EL MUNDO
Quedó desconstituida la próxima Constitución del Estado número 51
Irak, ocupado por Estados Unidos desde abril del año pasado, y al que planea devolver su soberanía en junio, fracasó en acordar ayer una Constitución.
Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad
Las 25 plumas preparadas para la firma de la Constitución provisional iraquí se quedaron esperando ayer que los 25 miembros del Consejo de Gobierno superaran sus diferencias de última hora. Cinco de los 13 representantes chiíes se negaron a firmar el documento consensuado el lunes. Los rebeldes rechazan la posibilidad de veto de los kurdos y exigen que sean cinco y no tres los integrantes de la presidencia colegiada que dirigirá el país hasta las elecciones. Un portavoz del Consejo decía que esperaba que la firma fuera posible antes del final del día, pero luego la ceremonia fue aplazada sin fecha.
“Algunos miembros del Consejo de Gobierno han presentado objeciones a un par de artículos de la Ley Básica”, explicó un portavoz de la Autoridad Provisional de la Coalición pasadas las cinco de la tarde, más de una hora después de que estuviera anunciada la ceremonia de la firma. Diplomáticos, invitados y periodistas se movían inquietos en el vestíbulo del Centro de Convenciones sin que nadie hubiera aclarado el motivo del retraso. Cinco horas después la situación seguía estancada. La fuente no quiso entrar en el contenido concreto de las discrepancias. “No están relacionadas con nuestras líneas rojas y por lo tanto no tenemos ninguna posición al respecto”, declaró antes de precisar que el administrador estadounidense Paul Bremer había decidido no intervenir. “Se trata de problemas técnicos, no de las grandes cuestiones del papel del islam y de las mujeres”, añadió. “No quiero comentar en que están trabajando”, zanjó.
“La objeción fundamental es que dos tercios de la población de cualquier provincia puedan vetar cualquier ley nacional”, explicó a este diario el ministro de Sanidad, Judair Abbás, que se encontraba entre los invitados a la ceremonia. Abbás, un chiíta de Basora que milita en el partido Al Dawa, tergiversaba así el apartado c del artículo 61 que da la posibilidad de vetar la futura Constitución permanente a “dos tercios de los habitantes de tres provincias”. Esta provisión se incluyó para garantizar a la minoría kurda que la futura Carta Magna incluirá sus aspiraciones federales y no anulará el grado de autonomía que ha adquirido desde el año 1991. Pero el federalismo es un hueso duro de roer para la mayoría árabe de Irak. Y muchos de los integrantes del Consejo sólo aceptaron renuentemente incluir una mención a esa fórmula de gobierno en la Constitución provisional. Tanto la delimitación geográfica de la futura región autónoma kurda como sus competencias y financiación quedaron pendientes de la decisión de una futura Asamblea Constitucional salida de unas elecciones.
El otro punto de divergencia, según coincidieron en señalar varias fuentes, lo constituye la presidencia colegiada que debe recibir el poder el próximo 30 de junio cuando, según lo previsto, EE.UU. devuelva la soberanía a Irak. El texto de la Constitución acordado el pasado lunes preveía una presidencia tripartita y, aunque no lo especificaba, se sobreentendía que incluiría a un chiíta, un sunnita y un kurdo, los tres principales grupos étnico-religiosos.
Ahora, los chiítas discrepantes exigen que sean cinco los miembros de esa presidencia, tres de ellos chiítas para reflejar su mayoría numérica. Se estima que entre un 55 y un 65 por ciento de los iraquíes siguen esa rama minoritaria del Islam. Sin embargo, el país carece de un censo fiable, una de las razones aducidas para retrasar la celebración de elecciones, y los sunníes se han plantado en ese punto. “¿Por qué hemos de aceptar que el presidente sea chiíta por ley?”, se quejaba ya antes de conocerse el enfrentamiento Muzanna Harez al Dari, director del diario Al Basaher y portavoz del Comité de Ulemas, una organización de religiosos sunnitas que intenta liderar a esa comunidad. “No es cierto que los chiíes sean la mayoría –aseguraba Al Dari a esta enviada–: si se suman los árabes sunnitas y los kurdos, el 99 por ciento de los cuales son también sunnitas, somos al menos el 50 por ciento de este país”.
Y ése era el argumento ofrecido anoche por varios de los miembros sunnitas del Consejo, con Mohsén Abdelhamid a la cabeza, para oponerse a las pretensiones de sus colegas chiítas. Abdelhamid, que presidió el Consejo el mes pasado, es el líder del Partido Islámico, un nuevo grupo político crecido a la sombra del Comité de Ulemas. “Han abierto el melón nuevamente”, aseguró un embajador occidental al conocer el debate que se planteaba.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.