Mar 22.10.2002

EL PAíS  › ZAMORA NO SERA CANDIDATO A PRESIDENTE NI APOYARA A NINGUN CANDIDATO DE OTRO PARTIDO

“Lo que ya está descompuesto no se salva”

Luis Zamora anunció formalmente que no se presentará como candidato a presidente ni que apoyará a ningún otro candidato. Dijo que en su opinión sería incoherente con el “que se vayan todos”. También criticó al ARI y a la izquierda tradicional, y reconoció que no tiene estructura de fiscales ni dinero, pero que tampoco quiere conseguirlos ahora.

› Por Laura Vales

El diputado Luis Zamora anunció que su movimiento, Autodeterminación y Libertad, no presentará candidatos en las próximas elecciones y él mismo no será candidato a Presidente. Su argumento principal es que competir sería legitimar lo ilegítimo. Por lo tanto, no llevarán candidatos, pero sí harán campaña por la renovación de todos los mandatos. Zamora dice que la convocatoria del gobierno es “anticonstitucional y antidemocrática”. Y acusa al ARI y las fuerzas de Izquierda de querer “salvar las instituciones cuando en realidad hay que cambiarlas”.
–¿Por qué tomaron la decisión de participar en los comicios sin presentar candidatos?
–Porque es la mejor forma de darle continuidad a la campaña para que se vayan todos, en la que venimos trabajando desde hace meses. Nos parece que en los últimos tiempos, además, se agregaron motivos para reafirmar la exigencia de que se vayan todos.
–¿Como la impunidad de la Corte Suprema?
–Claro. La descomposición de las instituciones es general. Nos parece que lo de la Corte es un ejemplo muy crudo porque ya está en el plano de la extorsión mafiosa: la Corte extorsionando con sacar fallos, Duhalde retrocediendo, apretando al Congreso, el bloque justicialista extorsionando al resto, todos los bloques prestándose a ese juego... Nos parece que el sistema institucional está altamente descompuesto. Y vemos un esfuerzo muy grande de todos sus integrantes por salvarlas, cuando en realidad hay que cambiarlas. Para nosotros lo que está descompuesto no se salva.
–Así que la primera razón para no presentarse es darle continuidad al que se vayan todos.
–Y otra razón es impugnar estas elecciones, porque está cada vez más claro que todos quieren quedarse no sólo porque les gusten sus privilegios, sino porque ésa es la única forma que han encontrado para mantener estos planes económicos y los acuerdos que vayan a realizar con el FMI. Los planes de ajuste de la década del ‘90 no encuentran otra forma de sobrevivir que hacer elecciones restringidas y fraudulentas.
–Algunos dicen que AyL no se presenta a elecciones porque no tiene fondos para hacer campaña.
–¿Económicos?
–Sí, que no tienen dinero.
–Eso sería un elemento secundario, porque hemos hecho campaña durante 20 años sin ningún fondo.
–Entonces es cierto.
–Pero no determinante. La falta de fondos es parte de lo poco democrático de esta convocatoria electoral, porque nosotros necesitaríamos dos o tres millones de pesos para competir con partidos que van a gastar 20 o 25. De la Sota ya gastó esos dos millones y nosotros no tenemos ninguna posibilidad de conseguirlos. Necesitaríamos además 50 mil fiscales para que las mafias del PJ no nos roben todos los votos. De todas maneras a eso lo podríamos llegar a conseguir: podríamos decirle públicamente a la población que necesitamos un millón de personas que pongan dos pesos, y hacer lo mismo con los fiscales. El problema es si se justifica, porque después tendríamos que decirle a la gente que ganamos las elecciones pero no podemos hacer nada. Frente a algo tan antidemocrático no hay posibilidades de darle continuidad a la pelea para que se vayan todos presentando candidatos: sería avalar la ilegitimidad de esta convocatoria. Nosotros nos vemos mucho más vinculados con las organizaciones sociales que están buscando una alternativa a este proceso de hambre, como las asambleas, las fábricas recuperadas, los piqueteros... Son las nuevas formas de hacer política.
–El tema de la ilegitimidad es espinoso. Usted, por ejemplo, es diputado. ¿Ser diputado no es legitimar al Congreso?
–Sí, puede serlo. Es un tema que siempre estamos analizando. Por ahora nos parece que es más lo que aportamos para desnudar su ilegitimidad que lo que lo fortalecemos como institución estando allí. Nadie me lo ha planteado, pero si empezáramos a escuchar que la gente nos dice “por qué no se van de ahí”... Por ejemplo, para mí fue mucho más fuerte renunciar a la jubilación de privilegio que cobrarla y donarla a las Madres de Plaza de Mayo. En cambio, denunciar la representación desde el sistema representativo, que es lo que estamos haciendo, peleando por mecanismos de democracia más directa, etcétera, nos sigue pareciendo que todavía es un lugar útil. Es útil para impulsar procesos autogestivos y de autodeterminación. Es útil para estimular que la población tome en sus manos el espacio que las instituciones abandonaron hace tiempo. Me parece que tenemos un rol. Ya después es mucho más difícil. No es que nosotros creamos que está en nuestras manos cambiar las cosas.
–Aunque no presenten candidatos, en las elecciones van a participar y por lo tanto a sacar un porcentaje de los votos. ¿Qué sería una buena o una mala elección?
–Es que no vamos a saber un porcentaje, porque no vamos a imprimir una boleta. En realidad vamos a hacer una campaña muy activa como parte de una lucha para que se vayan todos.
–La apuesta, entonces, es ponerse al frente del voto protesta.
–No, ponernos al frente, no. No queremos representar ni ponernos al frente porque nadie nos designó para eso.
–¿No le gustaría atribuirse ese voto?
–No. Lo que sí por ahí nos gustaría es poner un voto que cada uno haga en su casa. Que cada uno, en lugar de quedarse en su casa, arme una boleta con una frase como “Váyanse todos para poder comer”, o “Para que el FMI no nos siga mandando”, o “Para que no aumenten las tarifas”, o “Contra la corrupción”. En fin, alguna frase que tenga que ver con un reemplazo, para que lo que hoy está ganando en las encuestas, que es “no voto a ninguno”, se transforme en ir a votar y decirlo en lugar de quedarse quieto. Pero eso será más cerca de las elecciones. Tampoco vamos a trabajar seis meses de campaña para la elección. Vamos a estar más bien con la protesta que se dará todos los días. Además este cronograma electoral está en el aire, puede ser que se postergue, que se adelante, que se anule. Todo es posible.
–Con elecciones o sin ellas, alguien va a gobernar. ¿Cuál es el rol que busca para su movimiento?
–El de estar construyendo una alternativa.
–¿Qué tipo de construcción política se plantea?
–Somos un movimiento político y social que trata de ser parte de los movimientos sociales, de las asambleas, de los piqueteros, de los trabajadores que recuperan fábricas, de las luchas estudiantiles y gremiales también. Queremos ser parte de eso que se está dando todavía muy desarticuladamente, pero que son espacios donde se está construyendo poder: poder político para enfrentar al poder del Estado, a la barbarie del capitalismo, a la penetración imperial de los Estados Unidos. Nuestra concepción es que si no hay un pueblo que tome en sus manos el construir poder, el hacer política, el comprometerse, el llevar adelante las propuestas de independencia contra la barbarie del capitalismo y contra los planes de exclusión, no hay posibilidades de cambio. No creemos en un partido ni en un dirigente heroico. Nuestro movimiento justifica su existencia como parte de ese movimiento de emancipación, aportando eso.
–¿Autodeterminación y Libertad es un movimiento que se prepara para gobernar o no aspira a hacerlo?
–Digamos que somos un movimiento que le plantea a la población pelear por un autogobierno, autoorganizarse para gobernar. Que no le dice a la población “sígannos”. No nos postulamos como movimiento para gobernar, más allá de que por ahí podamos participar en otras elecciones si se dan otras condiciones, o que nos planteemos gestiones si vemos que son útiles paraseguir impulsando estos procesos autogestivos. Nosotros no ofrecemos el programa para salvar a la Argentina, más bien queremos construirlo junto al resto de la población, a la que invitamos a poner el cuerpo.
–En algún momento se evaluó que usted fuera candidato a jefe de gobierno porteño. ¿Eso está descartado?
–En estas elecciones vamos a participar sin candidatos, en otras ya veremos.
–Eso suena a que sí.
–Las elecciones a jefe de gobierno porteño no tienen fecha, están supeditadas como todas las fechas de todas las elecciones distritales a la conveniencia del jefe de gobierno, que es quien las convoca. (Felipe) Solá no convocó en la provincia y (Aníbal) Ibarra no convocó en la ciudad porque están viendo qué fecha les conviene para ganarlas. Nosotros estamos buscando nuevas formas de hacer política frente a las viejas formas. No queremos ponernos a pensar si vamos a intervenir o no en las elecciones de la ciudad de Buenos Aires cuando ni siquiera la fecha está fijada.
–¿Qué lo separa del ARI, con quien se movilizaron juntos hasta hace poco?
–¿Por qué cree que unas fuerzas van a intervenir en estas elecciones y otras fuerzas no? Porque ellos están defendiendo un sistema representativo, porque defienden las instituciones. Eso es lo que nos dijo el ARI a nosotros cuando (en la sesión que archivó el juicio a la Corte Suprema) le dijimos: “Entremos y argumentemos en la sesión, pero después nos retiramos. Aprovechemos los medios, difundamos, que no quede la voz del justicialismo solamente. Pero después nos retiramos, no hagamos número”. Y entonces dijeron: “No, hay que defender las instituciones”. El no participar en las elecciones, para ellos, sería salir de un juego en el que creen. Ellos no creen en el proceso de autodeterminación de los pueblos.
–¿No se le ocurre que podrían creer que no hay que regalarle a nadie ningún espacio, incluido el de las elecciones, o que el riesgo sería debilitar la democracia?
–Pero es al revés, porque una convocatoria de este tipo es antidemocrática. Si no surgen movidas reclamando más democracia, si la población no encuentra y no logra construir alternativas a caballo del reclamo y la lucha contra elecciones tan amañadas como ésta, puede ser que se empiecen a plantear salidas autoritarias. Por eso, precisamente, no ser parte de esto implica la construcción de alternativas. Nosotros somos parte de ese proceso, no del de estar con Rodríguez Saá en debate, o con Reutemann o con Kirchner. Yo creo que el 19 y 20 de diciembre marcó algo, marcó un antes y un después, pero resulta que casi nadie es coherente con eso.
–¿Hay otras diferencias?
–Yo le tengo respeto personal a Elisa Carrió, pero el ARI es una réplica del Frepaso. O sea: es un amontonamiento de dirigentes que se van yendo de otros partidos, con un programa que es una cosa antigua, que más bien tiene como eje unirse contra en lugar de unirse para. A nosotros nos costó mucho sacarlos de la campaña electoral para pedir la caducidad de todos los mandatos. Ellos no están de acuerdo en que se vayan todos, coinciden con el peronismo y los radicales en que hay que hacer las cosas de manera gradual, que el problema no son las instituciones sino sus integrantes. Nosotros, en cambio, no creemos nada de eso.
–¿Por qué?
–Porque el problema de estas instituciones que agudizan cada vez más su descomposición no es quiénes las integran, sino al servicio de qué están.
–Frente a esa necesidad de cambio que se expresó el 19 y 20, lo que se ve hoy es una sociedad muy fragmentada, que hace grandes esfuerzos pero los hace de manera muy dispersa.
–No, yo veo que la dinámica es hacia una mayor solidaridad, no hacia una mayor fragmentación. Me parece que desde la fragmentación de los ‘90,de la ruptura de los lazos solidarios, del individualismo, hubo una tendencia a recomponer lazos. Hay ejemplos generalizados. Los comedores comunitarios de los vecinos juntándose entre sí para responder al hambre muestra que la gente tiende a juntarse para resolver problemas. Veo una pelea contracultural muy rica, en el sentido de establecer relaciones sociales más basadas en la solidaridad que en el individualismo.
–Pero son esfuerzos desarticulados, que no se traducen en una construcción política.
–Sí. Yo diría, como dicen los zapatistas, que caminamos preguntando. Que no tenemos respuesta para todas las preguntas. La respuesta la tiene que dar la población: los comedores, las asambleas, los desocupados, los que toman fábricas, los que están peleando en los gremios, los que todavía no están peleando pero están reexaminando todo. Aunque la angustia del día a día es muy tremenda, al mismo tiempo se está produciendo un trabajo de reexamen político que es muy estimulante, de búsqueda. También tienen sus problemas los de arriba, se están matando entre ellos. Tampoco ellos tienen respuesta. En la izquierda más tradicional tienen respuesta para todo esto. Yo las creía tener cuando estaba ahí. Hoy no las tengo ni las quiero tener, porque si las tuviera no serían respuestas, serían dogmas.
–¿Y ahora cómo siguen?
–Nuestra idea es hacer campaña y hacerla muy activamente. Nos vemos más en los trabajos de protesta de todos los días más que llamando a votar con una boleta determinada para unas elecciones dentro de seis meses. Estamos seguros de que las organizaciones sociales que coinciden con nuestra decisión van a venir y en poco tiempo van a ir surgiendo propuestas más creativas. Lo que sí queremos es hacer una campaña de denuncia (también de propuesta) que esté llena de alegría, como toda lucha en la que se recupera la dignidad. Esta campaña para que se vayan todos tendrá un momento en el cual vamos a expresarnos en la urna, y después seguirán otros momentos. Tenemos en claro que no va a ser cuestión de un día.

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