Mar 04.11.2003

EL MUNDO  › JODORKOVSKY DESDE EL ARRESTO DEJO LA JEFATURA DEL GIGANTE PETROLERO RUSO

Un giro (político) en el escándalo de Yukos

Mijail Jodorkovsky, el multimillonario que hace más de una semana fue detenido, anunció que abandonaba la dirección del gigante petrolero para dedicarse a sus intereses políticos “de construir una democracia para Rusia”. El jefe de la oligarquía rusa continúa preso en Moscú.

Por Mary Dejevsky*
Desde Moscú

El escándalo que compromete a la petrolera más importante de Rusia dio un nuevo giro ayer, cuando el jefe de la compañía, Mijail Jodorkovsky, anunció su renuncia. En una carta escrita en la cárcel donde está detenido en Moscú, Jodorkovsky dijo que abandona su puesto para dedicarse a sus intereses políticos, entre ellos tratar de construir una democracia en Rusia. Al principio no estuvo claro quién se iba a hacer cargo, pero el fiscal general de Rusia sostuvo que la renuncia de Jodorkovsky no afectará los cargos criminales en su contra. El jefe de la “oligarquía” rusa sigue detenido en la cárcel Matrosskaya Tishina en mejores condiciones que el resto de los convictos, ya que hace nueve días fue secuestrado en su avión privado por agentes del servicio de seguridad en un aeropuerto siberiano. Ahora enfrenta siete cargos de fraude y evasión impositiva que pronto podrían ser más.
A pesar de que ha contribuido con al menos dos partidos políticos –el Yabloko, de centroizquierda, y la liberal Unión de Fuerzas de Derecha–, en el pasado Jodorkovsky dijo que su única ambición política es traer a Rusia lo que él llama “la verdadera democracia”. Sin embargo, llueven las especulaciones sobre si se estaba preparando para la presidencia en el 2008, a pesar de que algunos analistas rusos se preguntan si sus instintos políticos están tan desarrollados como su agudeza para los negocios.
El arresto de Jodorkovsky hizo temblar al círculo empresarial de Rusia y del extranjero, que teme que éste presagie el inicio de la temporada de caza de los “oligarcas” y un enfriamiento en las inversiones.
La marcha de la reforma económica y la cuestión sobre si el caótico programa de privatizaciones debería ser revisado también dividió al gobierno del presidente Vladimir Putin. La renuncia del jefe de gabinete del premier ruso, Aleksandr Voloshin, precipitó la renovación del Kremlin más extensa desde que Putin llegara a la presidencia en el 2000. Su primer ministro, Mijail Kasyanov, también mostró sus dudas sobre el arresto de Jodorkovsky, tal como ayer lo hizo el reemplazante de Voloshin, Dimitri Medvedev. Los dos citaron su pernicioso efecto sobre las inversiones y sugirieron que debería haberse encontrado otra solución que no fuera su detención y encarcelamiento.
El fin de semana, la prensa británica habló sobre una posible conexión entre Jodorkovsky y Jacob Rothschild. Pero la sugerencia de que el “oligarca” ruso había designado al segundo para hacerse cargo de su cartera de acciones en Yukos si algo le pasaba fue rechazada por la fundación Rothschild. De todos modos, Jodorkovsky pidió apoyo para sus aventuras políticas y empresariales entre un grupo neoconservador de Estados Unidos y en el lobby judío norteamericano.
La prensa rusa afirma que la llamada “cuestión judía” podría ser mencionada por el primer ministro israelí Ariel Sharon durante su actual visita de tres días a Moscú. En este contexto, la “cuestión judía” significa que la mayoría de los oligarcas rusos más prominentes que han tenido dificultades con las autoridades son judíos. Sergei Gusinsky y Boris Berezovsky están exiliados en el extranjero luego de haberse negado a elegir entre las fortunas que amasaron en los ‘90, las privatizaciones y la actividad política. Roman Abramovich ha trasladado parte de su dinero a Londres y al club de fútbol Chelsea, mientras que Mijail Jodorkovsky está en prisión. Un analista liberal ruso sacó a la luz este delicado tema cuando ayer escribió en el diario Izvestiya que es hora de que Rusia deje de apelar a la “xenofobia” –separando a los “maliciosos chechenos”, “la gente del Cáucaso”, los “oligarcas” y, por supuesto, los “judíos”– cuando las cosas se ponen feas.
A pesar del apoyo que Jodorkovsky tuvo la semana pasada –directamente, por parte de amigos y socios empresariales en Occidente e, indirectamente, a través de militantes de derechos humanos–, sigue siendo verdad que los “oligarcas”, sean judíos o no, son profundamente impopulares en Rusia, donde casi todos creen que ellos han logrado su riqueza con medios deshonestos. De todos modos, también es cierto que algunos “oligarcas” han recibido más libertad para embarcarse en la actividad política que otros. Antes de comprar Chelsea, por ejemplo, Abramovich era el gobernador de Chukotka, al este de Rusia. Pero los problemas parecen empezar cuando muestran sus ambiciones políticas. Tanto Berezovsky como Gusinsky se negaron a cambiar sus sueños políticos por el éxito en los negocios, como se dice que Putin se refirió a ambos, y abandonaron el país.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Milagros Belgrano.

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