EL MUNDO
› OPINION
De cara a América latina
› Por Washington Uranga
Muchos son los interrogantes que se plantean ante la elección de Josef Ratzinger como nuevo Papa de la Iglesia Católica. Y si bien muchas de esas preguntas se pueden contestar desde la trayectoria de quien hoy es Benedicto XVI, es justo también esperar los primeros pronunciamientos para terminar de delinear el rumbo del papado. No menos cierto es que la Iglesia de América latina tiene una antigua y conflictiva relación con Josef Ratzinger como cardenal, que ahora tendrá que ajustarse a las nuevas circunstancias. El nuevo Papa debe decidir también si ratifica o no la convocatoria para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano –una especie de asamblea general de los obispos de la región– que su antecesor había previsto realizar en el año 2007.
Leonardo Boff, el teólogo brasileño a quien se considera uno de los “padres” de la Teología de la Liberación, calificó de “decepcionante” la elección de Ratzinger como Benedicto XVI. Razones tiene Boff para plantearlo así. Su propia experiencia le habla de la inflexibilidad que Ratzinger, actuando como prefecto de la Congregación de Obispos, tuvo con sus tesis y propuestas. Al entonces sacerdote franciscano que después abandonó el sacerdocio ministerial, Ratzinger le impuso un “silencio obsequioso”, que implica prohibición de hablar en público y enseñar, a partir de los presuntos “errores” doctrinales de su libro Iglesia, carisma y poder. En ese texto, Boff hizo una severa crítica a la Iglesia institucional, cuestionando la forma como se ejerce la jerarquía en la Iglesia y cuáles son los espacios que se reservan a la participación de los distintos actores en el seno de la comunidad católica. A pesar del apoyo que varios cardenales y obispos de Brasil le dieron al teólogo, Boff no se libró de la sanción. Gustavo Gutiérrez, el teólogo peruano hoy miembro de la orden de los dominicos y el primero en sistematizar el pensamiento teológico latinoamericano sobre la liberación, tuvo que sortear más de una vez las demandas de Ratzinger desde la Congregación para la Doctrina de la Fe.
No ha sido ésa la única relación tensa entre Ratzinger y representantes de la Iglesia latinoamericana. A mitad de los años 80, el ahora Papa sostuvo una dura polémica con la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), que reúne a los religiosos y religiosas de todo el continente. En ese momento el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe consideró que un programa bíblico que se había iniciado en el seno de esa organización continental se apartaba de la sana doctrina de la Iglesia.
El otro frente de diferencias ha tenido que ver con el papel de las conferencias episcopales, las asambleas de obispos de cada país. El Concilio Vaticano II había impulsado la descentralización de la Iglesia, aumentado la participación en las decisiones de los obispos locales y de las conferencias episcopales de cada país. Una tras otra, las decisiones de quien hoy es el papa Benedicto XVI fueron echando por tierra esa autonomía y, a pesar de los reclamos de muchos obispos, centralizando cada día más el poder en el Vaticano y en la curia romana. El caso más paradigmático fue Brasil. No sólo hubo serias diferencias con el Episcopado de ese país, claramente progresista al final del pontificado de Pablo VI, sino que durante el gobierno eclesiástico de Juan Pablo II se cambió el perfil de la conferencia episcopal de Brasil nombrando cada vez más obispos afines al Papa y a Ratzinger.
La relación entre Ratzinger y América latina transita por un camino sembrado de dificultades. Y ello no quiere decir que no existan también en este continente fervorosos y entusiastas seguidores del nuevo Papa que comulgan con sus posiciones políticas y doctrinales. Ahora Benedicto XVI asegura que va a retomar el camino de reformas del Concilio Vaticano II. Habrá que aguardar los próximos pasos. Por las dudas advierte que “no soyel Gran Inquisidor”, sino que “la bondad implica también la capacidad de decir no”. ¿Habrá que pensar que decir sí y aceptar otras miradas no cabe para los bondadosos?