EL MUNDO • SUBNOTA › SEGúN LA ONU, UNA DE CADA TRES VíCTIMAS CIVILES PALESTINAS ES MENOR DE EDAD
La estadística de niños muertos durante el bombardeo es apenas una muestra de la gravedad de la crisis humanitaria en Gaza. La ONU y la Cruz Roja suspendieron sus actividades tras dos ataques contra camiones que transportaban medicamentos.
› Por María Laura Carpineta
Uno de cada tres palestinos muertos en Gaza es un niño. La alarmante estadística la difundió ayer la ONU y supone que al menos 266 niños fallecieron en las últimas dos semanas de bombardeos y ataques israelíes. El máximo responsable para cuestiones humanitarias de Naciones Unidas, John Holmes, confirmó además que la mitad de los muertos palestinos son civiles. “Es particularmente angustiante y horroroso que las víctimas cada vez más parecen ser civiles, con una incidencia creciente de familias enteras sepultadas en casas que fueron atacadas”, advirtió Holmes.
Mientras las cifras de víctimas empeoran en la Franja de Gaza, la crisis humanitaria amenaza con extremar aún más la situación de los sobrevivientes. El Comité Internacional de la Cruz Roja decidió atrincherarse en su oficina en el centro de la ciudad de Gaza hasta que el gobierno israelí les garantice su seguridad. “No suspendemos nuestras actividades, pero no podemos trabajar cuando atacan nuestros camiones”, explicó a este diario la vocera de la organización en Jerusalén, Anne-Sophie Bonefeld.
La vocera contó que aún no consiguieron todos los detalles del ataque del jueves contra uno de sus convoyes. “Lo que sí podemos decir es que las autoridades israelíes sabían que los camiones con medicamentos y ayuda humanitaria y las ambulancias con pacientes iban a pasar por allí. Lo sabían y nos dieron la luz verde”, relató. Según le dijeron sus colegas en Gaza, un grupo de soldados les disparó desde la tierra. Destruyeron el parabrisas de uno de los camiones y el conductor está muy grave recuperándose en el hospital. Bonefeld no quiso decir si el gobierno israelí se había disculpado. “Sólo puedo decir que le comunicamos del ataque”, aseguró.
No es la primera vez que algo así sucede. El mismo jueves, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos denunció que el ejército israelí atacó uno de sus camiones, que estaba identificado con el emblema de la organización. El chofer murió en el acto y la ONU suspendió de forma indefinida su trabajo en la Franja. Esa decisión significará que el 80 por ciento de los 1,5 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza y dependen de esa ayuda dejarán de recibir comida y agua.
La propia ONU reconoció que la consecuencia de su decisión puede ser devastadora para la población palestina en Gaza. “Esto sólo puede profundizar una situación humanitaria ya crítica y poner a los chicos en un daño incluso mayor de muerte o daño permanente. La distribución de comida, agua, combustible y medicamentos no debería ser impedida”, advirtió Ann Veneman, directora ejecutiva de Unicef.
Los ataques contra la ONU y la Cruz Roja provocaron el repudio de toda comunidad internacional pero, según el trabajador humanitario español Alberto Arce, no son los únicos ataques israelíes contra centros o grupos humanitarios. El miembro del Movimiento Gaza Libre que llegó a la Franja en diciembre pasado con el último barco de ayuda humanitaria que logró atracar en la costa palestina, contó a este diario que el domingo varios cohetes cayeron en el hospital Al Awda en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja.
“Una de las explosiones se produce en medio del hospital, entre los generadores y la puerta del almacén de medicamentos, a 10 metros de la entrada de urgencias. Es un lugar que está separado del resto del campo por un muro y está claramente identificado como un centro sanitario”, explicó el español.
Hace dos semanas que el celular de Arce, uno de los seis trabajadores humanitarios extranjeros que quedan en la Franja, no deja de sonar. Día y noche se dedica a recorrer hospitales y casas registrando las tragedias familiares para luego transmitírselas a los medios extranjeros vía teléfono. En su recorrida de esta semana por el hospital de Al Awda, Arce recogió algunas historias. Este es el relato de una de ellas:
“Nahed al Er tiene 21 años y es uno de los heridos de gravedad en el cuarto piso. Me contó que hasta una semana vivía con su familia muy cerca de la frontera con Israel, a pocos metros del paso fronterizo de Eretz. El lunes estaba en su casa cuando escuchó caer una bomba a unos kilómetros de allí y él, sus padres, sus dos hermanas y su mujer decidieron huir. El quería salir con lo puesto, pero su mujer insistió en empacar algo como para pasar los próximos días. Antes de que se dieran cuenta una bomba cayó sobre su casa”.
“Cuando Nahed se despertó, era el único que podía caminar. Agarró la única mula que le quedaba a la familia y recorrió los dos kilómetros que lo separan del campo de refugiados. Cayó rendido en la puerta del hospital y recién despertó en la cama de la habitación horas después. Las ambulancias tuvieron que esperar más de 24 horas para ir hasta su casa porque no podían arriesgarse con los bombardeos israelíes. Cuando llegaron, todos habían muerto. Ningún médico aún tuvo el coraje de decírselo.”
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