Mar 14.05.2002

EL MUNDO

Netanyahu es el nuevo rey de los halcones israelíes

Después de lograr que el Likud desautorizara a Ariel Sharon y votara contra el establecimiento de un Estado palestino, Benjamin Netanyahu se lanza a la conquista del poder desde la extrema derecha.

Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

El telegénico Benjamin Netanyahu reconquistó ayer su posición de halcón reinante en la política israelí, logrando el oprobio de la izquierda y granjeándose la furia desbordante del primer ministro Ariel Sharon. Un día después de que Netanyahu tomara por asalto un encuentro del comité central del partido derechista Likud, dirigiendo a sus partidarios para que desafiaran a Sharon y rechazar para siempre el establecimiento de un Estado palestino, los analistas israelíes proclamaban ayer una clara victoria para el rival más poderoso del primer ministro.
El áspero encuentro del domingo a la noche fue puro teatro, con el pulido Netanyahu desplegando su afamada oratoria para mostrar a Sharon como un dinosaurio y, peor aún, como un ex guerrero que se había vuelto blando con los palestinos. Fue la primera vez que los dos hombres demostraron su odio mutuo públicamente desde que Sharon fue elegido en febrero del año pasado. El voto resultante contra el Estado palestino fue visto como una humillación pública para Sharon. Los analistas también dijeron que se trató del trampolín de la campaña de Netanyahu para retornar al poder luego de su fracaso en las elecciones para primer ministro en 1999. Su futuro ahora depende de cuán exitosamente pueda manipular al ala más derechista del Likud para aislar a Sharon en su propio partido y entonces convertirse en el candidato oficial para las elecciones de octubre de 2003.
Asher Arian, un importante académico del Instituto Democracia en Israel dijo: “Ganar el partido es la primera valla. El cálculo que hizo Netanyahu el domingo era que los votantes israelíes en su totalidad han seguido al Likud en su sacudida a la derecha. El año pasado, la opinión pública ha girado a la derecha así que, de algún modo, él es la cresta de la ola derechista. Pero la ola no la hizo él y la pregunta es, ¿Netanyahu puede dominarla? ¿Se trata de una ola durable o de un cambio de corto plazo?”
Encuestas de opinión recientes han mostrado un gran apoyo a posiciones que alguna vez fueron propiedad exclusiva de la extrema derecha, como “la transferencia” –la expulsión de todos los palestinos de Cisjordania y Gaza– una noción que ahora cuenta con el apoyo de más del 40 por ciento de los israelíes. También hay un gran apoyo a la expulsión y exilio del líder palestino, Yasser Arafat. Sin embargo, Arian asegura que esas posiciones son “expresiones de deseos” y que la mayoría de los israelíes son los suficientemente realistas para reconocer que el mundo no toleraría la expulsión en masa de los palestinos.
Esas preocupaciones fueron expresadas ayer por líderes israelíes de izquierda y de centro que junto a los palestinos criticaron duramente la decisión del Likud, diciendo que representaba una bofetada a la paz. El ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, dijo que el voto era trágico y el líder del partido opositor de izquierda Meretz, Yossi Sarid, dijo a la televisión israelí: “Es fácil imaginar lo que el mundo piensa de nosotros cuando ve a este círculo de revoltosos que se supone decide el destino del país, de la región y del mundo”. Un importante analista, Nahum Barneam, dijo que Netanyahu se ha convertido en la versión israelí del líder ultraderechista francés Jean-Marie Le Pen. “Sharon ganó porque ha probado al mundo y a la opinión pública israelí que ha pasado la primera prueba de su liderazgo: está preparado para pagar el precio político de preservar los posiciones estatales”, escribió Barnea en el periódico Yedioth Ahronoth ayer.
La victoria de Netanyahu no implica una amenaza inmediata para Sharon, que tiene una credibilidad del 68 por ciento entre los votantes israelíes, y cuya coalición con el laborismo continúa firme. El voto también le da a Sharon un margen más amplio en las negociaciones con Washington en tanto puede argumentar contra las concesiones a los palestinos alegando que favorecerían directamente al liderazgo de Netanyahu. Sin embargo, Netanyahu ha estado respirando sobre la nuca de Sharon desde la elección y el voto del domingo demuestra que es casi seguro que va a desafiar a Sharon por el liderazgo del partido. “Para ganar poder en el partido, resulta clave ser extremo, pero para ganar una elección general hay que jugar al centro –dice Arian–. Si logra la nominación, probablemente Netanyahu tenga que dar marcha atrás rápidamente; y si obtiene el cargo de primer ministro, va a tener que hacerlo con mayor rapidez”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.

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