EL MUNDO › ATENTADO EN UNA IGLESIA PROTESTANTE EN PAKISTAN
Bombas a la hora del sermón
A pocas semanas del asesinato del periodista norteamericano Daniel Pearl en Karachi, ayer militantes islámicos mataron a cinco personas, entre ellas una diplomática de EE.UU., en un templo protestante.
Por Luke Harding
Desde Nueva Delhi
Pakistán se vio envuelto anoche en una nueva crisis después que supuestos militantes islámicos, opositores al presidente Pervez Musharraf, arrojaran granadas contra una iglesia protestante repleta de gente, matando a cinco personas, entre quienes se encontraba una diplomática de la embajada norteamericana y su hija adolescente. En lo que pareció una represalia por la guerra estadounidense contra el terrorismo, el ataque tuvo como objetivo una iglesia ubicada en un enclave diplomático de Islamabad. Dos hombres irrumpieron en el edificio ayer por la mañana cuando una congregación de setenta personas estaba escuchando el sermón. Los testigos relataron que hubo una enorme explosión en la parte trasera de la iglesia luego de que un hombre cargado con granadas atravesara el pasillo. Cuando los fieles saltaron para cubrirse, hubo cinco o seis explosiones. El atacante luego se retiró, golpeando la puerta al salir.
“Había sangre, más sangre y más sangre. Fue un horror. Había un olor espantoso y apenas podíamos respirar”, contó Elisabeth Mundhenk, una maestra inglesa de Hamburgo. Mark Robinson, un norteamericano, relató: “Todos estaban con pánico. Vi a una mujer en los escalones con esquirlas de una granada en su arteria carótida. Se murió desangrada ahí mismo”.
La embajada de Estados Unidos identificó anoche a dos de las víctimas estadounidenses como Barbara Green y su hija Kristen Wormsley, una estudiante de la escuela norteamericana de Islamabad. Green y su esposo, Milton Green, trabajaban en la embajada: ella como administrativa y él en el sector de computación. El sobrevivió a las explosiones pero sufrió heridas en sus piernas. La policía llegó a los pocos minutos para descubrir una escena de cuerpos mutilados y restos ensangrentados de sillas, vidrios y libros de oración. El reloj del lugar se había detenido a las 10.50 de la mañana, hora de la primera explosión.
La policía dijo que son diez los norteamericanos heridos de un total de 45, entre los que también se cuentan doce paquistaníes, cinco iraníes, un iraquí, un etíope y un alemán y varios británicos, canadienses y australianos. También murieron un paquistaní y un afgano. Dos de las víctimas fueron adolescentes, aseguraron los testigos.
Anoche, el presidente norteamericano George W. Bush declaró que estaba “espantado” por lo que denominó un ataque terrorista contra civiles inocentes: “Condeno enérgicamente estos sucesos como asesinatos que no pueden ser tolerados por ninguna persona de conciencia ni justificados bajo ninguna causa”. Y continuó: “Trabajaremos muy cerca del gobierno paquistaní para asegurar que los responsables de este ataque terrorista enfrenten a la justicia”. El atentado es, muy probablemente, una acción de extremistas islámicos que buscan humillar a Musharraf, quien describió el ataque como “un acto de terrorismo atroz”. El presidente paquistaní se comprometió a apoyar la guerra de Estados Unidos en Afganistán, abandonando a sus ex aliados: los talibanes.
Las iglesias han sido un objetivo obvio desde que un hombre armado mató a 16 fieles paquistaníes en octubre pasado, en la sureña ciudad de Bahawalpur. Aunque hubo guardias custodiando las puertas de la iglesia protestante internacional de Islamabad, fallaron en detener a los atacantes. “Yo vi a dos hombres aparecer detrás del santuario principal y lanzar granadas”, dijo Cindy Jess, una norteamericana. La embajadora norteamericana en Pakistán, Wendy Chamberlain, vio ayer los cuerpos de las víctimas estadounidenses en el hospital y visitó a los sobrevivientes. “Es una tragedia”, dijo. Cuando le preguntaron por el motivo, respondió: “Terrorismo”. Los hechos de ayer llegan después de que otros extremistas secuestraran y asesinaran en Karachi al periodista norteamericano Daniel Pearl.
La impopularidad de Musharraf ha empezado a aumentar entre los religiosos paquistaníes de línea dura. En enero, el gobierno prohibió cinco grupos islámicos que anteriormente tenían el apoyo de lainteligencia paquistaní en su enfrentamiento con las fuerzas de seguridad indias en Kashmir. Además, Musharraf extendió el control sobre numerosas madrassahs, las escuelas religiosas donde los talibanes adquieren su ideología radicalizada.
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Verónica Gago.