Lunes, 5 de enero de 2009 | Hoy
EL PAíS › LOS EMPLEADOS DE INDUGRAF MANTIENEN OCUPADA LA IMPRENTA DESDE HACE MáS DE UN MES
Ante el cierre sorpresivo, los trabajadores organizaron una cooperativa y denuncian que la empresa hizo un vaciamiento. Piden la intervención de Trabajo para evitar el desalojo.
Por Laura Vales
Todavía nadie entiende por qué cerró, porque hasta el día previo las máquinas estuvieron imprimiendo y al depósito siguieron entrando insumos, como en una jornada normal. Pero lo cierto es que ese lunes, cuando fueron a trabajar, los 88 operarios de la imprenta Indugraf encontraron el portón de la fábrica con candado y un cartelito que anunciaba: “La empresa permanecerá provisoriamente cerrada. Se comunicará con los trabajadores por vía telegráfica”. Esa misma tarde les llegaron los telegramas de despido.
Esto pasó hace poco más de un mes, el 24 de noviembre. Ahora la fábrica está tomada. Y en la vereda, sobre Sánchez de Loria al 2200, en el corazón de Parque Patricios, hay un campamento con una guardia. Carpas armadas bajo los tilos de la cuadra, reposeras, una mesa en la que se prepara la comida de la noche. Son los trabajadores, acompañados por familiares, chicos de centros de estudiantes y otros militantes que apoyan la reapertura de la empresa. Aunque la toma arrancó para exigir que se diera marcha atrás con los despidos, los dueños no dieron señales y, con el paso de los días, se fue instalando la idea de recuperar la imprenta y ponerla a producir de manera autogestiva.
“Hace cuatro o cinco años que veníamos con problemas salariales”, cuenta Vicente Narváez, un morocho de modos tranquilos, un mendocino que se vino a buscar trabajo a la Capital y que, pasados los años, todavía conserva la tonada de su provincia. Es delegado gremial y, en ese rol, uno de los voceros de los trabajadores: “Hemos hecho infinidad de denuncias en el Ministerio de Trabajo, la empresa se comprometía a cumplir y después volvía a incumplir. El año pasado tuvimos despidos. No es la primera vez que estamos con carpas en la puerta, tuvimos que poner un campamento para que reincorporaran a los compañeros –recuerda–. Ahora en octubre la empresa le pidió al ministerio un procedimiento preventivo de crisis (paso previo a nuevos despidos) que el ministerio rechazó y también nosotros y el sindicato, porque veíamos que había trabajo, todos los días salían camiones con libros. Pero la empresa hizo un vaciamiento, se endeudó secretamente. Nunca nos pagaron las indemnizaciones y nos deben sueldos”.
En los días siguientes al cierre, los dueños sacaron del taller una serie de computadoras imprescindibles para hacer funcionar las líneas de producción. Para evitar que siguieran sacando equipos, los trabajadores decidieron tomar la planta; entraron el 10 de diciembre. La empresa los denunció por usurpación. La orden judicial de desalojo ya está firmada y debió cumplirse la semana pasada. Al parecer, la presencia de gente en la puerta demoró el operativo.
Los trabajadores pasaron la Navidad y el Año Nuevo en la vereda de Indugraf. Además, recorrieron el barrio explicando a los vecinos el motivo de la toma. “Nos apoyan, nadie quiere ver más desocupación”, dice Narváez. La noche de Navidad, un vecino les llevó una fuente de mayonesa de ave. Una señora que vive al lado les acercó una caja de sidras. “Nos traen mercadería. Es importante para nosotros, hace dos meses que no cobramos.” El viernes pasado, a la tarde, había en la cuadra entre 150 y 200 personas. Muchos eran jóvenes, estudiantes, sentados en el cordón de la vereda, tomando mate. Otros ayudaban a repartir folletos. En una reposera, un cincuentón leía Literatura y revolución, de León Trotsky.
Adentro, en cambio, la imprenta es puro silencio. Las máquinas impresoras, inactivas, están rodeadas por pilas de trabajo que quedó a medio hacer: los conocidísimos manuales Estrada, mapas de la argentina, libros de cuentos infantiles.
“Creemos que hubo un vaciamiento intencional. Tal vez querían cerrar y volver a abrir con menos personal y sueldos más bajos. Sabemos que en los últimos tiempos tomaron créditos que no pagaron y libraron doscientos cheques sin fondos. En los últimos dos años no hicieron aportes jubilatorios, sindicales ni a la obra social, es decir, siguieron paso por paso el manual de vaciamiento. Todos los días aparecen acreedores”, dice Narváez.
Los trabajadores acaban de formar una cooperativa y le pusieron “10 de Diciembre”, por el día en que entraron a la imprenta. Ahora están pidiendo la intervención de Trabajo para evitar el desalojo y mantener la fuente laboral. Ya recibieron algunas consultas para encargarles impresiones, pero temen que la orden de desalojo llegue antes: “Los que nos puedan venir a apoyar van a ser recibidos, necesitamos de todos para que Indugraf se reabra”.
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