En su primer día en el poder, Raúl Castro no quiso hacer grandes apariciones públicas. Ante la conmoción mundial que causó el anuncio del traspaso de mando, el nuevo líder de Cuba fue muy cuidadoso y buscó no interrumpir la rutina diaria de los cubanos. No hubo actos oficiales para el cambio de mando ni discursos. Por sobre todo, el mensaje del nuevo gobierno provisional fue que todo sigue igual.

Para el director de la emisora cubana, Radio Nacional, Pedro Martínez Pires, es muy poco probable que haya grandes cambios en la política económica de la isla en los próximos días. “Hay cambios en lo económico que se están realizando actualmente, pero no son creación de Raúl, sino que son parte de planes previos”, aseguró en diálogo telefónico con Página/ 12. La personalidad de Raúl –más opaca y menos carismática que la de su hermano mayor, como él mismo reconoce– hace suponer que el nuevo máximo dirigente cubano no trabajará en estas próximas semanas para fortalecer su imagen pública, la principal característica que destacó a Fidel en estas últimas décadas. Sin embargo, el régimen cubano, previendo la posibilidad de un traspaso, ya había comenzado a promocionar la imagen de Raúl. En las celebraciones de su 75 cumpleaños, los medios cubanos difundieron una imagen más humanizada y cálida del veterano dirigente.

A pesar de que Raúl Castro carece del carisma y de la popularidad de su hermano mayor, tiene el apoyo, hasta ahora indiscutido, de las dos principales instituciones de la isla: la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Partido Comunista Cubano (PCC). El dirigente cubano, de rostro duro y voz ronca, fue uno de los que más luchó contra la corrupción y la disidencia dentro de las filas del PCC. Sus purgas, en el gobierno, las FAR y el partido le permitieron rodearse de aliados incondicionales.

Como líder de las FAR, el hermano menor de Fidel mantiene un control efectivo sobre áreas claves de la isla. Las filas militares no sólo se ocupan de la defensa, sino que además dirigen gran parte de los proyectos de infraestructura turística –uno de los principales ingresos de Cuba–, de la producción agrícola e industrial. Dentro del Buró Político del PCC, la influencia militar también es y ha sido importante y permitiría mantener cohesionado a ese organismo mientras dure el gobierno provisional de Raúl. En su último discurso público, el 26 de julio pasado, en el acto de conmemoración del asalto del Cuartel Moncada, Raúl afirmó que cuando su hermano mayor muriera el único sucesor legítimo sería el PCC. El veterano dirigente era comunista aún antes que su hermano y varios analistas aseguran que fue uno de los principales promotores para que la revolución, en principio nacionalista, adoptara el camino del socialismo. Analistas extranjeros le atribuyen ideas reformistas inspiradas en las experiencias china y vietnamita, de las que se habría interiorizado en sus frecuentes visitas a Pekín y Hanoi.

Como su hermano mayor, se educó con los jesuitas de Santiago de Cuba y luego estudió en la Universidad en La Habana, hasta que se incorporó a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Fue uno de los integrantes del Movimiento del 26 de Julio que atacaron el Cuartel de Moncada en 1953, la primera acción militar de esta resistencia. Esto le valió casi dos años de prisión y, posteriormente, el exilio en México. Volvió a la isla en 1956 para luchar en Sierra Maestra y liderar uno de los principales frentes de batalla.

Una vez instalada la Revolución, comenzó a crecer como el jefe máximo de las FAR y el hombre más leal de Fidel. El silencio y la cautela que mostró ayer Raúl fue una nueva prueba de esta lealtad, al régimen y a su hermano.

Informe: Laura Carpineta.