EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Emir Sader
Junto con España, la izquierda española también ha cambiado. Esa es la diferencia esencial respecto de las elecciones nacionales anteriores. Del marco bipartidista, con el PSOE igualmente comprometido con la austeridad junto al PP y con Izquierda Unida incapaz de capitalizar el descontento de amplios sectores –especialmente jóvenes– de la población, al marco actual, mucho ha cambiado y Podemos ha sido el gran responsable del cambio.
El fenómeno más marcado de las elecciones ha a sido la irrupción de Podemos. Conquistar más de 5 millones de votantes y 69 parlamentarios –que serían varios más, si no fuera por la injusta repartición de los escaños–, volverse la primera fuerza en Cataluña y en el País Vasco –por medio de una hábil política de alianzas– es un hecho inédito en la vida política española. Renueva y refuerza a la izquierda, con un programa claramente de rechazo a las políticas de ajuste.
La subida de Podemos en el tramo final de la campaña ha sido el resultado de la militancia política de la organización, pero sobre todo del brillante desempeño de su líder, Pablo Iglesias, en los debates públicos. Todas las encuestas le dieron ganador con amplísima ventaja.
En su discurso de anoche, Iglesias destacó que Podemos es la única fuerza que puede dar solución a los problemas territoriales de España, justamente por su triunfo en Cataluña y en el País Vasco. Los otros puntos recalcados por él podrían ser incorporados por el PSOE, en caso de que el partido se propusiera gobernar con un frente de izquierda, al estilo de Portugal. Pero las posiciones radicalmente opuestas de los socialistas y de Podemos respecto de Cataluña bastan para impedir que esa vía hoy aparezca como posible.
La probable crisis de gobernabilidad a la que se adentra España a partir de los resultados electorales de ayer, deja a Podemos en una posición expectante. Con su trayectoria ascendente, debe ser un factor que inhiba a los partidos tradicionales –ambos en curvas descendentes– de apelar a nuevas elecciones en pocos meses. Mientras la crisis afecta también a Izquierda Unida, que casi ha desaparecido, los buenos resultados de Podemos animan a su militancia política frente a las enormes responsabilidades que se le plantean en la nueva fase histórica en la que ha ingresado España.
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