EL MUNDO › ACUSAN A LAS FARC EN COLOMBIA
Matanza para despedir el año
La aparente calma que se vivía en los últimos meses en el conflictivo departamento colombiano de Arauca (fronterizo con Venezuela) fue rota en la víspera del Año Nuevo cuando presuntos guerrilleros de las FARC asesinaron a 16 campesinos que despedían el 2004. Según testigos un grupo de al menos 10 hombres fuertemente armados, llegó hasta el caserío de Puerto San Salvador, en donde varias personas celebraban el año nuevo en dos viviendas cercanas. Sorpresivamente, el grupo armado comenzó a disparar, asesinando a 16 personas, cuatro de ellas menores de edad y dejando heridas a otras siete.
“Llegaron y acabaron con todo. Los que corrieron se salvaron. Algunos se tiraron al río. Lo que más me duele son los menores como mi hija de 15 años. Ella murió”, narró a los periodistas Juan Pablo Pérez, uno de los sobrevivientes de la masacre. Otra de las sobrevivientes dijo que se encontraba conversando con unas personas cuando comenzó la balacera, “entonces nos metimos a la cocina y hasta allí nos persiguieron. Y ahí a los que podían matar los mataban”. El gobernador de Arauca, Julio Enrique Acosta, quien hace una semana salió ileso de un atentado con explosivos, se trasladó al lugar y encabezó un consejo extraordinario de seguridad.
Por su parte el general Reinaldo Castellanos, comandante del ejército y quien confirmó el número de muertos, dijo que los familiares de los asesinados sindicaron directamente a guerrilleros del frente 28 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El oficial señaló que según las informaciones de inteligencia y de los mismos pobladores de la región, “no había indicios de que algo así fuera a pasar. La gente en la zona dijo no haber recibido amenazas”. Castellanos atribuyó la autoría del ataque a “Grannobles” considerado el jefe de las FARC en la región, y anunció una recompensa de 2,1 millones de dólares a quien dé información que permita su captura. Indicó que ya dio instrucciones para que las tropas permanezcan en la zona rural de Tame con el objetivo de que los campesinos no se desplacen por el hecho de violencia.