Martes, 9 de noviembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › EL ADIóS A KIRCHNER
Por Horacio Pietragalla Corti *
Tuve la fortuna de poder recuperar mi identidad gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo el 3 de abril de 2003, un mes y medio antes de que asumiera Néstor Kirchner como presidente. Al poco tiempo, Kirchner nos recibió a un grupo de nietos en la Casa Rosada. Recuerdo que apenas ingresamos al despacho de Presidencia, acompañados por el doctor Eduardo Luis Duhalde (quien conoció mucho a mi padre), le dice: “Este es Horacio Pietragalla, el hijo del Chacho”. Néstor me miró y me dijo: “Vi sólo una vez a tu papá, pero recuerdo que acompañé a un muy amigo mío, a quien yo respetaba mucho políticamente (no recuerdo su nombre, pero me lo dijo), de La Plata a Constitución a una reunión con él. Me habló tan bien de tu viejo que yo automáticamente lo admiré”. Relató esta anécdota feliz de poder contarme algo que pudiera tomar para reconstruir esa gran ausencia.
Siguió la reunión, nos sentamos a una mesa grande y comenzamos a presentarnos. Cuando llegó mi turno fueron tantas las ganas de vomitar todas mis contradicciones que dije algo así: “Mis padres del corazón (los que al día de hoy considero apropiadores) me criaron con amor y están detenidos porque son ama de casa y carpintero, pero en cambio el juez que lleva mi causa, Marquevich, está por ser destituido por detener a Ernestina Herrera de Noble porque es la dueña de Clarín”. Néstor miró a un costado, donde estaba Eduardo Luis Duhalde, como si ésa fuera una situación bastante incómoda, me miró de vuelta y respondió contundentemente: “Nuestros compañeros jamás los abandonaron y las personas que los criaron tienen que rendir cuentas ante la Justicia. Sabemos que hoy la Justicia no es para todos igual, pero eso es lo que tenemos que cambiar”. Me quedé mudo y desconcertado ante su respuesta, pero me relajé a medida que pasaba la reunión. Quiero que sepan que igual no le creí nada.
Después, qué más contar, leyes que reconocieron los delitos hacia los hijos de desaparecidos, anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, recuperación de la ESMA y otros centros clandestinos de detención, todo esto acompañado por los cambios en la Corte Suprema... Pero yo no confiaba que esto se estaba realizando por convicción. Cito parte del recordatorio a mi mamá, publicado en Página/12 el 5 de agosto de 2006: “Hoy muchos los recuerdan, pero se olvidan de los desaparecidos de hoy”. Hacía referencia a los excluidos.
Sin embargo, la ley de medios, la nacionalización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo, la jubilación para los que no pudieron aportar, entre otras medidas, y las políticas de integración latinoamericana demostraron que lo que hace este gobierno no es “cooptación” de las políticas de derechos humanos.
Más allá de recordar y dignificar la memoria de nuestros padres, hoy también son homenajeados cuando se les devuelve la dignidad a los más postergados. Y hoy me duele que Néstor se haya ido sin saber si Felipe y Marcela son hijos de sus compañeros. Muchos creyeron que esto era una guerra entre el ex presidente y el Grupo Clarín, pero otros muchos entendimos que esto era simplemente la búsqueda de verdad y justicia. Nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron recibidas siempre y acompañaron a Néstor hasta el último día de su vida: otra vez nos demuestran que su margen de error es mínimo.
Siento, sin dudas, que presencié un momento histórico de nuestra patria. Gracias Néstor por dejarnos ser parte de tu entorno. Fuerza Cristina, acá estamos acompañándote.
* Nieto recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo.
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