EL PAíS › EL GOBIERNO DE CUBA LE OTORGó EL PASAPORTE A LA MADRE DE HILDA MOLINA Y AHORA PODRá VIAJAR A VER A SU FAMILIA
Hilda Morejón, de 89 años, recibió su pasaporte de parte del gobierno de Raúl Castro. Fue resultado de una larga gestión realizada desde la Casa Rosada. “Valoro enormemente este gesto”, reaccionó la presidenta Cristina Kirchner. Ahora se espera un trato similar a Hilda Molina.
› Por Fernando Cibeira
El gobierno de Cuba le otorgó pasaporte a Hilda Morejón, madre de la neurocirujana Hilda Molina, por lo que en breve podrá viajar a la Argentina a visitar a su nieto, el médico Roberto Quiñones, y conocer a sus bisnietos. La decisión fue fruto de un largo y sigiloso trabajo realizado desde la Casa Rosada, que ayer festejó la decisión del presidente Raúl Castro, que ya sabían que estaba resuelta desde hacía 25 días. “Valoro enormemente el gesto de la República de Cuba, lo valoro como un gesto hacia la familia Quiñones y también hacia el gobierno argentino”, evaluó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La ilusión de la familia era que junto con Morejón, que tiene 89 años y un delicado estado de salud, pudiera viajar también Molina, quien ayer mismo comenzó a tramitar su pasaporte como ciudadana común. “Estoy muy agradecida por este gesto del nuevo gobierno que hay aquí”, sostuvo la médica. Junto a las mujeres se encontraba en La Habana Verónica Scarpatti, la esposa argentina de Quiñones. La pareja tuvo dos hijos que ni Molina ni su madre hasta ahora pudieron conocer.
La decisión del gobierno de la isla es un paso adelante en el tortuoso conflicto surgido alrededor de la situación de Molina, que envenenó la relación bilateral durante los años del kirchnerismo. La saga arrancó en diciembre de 2004, cuando la médica y su madre ingresaron a la embajada argentina en La Habana para pedir asilo político con el objetivo final de viajar a Buenos Aires. Cuba se negó de plano a aceptar las condiciones de las mujeres, por lo que luego de unas horas de resistencia Molina y su madre debieron volver a su casa. Como corolario, la maniobra les costó el cargo al entonces embajador argentino en la isla, Raúl Taleb, y a Eduardo Valdés, jefe de asesores del canciller Rafael Bielsa, señalados como los autores intelectuales de la intentona.
La situación se tornó delicada. Hilda Molina supo ser un cuadro importante del Partido Comunista, diputada en la Asamblea Legislativa y fundadora del prestigioso Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren). Pero en 1994 se peleó con Fidel Castro por la dirección que se le quería dar a la clínica y renunció a todos sus cargos. Por eso se la consideró una disidente y le negaron la posibilidad de salir de la isla.
Luego del episodio de la embajada, Néstor Kirchner y Fidel Castro nunca pudieron normalizar el vínculo. Fidel había viajado a Buenos Aires en mayo de 2003 para la asunción presidencial y desde ahí se empezó a barajar la fecha en que Kirchner retribuiría la visita. Pero el affaire pospuso ese viaje de manera indefinida.
Hubo dos cartas de Kirchner a Fidel. La primera, enviada a fines de 2004, en tono emotivo le pedía que permitiera a las mujeres reencontrarse con su familia. Castro respondió con una negativa, ofreciéndoles a Quiñones y a sus hijos que viajaran a la isla. No fue aceptado.
La segunda se la entregó en mano el canciller Jorge Taiana a su par cubano, Felipe Pérez Roque, en julio de 2006, en el último día de la Cumbre del Mercosur realizada en Córdoba, a la que Fidel acudió como invitado especial. Más sucinto, este mensaje recordaba el interés del gobierno argentino en facilitar el reencuentro de los Molina-Quiñones y que esperaba una respuesta. No la hubo. A poco de regresar a La Habana, Fidel Castro se enfermó y nunca volvió a ocupar la presidencia.
Desde que era primera dama y senadora, Cristina Kirchner se interesó en el tema. Incluso, en las épocas de las idas y vueltas sobre la posibilidad de un viaje a Cuba de Néstor Kirchner, se decía que el principal escollo para que se concretara esa visita era que Cristina exigía reunirse en La Habana con Molina y con las Damas de Blanco, la agrupación que crearon las esposas de los presos por razones políticas.
La Presidenta busca darle a su gestión un mayor brillo internacional y, en esa dirección, hacer punta en el reclamo por causas humanitarias. Otro caso es el de Ingrid Betancourt, la rehén más famosa de las FARC.
Desde que asumió, la Presidenta tomó cartas en el caso Molina y siguió personalmente las negociaciones. Hubo especial cuidado en evitar las filtraciones porque en Gobierno intuían que si trascendían detalles de las conversaciones podía echarse todo a perder. “Habían pedido mucha discreción y cumplimos”, decían ayer cerca de los Kirchner. Quienes tuvieron oportunidad de hablar con ellos poco después de la noticia, en Olivos, los encontraron exultantes.
“Fue una negociación muy delicada que tuvo una etapa durante la gestión de Néstor Kirchner, pero que recién ahora, desde que asumió Cristina y que dirigió las tratativas, pudo conseguirse este resultado positivo. Incluso les ha planteado a otros presidentes latinoamericanos que colaboren para resolver este tema”, señaló el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. “Es un primer paso que valoramos muchísimo”, añadió.
Lo de “primer paso” era señal de que en el gobierno argentino ahora esperan que rápidamente se le dé el mismo tratamiento a la propia Molina, algo que también esperaban sus abogados. “Hilda elogió a Raúl Castro cuando asumió, y a partir de ahí la actitud del gobierno cubano fue diferente”, explicaba uno de los asesores jurídicos de Quiñones.
Habrá que ver ahora si este primer paso es suficiente para descongelar el vínculo bilateral y permitir que, ahora sí, Kirchner visite La Habana. El viaje quedó acordado en noviembre del año pasado, cuando coincidió en una cumbre en Chile con el vicepresidente cubano, Carlos Lage. Kirchner quiere sacarse la espina de ese viaje pero necesitaba un gesto. Ahora lo tuvo.
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