EL MUNDO • SUBNOTA › PERO CON RESISTENCIAS EN LA ACOMODADA ZONA SUR
Los barrios del centro de La Paz, como Miraflores, Sopocachi y Obrajes, se han volcado masivamente al gobierno del Movimiento Al Socialismo. El oficialismo consolidó ese voto.
› Por Oscar Guisoni
Desde La Paz
En la ciudad de La Paz la diferencia entre ser rico y ser pobre se mide también en grados centígrados. En la acomodada Zona Sur, donde se encuentran los barrios de la clase media alta y la no tan media, no sólo hay autos más elegantes y chalets, spas y grandes tiendas de ropa importada, sino que además hace entre 5 y 7 grados más que en el centro de la ciudad, o en las laderas, donde se apiñan los pobres. En comparación con la vecina ciudad de El Alto, auténtico bastión indígena donde el apoyo a Evo es apabullante, el termómetro amplía su diferencia hasta los 10 o 12 grados de media durante la mayor parte del año. El clima es una de las pocas cosas que el primer gobierno de Evo no pudo cambiar en estos cuatro últimos años.
Tantos cambios, como no podía ser de otro modo, generan resistencias en algunos. “Los indios se han vuelto arrogantes”, se quejan las señoras elegantes del sur, que lamentan la desaparición de “las caseritas”, el nombre entre despectivo y paternalista con el que se dirigían, y aun se dirigen, en los mercados a las mujeres indias que pasan largas horas vendiendo a la intemperie en sus puestos en los que se puede encontrar desde frutas y verduras a películas pirateadas, refrescos, periódicos y alfajores argentinos con la fecha de vencimiento ya muy superada.
“‘¿Qué hace usted con los indios?’, es la crítica que me han hecho desde que decidí aceptar la candidatura” contaba ayer a Página/12 antes de votar la candidata a senadora del MAS por el departamento de La Paz y ex defensora del Pueblo, Ana María Romero del Campero. “El racismo es una reacción lógica a la pérdida de poder”, afirma el filósofo y catedrático de la Universidad paceña Luis Tapia.
En una ciudad como La Paz, donde la burocracia estatal es más importante que la economía privada, todo el mundo en la Zona Sur estaba acostumbrado a que ante cualquier problema recurrían a sus amigos en el poder y éstos se lo resolvían en un abrir y cerrar de ojos. Ahora eso se ha acabado. Los ministerios, el Parlamento y el Palacio Quemado, sede del gobierno, están ocupados por gente que nunca antes había formado parte del Estado y eso causa un gran estrés en el sur de la ciudad.
La política redistributiva expresada en los bonos a sectores históricamente olvidados y el intento de crear un incipiente “Estado de Bienestar” pero sin abandonar el capitalismo es contestado con virulencia por una aristocracia política que gobernó bajo el signo del más puro liberalismo durante el último cuarto de siglo, cerrando ojos y oídos a la extrema pobreza que iba dejando a su paso la aplicación de los planes económicos dictados por los organismos internacionales y la embajada norteamericana.
La clase media paceña, esa que más que media parece baja si se la compara con la de las grandes capitales europeas, y que puebla los barrios del centro de la ciudad, Miraflores, Sopocachi, Obrajes, se ha volcado masivamente con el gobierno. El MAS, para disgusto de los movimientos sociales que son su base electoral dura, ofreció muchas candidaturas a representantes de la clase media para ganarse su favor y, a juzgar por los resultados, logró consolidar la alianza que tanto necesitaba para ganar estas elecciones.
Ese movimiento hacia el centro político le terminó granjeando algunas reacciones de racismo de signo inverso entre los indígenas del campo, aymaras o quechuas de pura cepa, que se quejan del supuesto “entorno blancoide” que rodea al presidente, protestan porque Evo no ha puesto en práctica las leyes que ellos esperaban para apoyar la economía comunitaria y anticapitalista que practican. Sin embargo, estos críticos lo han votado a Evo porque “¡los neoliberales no pueden volver, joven!”. “Este es un presidente digno”, afirman después de haberlo criticado. “Mire usted cómo le ha plantado cara a los Estados Unidos. Nunca antes que él un presidente había mandado a callar al embajador americano como lo hizo el Evo.”
Los contundentes resultados de ayer dejarán probablemente sumidas en el espanto a las señoras de la Zona Sur, contentos a los que viven en las humildes laderas paceñas, eufóricos a los habitantes de El Alto, la ciudad de donde surgió, en octubre de 2003, la revuelta que acabó con el gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada. Ninguno de ellos sabe a ciencia cierta hacia dónde irá Evo con tanta cantidad de votos. Aunque todos perciben que el país en el que viven poco tiene que ver con el que existía antes de 2005, cuando Evo ganó sus primeras elecciones. El clima, no hay ninguna duda, ha cambiado. Aunque los pobres sigan viviendo en las alturas frías y los ricos en el cálido sur.
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