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› ISRAEL Y PALESTINA ADVIERTEN
QUE ES EL COMIENZO DE UN PROCESO
Un cese de fuego a orillas del Mar Rojo
El presidente palestino, Mahmud Abbas, y el premier israelí, Ariel Sharon, acordaron poner fin a la Intifada de cuatro años. En la cumbre en el balneario egipcio de Sharm el Sheij se comprometieron a empezar a aplicar la Hoja de Ruta. La organización Hamas lo rechazó.
Por Ferran Sales *
Desde Sharm el Sheij
El presidente palestino, Mahmud Abbas, y el primer ministro israelí, Ariel Sharon, acordaron ayer poner fin a la Intifada. El compromiso fue anunciado en la ciudad balnearia egipcia de Sharm el Sheij, a orillas del Mar Rojo, como colofón de una cumbre que había durado cerca de cinco horas. El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el rey Abdalá II de Jordania fueron los testigos principales de este pacto con el que se intenta acabar con una situación de violencia desencadenada a finales de septiembre del 2000 y que se ha cobrado más de 4000 muertos y millares de heridos. Las dos partes han comunicado asimismo su intención de volver a sentarse en la mesa de negociaciones y empezar a aplicar la Hoja de Ruta. Por su lado, Hamas ya rechazó lo firmado en la cumbre, separándose de las declaraciones de Abu Mazen (nombre de guerra de Abbas) y condicionó mantener el alto el fuego a que Israel libere a los presos palestinos.
“El primer ministro israelí, Ariel Sharon, y yo hemos acordado poner fin a todos los actos de violencia contra los israelíes y los palestinos, en cualquier lugar.” Con esta frase, el presidente palestino, Mahmud Abbas, anunciaba ayer en árabe a la comunidad internacional el establecimiento de un cese de hostilidades contra los israelíes. Las palabras de Abbas, pronunciadas ante las cámaras de la televisión internacional, en el gran salón de actos del Hotel Movinpick Golf –de Sharm el Sheij, 500 kilómetros al sureste de El Cairo y 235 de la frontera con Israel–, fueron refrendadas por Sharon, que se encontraba sentado en el lado opuesto de una enorme mesa de más de tres metros de diámetro. Entre los dos estadistas, siguiendo con atención los discursos, permanecían el presidente de Egipto, Mubarak, y el rey jordano Abdalá II. En un lugar destacado de la sala, cinco banderas israelíes permanecían izadas, junto con las de los países de los otros tres invitados. “Hoy en el transcurso de mi encuentro con el señor Abbas nos hemos puesto de acuerdo para que los palestinos cesen en todos los actos de violencia contra los israelíes en todas partes y paralelamente Israel cesará sus operaciones militares contra los palestinos en todos los lugares”, recalcó a su vez en su discurso, esta vez en hebreo, el jefe del Ejecutivo, Ariel Sharon.
Los discursos de Abbas y Sharon –veinte minutos en total– sirvieron además para efectuar una serie de declaraciones de intenciones, con las que ambas partes decretaron el “principio de una nueva era de paz” y su firme compromiso de “aplicar la Hoja de Ruta”, el pacto de pacificación firmado hace dos años en una cumbre similar celebrada en Aqaba, Jordania, y que nunca llegó a ponerse en práctica.
“Esperamos que a partir de hoy empiece una nueva era de calma y esperanza. Nosotros queremos establecer un dialogo sincero y real”, aseguró Sharon a sus interlocutores, al tiempo que hacía en voz alta una reflexión sobre las dificultades del proceso iniciado. Por eso recomendó moverse “de manera cautelosa, porque hay una oportunidad frágil, que los extremistas intentarán hacer explotar; ellos querrán cerrar la ventana de la oportunidad y ahogar a los dos pueblos en su sangre”.
Israelíes y palestinos han acordado reanudar las negociaciones de paz en una semana, al tiempo que ponían en pie un comité de coordinación con el que intentarán resolver los conflictos puntuales que vayan surgiendo en el proceso de pacificación. El comité estará presidido William Ward, un general norteamericano que sin duda utilizará más energía y firmeza que la empleada en la etapa anterior por el diplomático y emisario de la Casa Blanca, John Wolf. Sobre la mesa de negociaciones se acumula ya un gran número de temas pendientes de resolución: la elaboración definitiva de la lista de los primeros 500 presos palestinos a liberar, el levantamiento del cerco de cinco ciudades palestinas de Cisjordania, empezando por Jericó; la retirada de los controles de las carreteras; el restablecimiento de la libertad de movimiento para toda la población o el futuro del muro de separación y el cumplimiento de la resolución del Tribunal Internacional de La Haya, que decretó la ilegalidad de la obra y ordenó su derribo. Hamas expresó su descontento porque en la cumbre no se trataron sus demandas de inmediata liberación de los presos palestinos y amenazó con no sostener su parte del trato en el cese de fuego, separándose de los dichos de Mazen. Más allá de estos malos augurios, antes de que finalizara ayer la cumbre se anunciaban nuevos e importantes gestos de distensión, que iban más allá del conflicto israelo-palestino; la vuelta inminente de los embajadores de Egipto y Jordania a Tel Aviv, tras cuatro años de ausencia, y la invitación, aceptada, de Ariel Sharon al rey Abdalá II y al presidente Hosni Mubarak para que sean sus invitados en su rancho Sicomoro, en el desierto del Neguev, una invitación que recuerda en cierta manera, aunque en tono menor, aquella visita triunfal que el presidente egipcio Anuar El Sadat efectuó en noviembre de 1977 a Jerusalén, una vez firmada la paz con los israelíes.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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