Carlos Raimundo Moore, un ex militante del Ejército Revolucionario del Pueblo detenido en noviembre de 1974 que pasó la mayor parte de la dictadura en el Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba y que en 1980 logró tomar distancia del terrorismo de Estado, declaró ayer por videoconferencia desde el consulado argentino en Londres en el juicio contra el dictador Jorge Rafael Videla, el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez y otros 29 represores. Charlie Moore identificó a varios de los imputados y dijo que tenía “un registro de doce policías asesinados que integraban el D2 y no estaban de acuerdo con los métodos que se estaban aplicando”, aunque no dio sus nombres. Recordó que tras su detención “me llevaron a la sección ablande del D2, donde nos molieron a palos”. Dijo que el 6 de abril de 1975 logró escaparse pero “me recapturaron y comencé a negociar mi situación legal para poder reencontrame con mi mujer”. También estuvo en cautiverio en el centro clandestino La Rivera, dijo. Consultado sobre su relación con miembros del D2, confesó que “después de tantos años en un calabozo, quiera o no quiera se establecen relaciones. A uno lo reducen a la servidumbre, pero no tuve participación en los secuestros”, aclaró. Precisó que cuando los detenidos salían del D2 “no volvían” y que sólo los llevaban desde la Unidad Penitenciaria 1 para interrogarlos. “El volumen de tránsito era altísimo, alrededor de treinta por día.” “Las brigadas civiles eran de la Tres A, eran los más peligrosos de todos, no tenían disciplina para nada”, recordó, y señaló que el imputado Alberto Lucero “metía bombas por guita, era brutal, estaba entre los peores, no era torturador, era un asesino”. Agregó que como él les servía mates “estaban confiados y a veces hablaban abiertamente de los atentados, vi cómo armaban las bombas”. Moore afirmó que logró fugarse el 13 de noviembre de 1980 y, tras una escala en Brasil, se radicó en Inglaterra.