Milena es una chica delgada, de 16 años, 1,69 metro de altura, más interesada en la música e ingresar a la facultad de veterinaria que en política, sobre la que entiende “muy poco”. Ayer mientras la cadena Globo instaba a los brasilienses a sumarse a la concentración golpista frente al Planalto, Milena y la hija de este cronista aguardaban el colectivo en una parada de la avenida W 3 Sur, en una zona comercial y de colegios de la Capital Federal. La chica llevaba una remera roja, de mangas cortas, sin inscripciones. Desde un auto que detuvo su marcha frente a las adolescentes, un grupo de hombres jóvenes insultaron a Milena por estar vestida como los “petistas y comunistas” y la amenazaron para que no vuelva a salir a la calle con esa indumentaria. En varios refugios para esperar ómnibus de Brasilia milicias de neocons, que están brotando como hongos en los barrios residenciales como el Lago Sur, pintaron estrellas del PT atravesadas por una cinta negra. Muchachos con pantalón y remera verde oliva camufladas que participaron el domingo en la movilización contra Lula y Dilma en el Eje Monumental, principal arteria brasiliense, voceaban consignas laudatorias de la dictadura militar y en tono de broma decían “aquí la gente de rojo no es bienvenida”. En San Pablo una joven, también de rojo, fue golpeada ayer por los activistas que permanecieron desde el miércoles por la noche en vigilia por la caída de Dilma y la prisión de Lula frente a la Federación de Industrias de San Pablo, la entidad patronal que llama al golpe.