Vie 22.11.2002

EL PAíS  › GRASSI FUE PROCESADO POR ABUSO AUNQUE QUEDO EN LIBERTAD

Más lejos y más cerca de la cárcel

La jueza Mónica López Osornio procesó al sacerdote por abuso deshonesto agravado y reiterado. Sin embargo, le otorgó la libertad, aunque vigilada. Sólo puede concurrir a la fundación de 8.30 a 18.30 y una persona debe controlar sus pasos. Aun así, esta medida despertó controversia entre los especialistas.

› Por Mariana Carbajal

Aunque dejó la cárcel, Julio César Grassi quedó ayer más cerca del infierno. La jueza de Garantías de Morón, Mónica López Osornio, procesó al sacerdote al considerarlo probable autor de los delitos de abuso deshonesto agravado y reiterado en concurso ideal con corrupción de menores agravada por su condición de guardador. No obstante, la magistrada resolvió disponer su libertad, pero con un régimen especial. No puede pernoctar en la Fundación Felices los Niños ni quedarse a solas con ningún chico. El horario de protección al menor dentro del hogar comenzará a las 18.30, hora en que el cura tiene la obligación de abandonar el lugar. Una hermana superiora de la entidad –propuesta por Grassi y aprobada por la jueza– tiene que seguirle los pasos a sol y a sombra dentro la institución para garantizar el cumplimiento de las imposiciones judiciales. Mientras tanto, la investigación continúa. La fiscal Rita Bustamante tiene un plazo máximo de cinco meses para pedir la elevación a juicio oral.
Al dejar la DDI de Merlo, donde estuvo detenido desde el 24 de octubre, Grassi fue recibido por un grupo de fans, que lo saludaron fervorosamente, mostrando pancartas y carteles en la que reclamaban su libertad. “Estoy totalmente seguro de que esto fue un complot contra la Iglesia Católica en mi persona... No sé los motivos, pero esto se lo pueden hacer a cualquier sacerdote. Quieren hacer entrar en crisis a la Iglesia, por las obras de caridad y las obras educativas”, disparó Grassi, poco antes de subir a una camioneta negra que lo trasladó hacia la fundación, en la localidad bonaerense de Hurlingham, donde fue alzado en andas y ofició una misa para agradecer su retorno (ver aparte). “Primero quiero ver a los pibes”, alcanzó a decirles a los cronistas que lo esperaban en la entrada del hogar. Sobre los chicos que lo incriminaron, dijo que “les diría que se equivocaron”. “Lo único que hice en la fundación fue desvivirme por ellos y les diría que no les hagan caso a aquellos que los presionan, que les dan cosas, porque ellos alguna vez los van a abandonar.”
Por el clima de fiesta que hubo en el hogar, daba la sensación de que el sacerdote había quedado libre de culpa y cargo. Sin embargo, la resolución de la jueza López Osornio lo deja lejos de la absolución. La magistrada dio “por acreditados” dos hechos de abuso deshonesto agravado reiterado en concurso ideal con corrupción de menor agravada por la condición de guardador del sujeto activo”, cometidos contra el joven que declaró bajo identidad reservada con el apodo de “Gabriel”. También consideró “probada” la existencia de otro hecho de corrupción de menor relatado por el muchacho que testimonió como “Ezequiel”, quien dijo haber visto al cura manoseando a un menor durante un viaje a la ciudad de Calafate.
La jueza, sin embargo, resolvió “no dictar la prisión preventiva” solicitada por la fiscal Bustamante. No obstante, dispuso otra medida de coerción mientras continúa la investigación: Grassi dejó la cárcel bajo un régimen de libertad vigilada que incluye las siguientes condiciones:
- Puede concurrir a la fundación sólo de 8.30 a 18.30.
- No puede pernoctar allí.
- Bajo ninguna circunstancia puede quedarse a solas con algún menor.
- Siempre debe estar acompañado por una persona que se hace responsable de sus movimientos. Ayer, la defensa de Grassi propuso que ese rol quede a cargo de la hermana superiora Zulma, una religiosa que trabaja desde hace varios años en la Fundación. La jueza aceptó el nombramiento.
- Debe fijar domicilio en otro sitio. Según informó a Página/12 uno de sus abogados, el sacerdote eligió la casa de su hermano Osvaldo, en San Justo.
- Una vez por mes, el cura tiene que presentarse en el juzgado.
- Si decide ausentarse de su domicilio por alguna noche, debe pedir autorización a la jueza. “Fue una resolución muy buena. Razonable, equidistante y equilibrada porque sólo tiene en cuenta los hechos que se le imputan y deja afuera rumores, supuestas amenazas y declaraciones de otros testigos que se referían a cuestiones que nada tenían que ver con los hechos en sí”, evaluó uno de los letrados del cura, Julio Virgolini, en diálogo con este diario. No obstante, Jorge Sandro, otro de los abogados de Grassi, adelantó que apelarán el procesamiento.
Hoy, Sandro expondrá ante la Cámara de Apelaciones de Morón los argumentos por los cuales la defensa de Grassi pidió semanas atrás la anulación del testimonio de Gabriel, por considerar que es ilegal que haya declarado con identidad reservada. Los camaristas tienen cuatro días para resolver si lo rechazan o hacen lugar al pedido. En el último caso, la causa se caería, ya que el principal sustento de la acusación contra el cura son precisamente las palabras de Gabriel.
La causa contra Grassi fue abierta en noviembre de 2000 a partir de una denuncia anónima de supuestos empleados de la Fundación que acusaron al cura de abusar de menores internados. La investigación judicial estaba medio muerta hasta que “Telenoche Investiga” aportó el testimonio de Gabriel, que hoy tiene 19 años. “Yo tenía 15 años, me senté en la falda de él y me empezó a tocar la pierna y empezó a subir. Me puse todo rojo y él me dijo que no le dijera nada a nadie. Me dijo que los hombres se tienen que conocer. Y como yo no tenía un padre al lado mío, él era quien me tenía que enseñar de la vida”, relató el adolescente. Esa primera vez, dijo, las cosas llegaron hasta ahí, pero hubo una segunda, en el mismo escenario, la habitación del cura. En esa otra ocasión, “también empezó con las manos y me tocó el pene”. El joven, con evidentes problemas para seguir el relato, admitió que las cosas fueron avanzando hacia una sesión de sexo oral. “Querés que te la chupe”, fueron las palabras que Gabriel, puso en boca de Grassi. El joven confió que sólo atinó a “decir que ‘no’ moviendo la cabeza, pero sin decir la palabra”. Y tuvo sexo oral, aseguró, y “fue un largo rato”. De ser declarado culpable, Grassi podría ser condenado a más de 30 años de prisión.

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