EL MUNDO
› PROMUEVEN UN TRASPASO DE PODERES ESCALONADO PARA EL AÑO PROXIMO EN IRAK
Que no crean que esto es un desbande total
George W. Bush confirmó ayer que la ocupación buscará “transferir más responsabilidades” a los iraquíes, en lo que parece un eufemismo para encubrir una próxima retirada. El anuncio se produce en medio de la conmoción por el ataque al cuartel italiano.
Por José Manuel Calvo*
Desde Washington
Paul Bremer, administrador civil de EE.UU. en Irak, volvió a Bagdad después de su viaje relámpago a Washington con la misión de intensificar el traspaso de poderes al Consejo provisional de Gobierno. La esperanza de la Casa Blanca es que la mayor autoridad del Consejo facilite que los iraquíes asuman cada vez más responsabilidades. El objetivo del presidente George W. Bush es acortar los tiempos para despejar su propio calendario electoral. El Pentágono aseguró ayer que las fuerzas norteamericanas se enfrentan en Irak a sólo “5000 leales a Saddam Hussein y combatientes extranjeros”.
El Pentágono cifra la insurgencia en “sólo 5000 leales a Saddam y combatientes extranjeros”. Bush se limitó ayer a enunciar el cambio estratégico que se ha preparado en las dos últimas semanas: “Queremos que los iraquíes se involucren más en el gobierno de su país. Bremer y el Consejo van a trabajar en un plan que estimule a los iraquíes a asumir más responsabilidades”. ¿Cómo se concreta el propósito de acelerar la formación de un órgano creíble y con autoridad que contribuya a mejorar la estabilidad y la reconstrucción de Irak? Según The Washington Post, que cita fuentes de la administración, Bremer va a poner sobre la mesa del Consejo iraquí dos posibilidades: “Una opción plantea la convocatoria de elecciones nacionales para conformar un nuevo Consejo que redacte la Constitución democrática y, quizá, que seleccione a un nuevo grupo dirigente. La otra propone que se cree primero un gobierno provisional reconstruido que gobierne mientras se redacta la Constitución y que convoque a elecciones que desemboquen en un gobierno permanente”.
En todo caso, hay apuro. “Sopesamos varias ideas y queremos acelerar el ritmo de la reforma y nuestro trabajo a la hora de establecer las bases legales del nuevo gobierno iraquí”, según el secretario de Estado Colin Powell. La urgencia impone, según el Post, que, bajo cualquier fórmula, haya un gobierno iraquí relativamente soberano en Bagdad antes de mediados del año próximo, que permita –contando con que la seguridad mejore– el comienzo de la retirada de tropas y un eventual anuncio del fin de la ocupación justo a tiempo de la recta final de la campaña electoral del año próximo.
El problema es que la realidad se empeña en ir por otro lado. El trabajo de Bremer es complicado, porque en el Consejo chocan las preferencias de los representantes de la mayoría chiíta, mejor organizados para ganar unas elecciones, con las de otros grupos. La suerte del propio Consejo es incierta: no está claro que vaya a sobrevivir al proceso de su reconstrucción que impulsa ahora el gobierno de EE.UU., que los responsabiliza a ellos de la situación. Y la seguridad no va a mejorar a corto o mediano plazo si se hace caso del demoledor informe de la CIA en el que se pronostica un empeoramiento de la situación y se reconoce que los grupos armados iraquíes tienen mejor organización y más armas y medios de lo que se pensaba.
El cambio en la estrategia estadounidense sobre la transición en Irak se produce en un marco difícil que afecta a los civiles iraquíes, a las tropas de EE.UU. y a los soldados de los países como España, Italia o Polonia, que colaboran con la coalición anglonorteamericana. La Casa Blanca, que hasta hace poco subestimó la posibilidad de encontrar resistencia al despliegue militar, lo paga ahora con la ausencia de un plan claro y con la carencia de información, que le permitiría contrarrestar los ataques y neutralizar a los grupos armados. El general John Abizaid, responsable del Comando Central de las Fuerzas Armadas de EE.UU., reconoció ayer la urgencia y explicó, desde su cuartel general en Tampa, Florida, que las tropas se enfrentan a “no más de 5000 leales a Saddam Hussein y combatientes extranjeros”. “Parecen pocos, pero tienenmorteros, granadas, explosivos y armas, tienen medios y están organizados. Son muy peligrosos. Es la mayor amenaza contra la estabilidad del país y es importante neutralizarlos y descubrir y destruir sus células.” Abizaid, que admitió uno de los grandes déficit de sus tropas –“claramente, necesitamos mejor información regional y nacional”–, entiende bien el desafío: “El objetivo del enemigo no es derrotarnos militarmente, porque no puede, sino romper la determinación de EE.UU. para que nos vayamos, y no lo logrará”. Abizaid también afirmó: “Esta batalla no se puede ganar sólo militarmente”.
A diferencia de lo que el general Swannack, el hombre que dirige el combate en el triángulo sunnita, asegura sobre el cuidadoso planeamiento de la situación actual por parte de Saddam, Abizaid discrepó con su subordinado y amigo, dijo: “Saddam es uno de los líderes militares más incompetentes de la historia. En absoluto planeó la actual situación. Los que combaten tienen medios pero, sobre todo, tienen la desesperación de saber que su suerte personal está directamente ligada a que no haya estabilidad en Irak”. Abizaid negó que los insurgentes tengan apoyo popular y aseguró que con frecuencia pagan a jóvenes que estaban en la cárcel y que no tiene empleo “para que les hagan el trabajo sucio”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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