miércoles, 8 de julio de 2015 | Hoy
EL MUNDO › UN MILLóN DE FIELES ASISTIó A UNA CEREMONIA RELIGIOSA EN QUITO
En su gira sudamericana, Francisco instó a los ecuatorianos a ser solidarios entre compatriotas. “Es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros.”
El papa Francisco ofició ayer una masiva misa en el Parque Bicentenario de la capital ecuatoriana, a la cual asistieron más de un millón de fieles. Antes de la ceremonia, que contó con la presencia del presidente Rafael Correa y su comitiva, el Papa se reunió con las autoridades ecleciásticas y obispos para conversar sobre la situación política y social que atraviesa Ecuador. Francisco abandonará el país hoy por la tarde para continuar su gira latinoamericana en Bolivia, donde permanecerá dos días.
Vestido con una casulla con motivos indígenas elaborado por artesanas de Cuenca, Francisco instó a los ecuatorianos a ser solidarios entre compatriotas. “Es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica”, dijo el Papa al frente de un altar de cuatro metros de alto y que estaba custodiado por una enorme cruz. “A aquel grito de libertad prorrumpido hace más de 200 años no le faltaron fuerza ni convicción, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos y el afán de liderazgos únicos”, dijo Francisco. Algunos interpretaron que esta declaración fue dirigida al presidente del país anfitrión, dado que ejerce la presidencia desde enero de 2007. “Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales”, manifestó el pontífice desde el escenario, el cual compartió con un coro. Frente al altar se colocó un inmenso arreglo floral que representaba a un colorido picaflor, ave típica de la zona andina
Durante su homilía, el Papa indicó que la violencia es manifestación del individualismo y llamó a los fieles a que su presencia en la ceremonia sirva para impulsar la unidad entre los ecuatorianos. “Mientras en el mundo reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de reconstruir puentes, de estrechar lazos y ayudarnos mutuamente a llevar las cargas”, indicó.
La ceremonia contó con la presencia de representantes de las comunidades shuar y quichua, que durante la homilía leyeron la oración de los fieles y la segunda lectura. Sobre el final de su mensaje, el líder de la Iglesia Católica se refirió a la importancia de evangelizar para los cristianos. “Todos pueden admirar cómo nos cuidamos unos a otros, como mutuamente nos damos aliento y acompañamos”, dijo.
Los fieles coparon la explanada de 125 metros cuadrados del Parque Bicentenario y, sabiendo esta concurrencia, algunos ingresaron cuando se habilitó la entrada el lunes por la tarde. Esto les significó pasar la noche bajo la lluvia y el frío. Muchos feligreses durmieron sobre un nylon, bolsas de residuos o hasta en aquellos bolsones que guardan el alimento para perros. Uno de los fieles presentes, César Coronel, durmió en una bolsa de dormir sobre cartones que terminó totalmente mojada. “Estamos cansados pero estamos bien, con felicidad, alegría y regocijo de ver a Francisco. Siento una inmensa alegría por recibir la bendición del primer papa latinoamericano, que llena de orgullo y satisfacción.”
En la misma situación estuvo Rosa Albarracín, que durmió en el parque tras viajar cerca de 200 kilómetros para ver al Papa. “No importaron el frío, la lluvia ni nada, estaba esperándolo (a Francisco) con mucho cariño”, afirmó. Por su parte, María, que con sus 65 años pasó la noche cubierta con un plástico que le dieron desde la organización para cubrirse, afirmó que “valió la pena”. Para ella fue su segunda misa encabezada por un papa tras asistir 30 años atrás a la que encabezó San Juan Pablo II en el Parque La Carolina de la capital ecuatoriana. Ecuador tiene una población de poco más de 15 millones de habitantes, de la cual cerca del 80 por ciento profesa la religión católica.
Por su parte, el vocero papal, el reverendo Federico Lombardi, afirmó que Francisco soportó bien las condiciones propias de la geografía ecuatoriana. “Varios miembros de la comitiva se despertaron con dolor de cabeza por el mal de altura, pero no Francisco. Creo que ésa es la forma en que Dios lo ayuda en su ministerio”, indicó.
Antes de la ceremonia, el Papa mantuvo ayer una reunión con los 52 obispos y las más altas autoridades de la Iglesia Católica ecuatoriana. Si bien no fueron dados a conocer de forma puntual los asuntos que se trataron en el encuentro, los ecleciásticos afirmaron a través de un comunicado que el tema principal de las conversaciones fue respecto del clima político y social del país. “El encuentro con el Papa nos ofreció una buena oportunidad para recapacitar sobre las responsabilidades que debemos asumir en las circunstancias que atraviesa el país”, expresaron en referencia a las protestas callejeras desarrolladas en la capital ecuatoriana hasta antes de la visita papal.
Por su parte, Francisco llegará hoy por la tarde al aeropuerto de El Alto, que sirve como terminal aérea de la capital boliviana. Allí, el Papa será recibido por el mandatario Evo Morales y le entregará la llave de la ciudad, fundida en peltre y bañada en oro.
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