EL PAíS › LAS MADRES LES PASAN SUS PAÑUELOS A HIJOS

“Es como recibir una bandera”

Cuando termine la Marcha de la Resistencia este jueves, las madres de Línea Fundadora les darán su pañuelo a Hijos. Un gesto simbólico que explican los miembros de la organización.

Por Victoria Ginzberg
y Laura Vales

El jueves, cuando termine la Marcha de la Resistencia, las Madres de Plaza Mayo Línea Fundadora entregarán a Hijos (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) el pañuelo blanco. A partir de ese momento ellos lo usarán en el cuello. A siete años de su nacimiento como agrupación, dos de sus integrantes, Raquel Robles y Dolores Guadix, hablaron del valor simbólico de este traspaso, del merendero que inauguraron en San Telmo, de su relación con los partidos políticos y de sus padres, a quienes tratan de ver “como seres complejos y a la vez gente común, cuyo valor más fuerte fue haberse jugado, en el gris de todos los días, a organizarse con los otros y poner el cuerpo”.
–¿Qué significado tiene el recibir y llevar el pañuelo?
Raquel: Es como si recibiéramos una bandera, que es la bandera de las Madres. Recibir el pañuelo es recibir un legado, una historia, como de alguna manera recibimos la historia de los desaparecidos, en el sentido de que no la recibimos como un cuento de hadas y que todo lo que hicieron fue bárbaro. Tratamos de hacer una lectura crítica que nos sirva para aprender y para no hacer una cosa maniquea. Esa historia, con sus aciertos, errores y divisiones también está impresa en el pañuelo.
Dolores: El pañuelo fue una inversión simbólica muy grande en el momento en que las Madres buscaban a sus hijos y les decían locas. Nosotros recuperamos esa inversión que fue ponerse un pañal con el nombre de los hijos, buscando desde nosotros darle una continuidad a esa lucha.
–¿Qué diferencia a Hijos de Madres?
D.: La distancia generacional es la primera diferencia.
R.: Tenemos una forma de hacer política diferente. Si bien Madres Línea Fundadora no tiene presidenta ni una figura central, nosotros entendemos la horizontalidad como una construcción política, como un aprendizaje permanente: nosotros, por ejemplo, no tomamos las decisiones votando sino por consenso, lo que implica que por ahí se dilatan pero todos tenemos que bajarnos de la posición un poco. Tratamos de entender la diversidad no sólo como un discurso que se dice en un foro. También nos diferencian las acciones políticas concretas, las acciones directas. Ellas a veces tienen una apuesta institucional que nosotros no tenemos.
–¿Y cómo se plantan ustedes frente a los juicios?
D.: En Capital tenemos una discusión que tiene que ver con legitimar un Poder Judicial que pensamos no es la Justicia que quisiéramos. También decimos “si no hay justicia hay escrache” pero si hay justicia lo tomamos como un espacio que no hay por qué regalarlo.
R.: Entendemos que los juicios por la Verdad tienen una perversidad fuerte, pero que se junta material muy útil para enjuiciar a los represores por lo que hicieron. También participamos de juicios por la recuperación de la identidad. Estamos de acuerdo en que no nos sometemos a lo que diga la Justicia respecto de qué es verdad y qué no. A veces se pone en discusión si tal persona es un torturador o no y para nosotros el testimonio de un sobreviviente es verdad. Lo que es seguro es que toda nuestra energía no está puesta ahí.
–¿Qué es lo prioritario?
R.: La construcción de los lazos sociales. A través del escrache, el
merendero, los homenajes, la organización, la memoria. Nuestra energía está puesta en la reconstrucción de los lazos rotos por la dictadura.
D.: La dictadura homogeneizó por arriba y heterogeneizó por abajo. Apostamos a reconstruir lazos del campo popular, la sociedad civil.
R.: El merendero es una mínima expresión de nuestra estrategia, que es conectar el pasado con el presente. Lo hacemos todos los domingos de 16 a 19 y es abierto a todos los que quieran participar. Necesitamos que se aporten tortas, pinturitas para los chicos, papel, ese tipo de cosas.
–¿Cuáles fueron los principales cambios en la agrupación en siete años?
R.: Puedo elegir tres hitos. Uno fue el homenaje a Santucho en julio de 1996. Los hijos de Santucho estaban en Hijos y decidieron hacer el homenaje a su papá, un homenaje crítico, un debate acerca de Santucho, que para muchos era como debatir acerca de Dios. Por un lado, para los zurdos recalcitrantes hicimos un homenaje amarillo, porque discutimos la figura, y, por otro lado, para los organismos más europeos, nos convertimos en unos zurdos. Porque cuando empezó Hijos decíamos que reivindicábamos el “espíritu de lucha de nuestros padres”. Con ese discurso entramos por primera vez a la plaza el 24 de marzo y el consenso social fue total. Pero ahí dejamos de reivindicar el espíritu para reivindicar la lucha de nuestros padres. Otro hito es el escrache, que cambió brutalmente. También nos llevó mucho tiempo saber si nos íbamos a animar a estar en la puerta de un torturador. Y el tercer hito es el abandono de la votación.
–¿Hijos tiene una línea política en cuestiones no vinculadas a la identidad? ¿Tiene postura frente a las elecciones o el modelo económico?
R.: En algún momento la gran mayoría iba a impugnar el voto e hicimos una boleta en común, pero no como Hijos. Por supuesto que estamos en contra de este sistema y en algunos puntos hasta estamos al margen, pero no pensamos en la ortodoxia de que la revolución sea una especie de estación de tren a la que se va a ir llegando paso a paso.
–¿Y en cuanto a la violencia como arma política?
R.: Nosotros no matamos a los represores y esa es una decisión política. No es una cuestión de tener o no tener huevos o la sangre fría como para ir y pegarles un tiro. Somos un grupo radicalizado que hace actos simbólicos y eso es muy difícil de digerir, porque somos difíciles de asociar a la teoría de los dos demonios que sí sirvió para legitimar un genocidio. El otro día nos llamaron por teléfono porque una garrafa había explotado en un barco donde estaba uno de los Vildoza, que es el apropiador de un pibe, y la primera pregunta fue quién de Hijos hizo explotar esa garrafa. Cuando dispararon contra Bergés también intentaron asociarlo a Hijos. En el caso de Bertola y Quintero (dos jóvenes condenados por tenencia de explosivos) también llamaron y preguntaron ‘¿cuáles son la razones por las cuales Hijos intentó poner una bomba?’ y cuando uno dice que es un disparate te contestan: ‘Bueno, pero ahí había un hijo de desaparecidos’. De hecho, después supimos que era alguien que había estado en Hijos. La pregunta que nos hicimos fue cómo hacer para no quedar asociados a un acto que no decidimos en asamblea. ¿Cómo explicar que nosotros no tomamos esa decisión, pero al mismo tiempo no lavarnos las manos? Porque eso es lo que hizo mucha gente durante la dictadura.
–¿Cómo es su relación con los partidos políticos?
R.: Lo que nos distancia de los partidos es que están acostumbrados a que la crítica es difamación. Si criticás a un partido de izquierda sos macartista. Pero no criticamos por ser, que sería macartista, sino por lo que hacen. Nosotros no rosqueamos, no hacemos bloque, no aparateamos. En una discusión un pope de un partido de izquierda me dijo `si en una organización social vos no podés tener la hegemonía, la tenés que partir`. Hubo un momento en que todos los partidos de izquierda que tenían en sus filas algún hijo de desaparecidos los trajeron a Hijos, con esa forma de hacer política. Los que tuvieron una apertura mayor se pudieron quedar y armar algo, los que no se llevaron un pedacito, con más o menos maldad.
–Como Hijos ¿quedaron asociados a algo muy juvenil, muy infantil? Porque hace siete años eran adolescentes, hoy son adultos.
R.: Hijo sos para toda la vida. En muchas discusiones con otras organizaciones hemos planteado que que nos llamemos Hijos no quiere decir que tengamos 12 años. Creo que es un riesgo que uno corre creer que tiene cuatro años toda su vida, que en algún lugar ese ha sido el deseo de quienes los desaparecieron, que tu identidad sea solamente ser un hijo de desaparecido, es decir, quedar dañado para toda la vida. Pero creo quenosotros hemos logrado trocar eso, aquello que era un estigma convertirlo en una bandera. Así como las Madres son madres siempre, estar todo el tiempo con ese hijo ausente puede ser un desgarro, pero ellas han hecho de ese desgarro una bandera. Creo que nosotros también lo logramos.
–¿Hijos tiene un diagnóstico de lo que está pasando en el país?
R.: No creemos que estemos en una situación prerrevolucionaria, más bien creemos que estamos a la defensiva, que los muertos del 20 de diciembre murieron, que Maximiliano y Darío son muertos concretos. En la Marcha de la Resistencia va a haber un cartel por cada desaparecido en democracia. Eso es concreto, nosotros seguimos teniendo bajas, seguimos perdiendo. Esperamos poder tener por lo menos una situación no tan crítica como para seguir trabajando, poder tener el local abierto, hacer los escraches, hacer todo eso que hace que podamos seguir avanzando. Desde ese diagnóstico tratamos de sostener esta situación, de defender los derechos adquiridos en función de poder seguir construyendo.

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Raquel Robles, una de las integrante de Hijos.
El pase de los pañuelos como pase de una historia compleja.
 
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