EL MUNDO › ANUNCIO QUE VA A GANAR LA GUERRA DE IRAK, PERO NO TIENE APOYOS
En su esperado discurso mencionó varias veces la palabra “nueva estrategia”, culpó a Al Qaida por la violencia en Irak y fue duro con Irán y Siria. Dijo que los errores cometidos son responsabilidad suya, pero no mencionó ninguno. Rice viajará a Medio Oriente.
› Por Yolanda Monge *
Desde Washington
El presidente de Estados Unidos anunció anoche a sus compatriotas que, lejos de reducir las tropas norteamericanas en Irak, va a enviar más de 20 mil soldados de refuerzo. Las primeras unidades partirían a fines de este mes. George W. Bush admitió al menos un error: no haber tenido más fuerzas de combate durante la guerra. En algo más de 20 minutos, Bush expuso también su decisión de reactivar la economía iraquí y nombrar un coordinador de reconstrucción, aunque no dio cifras de la nueva ayuda económica.
“Algunos se preguntarán por qué va a funcionar la nueva estrategia si no funcionó la anterior. Hay dos grandes diferencias: antes echábamos a los terroristas de los barrios, pero volvían porque no teníamos suficientes tropas para asegurar esos barrios. La otra es que por diferencia sectarias antes no podíamos entrar a ciertas zonas donde están los extremistas. Ahora el primer ministro me asegura que no habrá restricciones”, dijo Bush. “La voluntad de los pueblos se ve en los momentos difíciles. Podemos ganar y vamos a ganar”, señaló.
Tras casi cuatro años de lucha, más de 400 mil millones de gasto y la pérdida de miles de vidas iraquíes y estadounidenses, la Casa Blanca calificó el discurso del presidente en hora de máxima audiencia como “el comienzo de un debate sobre los muchos problemas que tiene Irak”. Un comienzo que hace oídos sordos al informe del Grupo de Estudios sobre Irak, que el pasado mes de diciembre recomendaba el inicio de la retirada de tropas en el país mesopotámico durante el primer trimestre de este año. Y un comienzo que hace caso omiso del consejo por parte del mismo grupo, presidido por el ex secretario de Estado republicano, James Baker, y el ex congresista demócrata Lee Hamilton, de incluir a Siria e Irán en las conversaciones sobre el futuro de Irak. Lo máximo que Bush solicitó de los países aliados de Oriente próximo es que, como vecinos, aumenten su ayuda económica a Irak.
En el discurso, uno de los más importantes de la presidencia de Bush, el presidente explicó anoche un plan que daba como plazo hasta noviembre de este año para que los iraquíes asuman el control de la seguridad de las 18 provincias del país. “Ellos (los iraquíes) van a tener que poner más botas sobre el terreno”, declaró ayer por la mañana Dan Barlett, consejero de la Casa Blanca, en referencia al compromiso militar iraquí. “Ellos van a ser los que llamen a las puertas de las casas”, insistió el consejero presidencial, quien desde primera hora de la mañana inició un maratón por las más influyentes cadenas de televisión para preparar al público para el discurso presidencial. La decisión del presidente de aumentar las tropas en Irak llega dos meses después de unas elecciones legislativas ganadas por los demócratas que muchos interpretaron como un mandato otorgado a los políticos de Washington para comenzar la retirada.
Incluso antes de que Bush hablase, los demócratas preparaban sus armas para manifestar su oposición a los planes presidenciales. La portavoz de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, planeaba una votación sobre el aumento de tropas que aislase a Bush en su manejo autoritario de la guerra. La victoria demócrata en el Congreso del mes de noviembre envió el mensaje de que “los votantes americanos esperaban de nosotros que nos retiráramos de Irak”, declaró el senador demócrata con aspiraciones presidenciales para 2008 y actual presidente del Comité de Relaciones Exteriores, Joseph Biden. A su vez, el senador Ted Kennedy ya ha presentado un proyecto de ley para impedir la asignación de nuevos fondos para aumentar el contingente militar. Para el senador Kennedy, lo que propone el mandatario republicano es “seguir el rumbo bajo otro nombre. Sólo hará que EE.UU. sea más odiado en el mundo”. Para Kennedy, Irak es “el Vietnam de George Bush”.
Pero al dirigirse a la nación, Bush hizo algo más que desplegar su nueva estrategia para Irak. El presidente realizó lo que había evitado desde la invasión del país árabe en marzo de 2003: ordenar a sus más altos cargos militares desempeñar acciones a las que se resisten o consideran inadecuadas, según informó el diario The Washington Post. En muchas ocasiones, el presidente ha manifestado su confianza en dejar que sean los militares los que desarrollen sus propios planes. “Me adhiero totalmente a la estructura de mando militar”, había declarado Bush en una entrevista el mes pasado con el Post. Fuentes del Pentágono declararon al diario de Washington que miembros del ejército se oponen desde hace tiempo a un incremento de soldados, al igual que se oponía el saliente general del Comando Central, el general John Abizaid, quien hace sólo dos meses dijo que más hombres no era “la solución para Irak”.
Pero a medida que la situación no ha hecho más que empeorar en los pasados dos meses, que la seguridad en Irak se ha deteriorado a niveles de pesadilla y que el apoyo a la guerra dentro de Estados Unidos no deja de descender –en diciembre cayó al 27%–, Bush ha puesto distancia con sus consejeros militares y con los comandantes en Irak, y el resultado final será el envío de más hombres al teatro de operaciones. Sin lugar a dudas, la decisión de Bush de mandar más efectivos a Irak marca el primer desencuentro serio entre la Casa Blanca y elementos clave dentro del Pentágono sobre Irak desde que en 2003 el general Eric Shinseki discrepara con la Administración sobre el tamaño de las fuerzas de ocupación que estaba a punto de ser desplegada en el Golfo. El general consideró entonces que era un número insuficiente para la misión que se avecinaba.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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