EL MUNDO
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Haciendo apuestas
Nunca hasta ahora la elección de un papa había despertado tanto interés, no sólo en los medios de comunicación, sino en la opinión pública mundial. Importa quién sea el elegido, no sólo por su orientación doctrinal, o su simpatía personal, sino por su nacionalidad y hasta su raza.
No hace mucho que el arzobispo sudafricano Desmond Tutu expresaba públicamente su esperanza de que el próximo pontífice fuera un africano. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula ha declarado ya sus preferencias por un cardenal nacional (¿qué tal Claudio Hummes?), los hondureños tienen puestas sus esperanzas en el arzobispo de Tegucigalpa, papable de altura, pese a su juventud, y los italianos –los que más opciones tienen– no dejan de apostar porque el primado de Pedro regrese a la tradición, es decir, vuelva a ser detentado por un italiano. Al menos dos papables locales, Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, y su antecesor en el cargo, Carlo Maria Martini, disponen de un nutrido grupo de sostenedores juveniles que corean sus nombres en misas y liturgias y les dedican elogios en diferentes páginas web. La prensa italiana les ha dedicado amplio espacio, considerándoles poco menos que miembros del mismo “partido”, pese al tremendo enfrentamiento que protagonizaron en el Sínodo de Obispos celebrado en 1999.
Otro candidato ampliamente seguido en Internet es el cardenal africano Francis Arinze, al que está dedicada la página arinzeboys.splinder.com. Curiosamente, sin embargo, en la página de la agencia de noticias misionera especializada en el sur del mundo, y en Africa, en particular (www.misna.org), se apunta sobre todo hacia un papa latinoamericano. El director de la agencia, Pietro Mariano Benni, reconocía hace unos días al Corriere della Sera lo mayoritaria que es la demanda “de un papa de América latina. Incluso los africanos lo reclaman, conscientes de no estar listos ellos para esta misión”.
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