Martes, 2 de mayo de 2006 | Hoy
En los festejos en el mundo por el Día Internacional de los Trabajadores se reprodujo un mismo pedido: ponerle fin a la flexibilización laboral. En América latina se solidarizaron con los inmigrantes de Estados Unidos.
La consigna fue unánime: terminar con la precarización laboral. En los cinco continentes, masas de trabajadores aprovecharon la conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores para marchar y pedir mejores condiciones laborales. En América latina, la mayoría de las protestas se solidarizaron con la lucha actual de los inmigrantes en Estados Unidos. En distintas partes de Asia hubo enfrentamientos con la policía y en Europa, haciendo gala de su tradición sindicalista, se registraron algunas de las manifestaciones más masivas.
A semanas de las multitudinarias marchas en París que marcaron el fin del cuestionado Contrato de Primer Empleo (CPE), las calles de la capital francesa volvieron a inundarse de trabajadores. Entre 60 y 35 mil personas, según las estimaciones de los sindicatos o de la policía, marcharon ayer no sólo para conmemorar la fecha, sino también para protestar contra la nueva ley que presentó el gobierno de Dominique de Villepin para reemplazar al difunto CPE. En la vecina España, decenas de miles se manifestaron en todo el país en apoyo al proceso de paz con la organización separatista vasca ETA y contra la precariedad laboral. Bajo el lema “Por la Paz. Empleo estable en igualdad”, los manifestantes recorrieron cincuenta capitales de España en medio de un clima festivo.
En Italia hubo festejos para todos los gustos. En el acto oficial, el presidente, Carlo Azeglio Ciampi, exhortó a la “unidad” de los italianos para avanzar hacia la recuperación del país. En una celebración más informal, cientos de personas se reunieron en la Plaza San Giovanni, en Roma, para asistir a un concierto de rock dedicado al pacifismo. Una de las celebraciones más numerosas se registró en Alemania. Cerca de medio millón de personas se reunieron en distintas partes del país, según los sindicatos. En la principal de las concentraciones, en Wolfsburgo, el presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer, criticó las “ansias de conseguir beneficios” de los empresarios e instó al gobierno de la canciller democristiana Angela Merkel “a alejarse de los intereses del capital”. Los festejos en Moscú estuvieron divididos entre dos grandes marchas: la oficial, que llevó a unas 25 mil personas, y la que rememoraba la disuelta Unión Soviética, que también convocó a varios miles de manifestantes que desfilaron desde la Plaza de Octubre hasta el célebre Teatro Bolshoi, cercano a la Plaza Roja. En Teherán, la capital iraní, cerca de diez mil personas protestaron reclamando la renuncia del ministro de Trabajo, Mohammad Jahromi, y la necesidad de reformas laborales. Igual que en las ceremonias religiosas, los manifestantes marcharon en columnas de más de un kilómetro, golpeándose el pecho. En Turquía, la policía detuvo a una veintena de militantes de la izquierda que celebraban el 1º de Mayo en una zona prohibida para manifestaciones. Las unidades antimotines utilizaron gases lacrimógenos para dispersarlos.
En las distintas capitales de América latina se escuchó una y otra vez la oposición al libre comercio estadounidense y a su política contra los inmigrantes que, en gran parte, son ciudadanos de estos países. El discurso más duro, por supuesto, provino de La Habana, en donde más de un millón de personas se reunieron a escuchar a Fidel Castro. México fue otro de los epicentros de las protestas dirigidas contra la Casa Blanca. Una caravana de unas 3500 personas marchó rumbo al Zócalo junto al subcomandante Marcos, que dio un discurso frente a la Embajada de Estados Unidos, pidiendo la adhesión a las protestas de inmigrantes y al boicot de los productos estadounidenses.
Centroamérica fue quizá la región más homogénea en cuanto a sus demandas. Desde Costa Rica hasta Panamá, toda la región fue testigo de manifestaciones en contra de los recientemente firmados Tratados de Libre Comercio con Washington y a favor de la lucha de los inmigrantes en ese país. La solidaridad que quedó plasmada en las cientos de protestas demostró que el tema inmigratorio no repercute sólo en Estados Unidos.
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