Lunes, 10 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL MEXICANO HABLó CON OBAMA DEL EFECTO HONDURAS
Por G. A. A.
Desde México, D. F.
Los gobiernos de El Salvador y de Guatemala corren el riego de sufrir un golpe de Estado como el ocurrido en Honduras, estima el gobierno de Felipe Calderón, quien tenía previsto abordar este tema durante la cena privada que sostuvo anoche con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper.
Según fuentes de la Cancillería mexicana, Calderón iba llevar a la mesa la crisis hondureña y las gestiones diplomáticas para restituir en su cargo al presidente Manuel Zelaya, quien recibió el apoyo de México durante los dos días que estuvo en el país la semana pasada.
Incluso, el incidente provocado por la alusión de Zelaya al ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, que molestó a la administración de Calderón por recordarle la controvertida elección de 2006 que lo llevó al poder, a pesar de la sospecha de fraude electoral, pareciera haber quedado atrás: “No se trata de apoyar a tal o cual persona; se trata de defender los principios de la democracia”, dijo la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, la víspera de la reunión de los tres mandatarios norteamericanos.
México enviará a Espinosa a sumarse a la misión de la Organización de Estados Americanos que viajará en principio mañana a Tegucigalpa, junto con los cancilleres de Argentina, Canadá, Costa Rica, República Dominicana y Jamaica para presionar a Roberto Micheletti a que acepte devolver la presidencia de Honduras al mandatario legítimo.
Pero la crisis hondureña amenaza con extenderse a otras partes de Centroamérica, habría advertido anoche Calderón, durante una cena sin testigos con Obama y Harper.
El mensaje del mexicano es que ni Mauricio Funes, en El Salvador ni Alvaro Colom, en Guatemala, están exentos de sufrir un golpe de Estado.
Estados Unidos ha condenado la destitución de Zelaya y ha congelado fondos y ayuda militar a Honduras, aunque esto no ha bastado para revertir el golpe de Estado.
Por su parte, Canadá tampoco reconoce a Micheletti como presidente, pero no ha suspendido su asistencia militar al ejército hondureño, el cual sostiene al gobierno de facto.
Durante la reunión de los jefes de Estado de México, Estados Unidos y Canadá –que termina hoy–, Calderón tratará de convertirse en una suerte de bisagra entre Norte y Centroamérica, y convencer a sus pares de la necesidad de poner marcha más atención en lo que ocurre en esas frágiles democracias. La parte difícil para la administración de Calderón será el enfoque. Lejos quedaron los tiempos en que México tenía un peso real en el hemisferio y podía contener a Estados Unidos en la región, con iniciativas de pacificación como la del Grupo Contadora, en los años ‘80. Hoy, el oficialismo de derecha mexicano se inclina más por la cooperación para el desarrollo que por la diplomacia abierta para la resolución de los conflictos.
En cualquier caso, no es gratuito que poco después de la cumbre en Guadalajara con Obama y Harper, el presidente mexicano viajará a Colombia para entrevistarse con el presidente Alvaro Uribe, el próximo miércoles para fortalecer el intercambio de información en materia de narcotráfico, una reunión que se verá envuelta por el despliegue de tropas estadounidenses en bases colombianas.
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