EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Alfredo Serrano Mancilla *
Se acabó. Comienza otra época en España. El bipartidismo ya no aglutina a la mayoría absoluta. Nada desaparece de un plumazo en la política. El largo ciclo histórico que se iniciara desde luego de la dictadura ha puesto su punto y final. El ganador de las elecciones conformará un gobierno en minoría. Muy en minoría, con algo menos del 30 por ciento de los votos. En definitiva, si el Partido Popular logra formar gobierno, lo hará con la mayoría del país en su contra.
Es la primera vez que el partido más votado no posee ni siquiera un tercio del apoyo en las urnas desde el año 1977. Son dos tercios de españoles que no quieren más recortes ni endeudamiento social, no toleran más años perdidos; no aceptan más que se regale la soberanía a Alemania, ni que se salve a los bancos privados a cambio de más desahucios (desalojos); no quieren más corrupción ni las puertas giratorias para que un grupo de ex ministros sean asesores o consejeros directivos de unas pocas grandes empresas. Son dos tercios de españoles que ha dicho basta ya a ese modelo político, económico y social.
La mayoría social en España ha votado a favor de un nuevo parlamento sin mayorías, en el que se han de escuchar muchas voces diferentes. Ya no debería haber más diálogo de sordos, de a dos, ignorando todo aquello que demanda el pueblo español. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no tiene apoyo electoral suficiente para autoerigirse en la única oposición posible. Son muchas las oposiciones. Se terminó el dúo que acaparó monopólicamente la política parlamentaria en España. Hay nuevas propuestas, nuevos partidos. Ciudadanos se coló en la fiesta con la imagen de la “derecha de la buena onda”, pero no logró convencer lo necesario para sacar tanto pecho. Las encuestas lo inflaron excesivamente. El marketing no dio para tanto.
El gran ganador indudablemente es Podemos quien ya no es un partido emergente. Se consolida como emergido, como fuerza política con mayoría de edad. Irrumpió para quedarse. Logró sortear todo tipo de obstáculos en esta complicada carrera a contracorriente. Supo remontar frente a las adversidades de un sistema hegemónico que siempre procuró sacarlo fuera de la pista. A partir de ahora, Podemos tendrá un protagonismo significativo en el parlamento. Tendrá mucho que decir, y lo que es más importante, mucho que proponer para que España deje de ser lo que ha sido en estos últimos años, para recuperar la ilusión de que otro país es posible a pesar de lo que dicte la troika y todos los poderes económicos internacionales. Luego de décadas, Podemos creer en otra política más saneada, más popular, más próxima a la gente común, donde las instituciones no den la espalda a la ciudadanía.
Lo que fue el movimiento de los indignados desde el 15 mayo del 2011 hoy tiene su reflejo en el cambio de la política parlamentaria. Esto no quiere decir que sea Podemos el único partido que pueda proclamarse representante de esa gran demanda social. Han surgido mareas, candidaturas de unidad popular, nuevas iniciativas en todo el territorio español. Nadie puede negar que la política española se ha oxigenado. Aunque es pronto todavía para saber si esta regeneración será transformada en una gran ruptura democrática a favor de las mayorías.
Pase lo que pase con la investidura como presidente de Mariano Rajoy (logre hacerlo en primera vuelta o no), ya sí se puede afirmar que una nueva transición, la del siglo XXI, ha comenzado. Ojalá sirva para que todo siga cambiando. Cambia, todo cambia...
* Director Celag, doctor en Economía.
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