Lunes, 5 de enero de 2009 | Hoy
EL PAíS › EL LEGISLADOR GONZALO RUANOVA ANALIZA EL PRESUPUESTO PORTEñO Y LA ADMINISTRACIóN DEL MACRISMO
Tras integrar una comisión que examinó los números del gobierno porteño, el diputado de Diálogo por Buenos Aires señala que la gestión de Macri “no sabe ejecutar” y que está transfiriendo recursos públicos al sector privado.
Por Gustavo Veiga
El presupuesto que Mauricio Macri consiguió aprobar con fórceps cuando terminaba 2008 dejó demasiados cabos sueltos. Gonzalo Ruanova, un joven diputado de Diálogo por Buenos Aires, integra la comisión que analizó en detalle la manera en que el gobierno porteño piensa utilizar 16 mil millones de pesos. Durante dos horas respondió preguntas sobre las polémicas cuentas de la ciudad, el estilo con que gobierna el PRO, sus principales referentes y los impuestos que se votaron en la Legislatura o que quedaron por el camino.
–¿Cómo se llegó a la aprobación del Presupuesto 2009?
–Primero, para hablar del presupuesto que la ciudad va a tener este año, hay que contar paso a paso lo que el ingeniero Macri intentó aprobar en la Legislatura. En noviembre nos mandó un presupuesto con una carga regresiva de impuestos directos al consumo que gravaban los resúmenes de las tarjetas de crédito, la TV por cable, la telefonía celular, la medicina prepaga, el consumo de alimentos en restaurantes y la compra de alimentos en supermercados. Eso iba a hacer más profunda la crisis que los porteños ya comenzamos a vivir en la ciudad. Impactaba en los sectores que menos tienen y además, con relación a años anteriores, marcaba una baja en las áreas de promoción social, salud y de educación. También disminuía sensiblemente la inversión en urbanización de los sectores más carenciados de la ciudad que, como todos saben, están en el sur.
–La Legislatura le podó al gobierno unos mil millones de pesos en esos impuestos, pero gravó, por ejemplo, el juego y las transferencias de futbolistas que realicen los clubes porteños. ¿Cómo se acordó eso?
–Nosotros acompañamos la incorporación de nuevos tributos a todas las actividades que más ganan en la ciudad. O sea, el del 8 por ciento al juego, que no existía, el impuesto a la transferencia de los futbolistas exceptuando a los clubes del Ascenso y que es sólo para los clubes de la A. Aprobamos un impuesto del 1 por ciento a los call centers que otras fuerzas políticas decían que son una actividad productiva y nosotros no. E intentamos que el transporte de cargas en la ciudad mantuviera la alícuota que tenía, pero no lo logramos.
–¿Por qué?
–Porque, llamativamente, el ingeniero Macri nos mandó una propuesta para el transporte de carga, que es una de las pocas actividades que se beneficia con la disminución del tributo en la ciudad. Baja del 3 por ciento al 1,5 y algunos nos pusimos a ver cuál era la razón para esa baja y no encontramos ninguna: ni porque haya aumentado la actividad en la ciudad o que justificara un incentivo para que se instalen. Nos resultó llamativo. Pensamos que había algún interés particular de algún compañero de la comisión directiva de Boca. No quiero creer que se construya un presupuesto pensando en eso.
–¿Cree que el tributo a las máquinas tragamonedas puede pasar el filtro de la Justicia, si se toma en cuenta que están en terrenos que pertenecen a la Nación?
–Dos cosas. Lo dijimos también en la sesión. No creo que haya un juez que se anime a parar un tributo sobre el juego en el estado público que se encuentra el debate sobre este tema. Me parece un avance de la autonomía que hay que reconocerle a Macri, su discusión fuerte respecto a que los porteños votamos para que se gobierne en toda la ciudad y no en un pedazo. Y la verdad es que el tributo se debe cobrar y, en el caso de que el juego en Palermo no quiera pagar ese 8 por ciento, habría que cobrarle uno por cada máquina. Hay que generar un nuevo impuesto para que pague por máquina instalada.
–En definitiva, con la poda de impuestos regresivos, pero el agregado de gravámenes al juego, ¿en cuánto quedó el presupuesto para este año?
–En aproximadamente 16 mil millones. Macri siempre le echa la culpa al gobierno nacional, pero el suyo es el presupuesto más importante que tiene la Argentina en cuanto a la cantidad de habitantes. Y segundo: tiene garantizada toda la plata necesaria para llevar adelante las obras y para pagar los salarios.
–¿A dónde irá a parar todo ese dinero?
–Lo más sintomático es el contrato de la basura. Son 1200 millones, casi el 10 por ciento del presupuesto. Una enormidad de plata, que requería un cálculo de costos mucho más preciso. En este momento de crisis en que vivimos, todos están dispuestos a ajustarse, menos las empresas y es porque no hay un gobierno que les ponga los puntos. Después hay una transferencia de recursos muy importante a la obra que se ve: la vereda, la plaza, el monumento... Porque, como todo el mundo sabe, estamos en un año electoral y entonces desfinanciamos los suplementos alimentarios, obras prioritarias en el sur, el programa de familias carenciadas que tienen necesidades básicas en la ciudad, todo eso. También hay una disminución importante en las obras que componen la cuenca hídrica y de inundaciones de la ciudad.
–¿Y tampoco hay dinero para los sueldos docentes ni para las becas de los alumnos?
–Eso lo venimos diciendo y el oficialismo mantiene una obstinación que ya criticamos. Hay un programa que se llama incentivos a los funcionarios, que son sobresueldos y que involucra a ministros, secretarios generales y directores. Puede terminar con Macri gastando cerca de 20 millones, si les paga a todos el ciento por ciento. Es lo que necesitaríamos para consolidar el programa de becas y que no haya más conflictos. Nos están faltando once millones de pesos.
–¿Cuál es su balance del primer año de gestión del PRO en la ciudad?
–Nosotros ya vemos el perfil que tiene el gobierno, con una alta transferencia de recursos públicos al sector privado. Claramente se ve desde que comenzó la gestión. Hasta hoy, tenemos más de cien consultoras nuevas en la ciudad. Tenemos casi veinte convenios con universidades privadas. Lo que debería hacer el Estado lo tercerizamos con fundaciones, con asociaciones civiles que están lejos de representar el interés de todos y sí el interés de algunos.
–¿Macri no cumplió con sus promesas de campaña?
–Lo que vemos es una profunda ineficiencia. Porque no gastan la plata que tienen; no lo hacen porque no saben ejecutar. Segundo, no tienen equipo. Durante seis meses los asesoró un buen publicista y les dijeron a los porteños que tenían equipos que se habían formado: la fundación Crecer y Creer de Francisco De Narváez les pagaba, y la verdad, el nivel de los funcionarios es paupérrimo. Creyeron que trayendo algunos gerentes o integrantes del directorio de su familia iban a administrar la ciudad y lejos están de hacerlo. La matriz de solución de los conflictos hace que tomen de rehenes a los porteños.
–¿Por qué?
–Porque llevan el conflicto al punto máximo. Ya lo vimos con las cooperadoras, lo vimos con las becas de los alumnos, lo vimos con los trabajadores de la salud en el Borda y el Moyano, lo vimos con los trabajadores de la educación... Y encima nos dieron el discurso de que ellos no hacían política, que la política era mala palabra, que Mauricio y Gabriela no vienen de la política. Yo le puedo demostrar que en 2005 había 347 funcionarios en el Poder Ejecutivo de la ciudad y hoy hay 600.
–¿Para usted los discursos de Macri y Gabriela Michetti son retórica hueca?
–La democracia de Macri lo pone a él permanentemente como continuo relator de la actualidad. A mí me sorprende. Lo escucho a Macri y la escucho a Michetti y me hablan desde los vecinos. No hablan desde la responsabilidad que confiere el 60 por ciento del padrón que los votó. No quiero a una vicejefa de gobierno que me diga lo bueno que haría como si estuviera sentada en el sillón de su casa y no en el de la Legislatura. Esto es lo peor de la derecha, de la derecha que participó en la patria contratista, en la patria financiera y que tiene una gran incapacidad para gestionar lo público.
–¿Cuántos puntos le pondría al primer año de gobierno del PRO?
–Yo le pondría un cuatro porque trabajó de manera irresponsable con las expectativas de los porteños. No se juega con lo que se promete, porque así vaciamos la democracia. Algo que ha demostrado la Argentina en la defensa de este sistema es que requiere mucha responsabilidad de las figuras públicas y tanto Macri como Michetti no la han tenido. Los dos son un producto vacío de un buen publicista.
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