Martes, 14 de julio de 2015 | Hoy
EL MUNDO › SIMON TILFORD, SUBDIRECTOR DEL CENTRE FOR EUROPEAN REFORM
El experto critica el acuerdo alcanzado por Grecia y el Eurogrupo, ya que Atenas cede soberanía sobre su política interna. “No hay nada que sirva para que el país vuelva a crecer”, y empuja a los griegos a ajustarse más.
Por Marcelo Justo
Sólo los euroburócratas sonrieron ayer con el “acuerdo” entre el Eurogrupo y Grecia. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ex primer ministro de ese gran ducado de los paraísos fiscales que es Luxemburgo, dijo que no se había humillado a nadie y que había sido un “típico compromiso europeo”. El presidente del Eurogrupo y ministro de Finanzas holandés, el laborista Jeroen Dijsselbloem, tenía razones personales para mostrarse satisfecho. Gracias a “lo bien que manejó esta negociación”, según las palabras de un ministro de Finanzas de la Eurozona, fue reelecto para un segundo período como presidente del grupo.
Los medios europeos y las “redes sociales”, en cambio, reaccionaron con estupefacción ante los términos del acuerdo y la estrategia negociadora alemana, descripta por la inmensa mayoría como un patoterismo cuyo objetivo principal fue “humillar” a un país miembro, quitarle su soberanía y advertirle al resto sobre lo que le podía pasar si se oponía a la canciller Angela Merkel. En la misma Alemania Der Spiegel indicó que los términos del acuerdo impuestos por la canciller eran “un catálogo de horrores”. Ni los medios más conservadores e interesados en una derrota del primer ministro Alexis Tsipras pudieron ocultar un temblor ante la pistola puesta en su cabeza para que capitulara. El hashtag “esto es un golpe” (https://twitter.com/has htag/this isacoup) marcó tendencia desde que el domingo a la noche lo inició un grupo catalán. Entre los más de 200 mil seguidores en todo el mundo se encuentra el Premio Nobel de Economía Paul Krugman. El subdirector del Centre for European Reform en Londres Simon Tilford dialogó con Página/12 sobre el acuerdo.
–Ninguna. No hay nada en este acuerdo que sirva para que el país vuelva a crecer. En realidad se ha tratado de humillar a Grecia. Nunca he visto algo semejante a lo que pasó este fin de semana en el que el resto del Eurogrupo decidió darles una lección a los griegos. Este acuerdo es mucho peor que cualquier cosa que estuvo sobre la mesa de negociaciones antes. Y a nivel político es impredecible qué impacto tendrá un humillación tan brutal. Una posibilidad es que haya una caída aún mayor de los partidos tradicionales y un crecimiento de versiones más extremistas.
–Exactamente. No hay nuevos fondos para Grecia. La supuesta inversión para el crecimiento saldrá del fondo de privatización. Una parte de esta suma se utilizará para la inversión. Pero esto no es nuevo dinero. Además obliga a los griegos a vender activos muy rápido a un precio mucho menor que el del mercado. ¿Se prestarán los griegos a hacer eso? No lo sabemos. Es una de las tantas incógnitas de este acuerdo. En cuanto a la reestructuración de la deuda, todo el mundo sabía que en algún momento era inevitable que se reestructurara. El problema no es la deuda. El problema griego es la austeridad, es decir, tener que generar un extraordinario superávit fiscal primario para servir la deuda. La única razón porque hubo un asomo de crecimiento griego el año pasado es porque se desaceleró la austeridad. Ahora tendrán que ajustar más el cinturón.
–En los hechos sí, Grecia ha cedido su soberanía sobre su política interna. El rescate de hecho se basa en la premisa de que tiene que hacer muchas cosas terribles en muy poco tiempo para acceder a los fondos. Es un acuerdo humillante y brutal. La opción era aceptar eso o salir de la Eurozona. Si van a poder cumplir con mitad de lo acordado es debatible. Personalmente no creo que lo puedan hacer. Con lo cual podrían ser forzados a abandonar el euro, algo que generaría mucha resistencia en países como Francia.
–Ha sido un espectáculo lamentable. Ver al gobierno alemán tan decidido a humillar a Grecia, a adoptar una política de venganza es muy dañino para la reputación de la Unión Europea. Esto puede ser muy difícil para países que están divididos sobre la Unión Europea porque ha demostrado que es una institución que se maneja de una manera no democrática y bajo un principio de matonerismo. Un país que muy probablemente sufra el impacto sea el Reino Unido que tiene que decidir en un referendo si sigue o no en la Unión Europea. En la Eurozona el mensaje es claro: o hace lo que le dicen los acreedores o se van.
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