Este es un momento de alegría para nosotros los israelíes, es una razón más para el regocijo, pero hay que tener cuidado de no caer en la euforia. Se trata no de la culminación de un proceso, sino de un comienzo. Espero que los palestinos se rindan por fin a la realidad, que se den cuenta de que el camino por el que los llevó Yasser Arafat estaba equivocado, que se arrepientan y cambien sus valores éticos, y que se den cuenta de que sus enemigos no son los israelíes, sino los terroristas y el odio. Si piensan en paz, en armonía –si lo hacen–, se abre una página nueva en el Medio Oriente. No sabemos si esta vez la cumbre terminará mejor que el acuerdo de 2003. Durante años los palestinos nos han demostrado que no eran los mejores seguidores de acuerdos. Pero creemos que ahora que Arafat ya no está, con su desaparición se abre una luz, una ventana de oportunidad. Sí, puede esta vez haber paz si los palestinos demuestran que quieren paz. EE.UU. tiene un papel positivo al tratar de crear condiciones de diálogo. No hay que olvidar que la paz la harán los israelíes y los palestinos hablando cara a cara. EE.UU. tiene un rol secundario, que es el de apoyar el proceso de paz como debe hacerlo todo el mundo. Para seguir adelante está la mesa de negociación. Los enemigos de la paz, los terroristas como Hamas, Jihad en el pasado, lo han arruinado y lo pueden hacer de nuevo. Depende de los palestinos aislar la ideología de odio, de terrorismo y entender que los primeros damnificados son ellos. Hay que unir fuerzas entre los palestinos e israelíes para la lucha contra los terroristas y el alcance de la paz.

* Embajador de Israel